A BELISA
Belisa, ¿por qué ocultas
con velo infiel el relevado pecho,
si no le dificultas
ni con la gasa a la ambiciosa vista,
ni con el ceño a la atrevida mano?
No vive satisfecho
de ti el pudor con el cendal liviano,
ni gustas que resista
al disoluto usar de los mozuelos.
Belisa, no seas pródiga de velos;
dos o tres te destroza cada día
con la prisa su hidrópica porfía.
Superflua en gastar eres
lo que ni cubre ni que cubra quieres.
Excusa, pues, un gasto tan perdido,
y haz bien siquiera en esto a tu marido.
Juan Pablo Forner
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