martes, 13 de febrero de 2018

DESDE MI TORRE: ¡VIVA LA RADIO!


Nací y crecí con la radio y sigo viviendo con la radio. No hay medio de comunicación que haya llenado más tiempo de mi vida. Todos los días me trae la inmediatez con noticias felices, o no tantas, pero, eso sí, con la información pronta y, según la emisora, veraz.

Mi abuelo, en tiempos difíciles en los que apenas casi nadie podía tener la suerte de poseer un receptor, tenía siempre encendido en su habitación de el corral un aparato gigantesco, a los que llamaban de válvulas, al que las manos hábiles de mi tía Concha lo había vestido con una fundita de cretona llamativa. Era mi abuelo, a pesar de haber sido gitano, jornalero y guardia de asalto, un hombre culto y que estaba al día, como solemos decir en estos tiempos. Ya no me cabe duda de que fue a causa de la radio, de la que no se despegaba en todo el día desde el amanecer. De su mano, de su inseparable radio, también aprendí mucho de lo que sé. Aunque este medio nació en España de manera comercial unos 25 años antes de que yo naciera, creo que he bebido de sus mejores años.

No voy a dar nombres en esta página de tantos y tantos hombres y mujeres como me han enganchado a lo largo de mi vida, ni de aquellos programas que recuerdo vivamente desde mi infancia hasta hoy mismo en el cuarto donde escribo con la radio de fondo. Les recomiendo a todos la lectura amorosa de un libro excepcional de Lorenzo Díaz: "La radio en España. 1923-1993", publicado por Alianza Editorial.

Me levanto y voy al cuarto de baño -como creo que hacen todos los españoles-, y allí está esperándome un pequeño transistor para que le dé al "on" y empiece a informarme. Camino a la cocina a ponerme un café, y otro receptor me espera para seguir la información. Voy a mi biblioteca y, antes que el ordenador pueda actualizar mis correos y mensajes, ya está la voz del locutor de turno ampliando lo escuchado. Soy hombre de radio y un cateto de la tele, de la que sólo veo sus informativos y algún que otro partido de mi Betis. Me duermo con un libro en la mano y con la radio de fondo. ¡Cosas!

Trabajé en la radio, con un programa diario dedicado al Flamenco, durante seis años: cuatro en la COPE y dos en Radio Nacional de España, y fui miembro habitual de las célebres Tertulias Flamencas de Radio Sevilla. Pero, aunque fui un comunicador, me he sentido siempre más feliz como oyente. Soy mucho de la SER, quizás porque creo que es muy sincera, muy clara, y porque se mojan en muchas ocasiones, aunque todos sabemos que tanto emisoras como los medios periodísticos obedecen a la voz de su amo: a las grandes empresas que los manejan.

La radio a primera hora de la mañana es mi resurrección diaria, me anima la vida al mediodía, me acompaña la tarde, me duerme feliz por la noche... ¿Qué más pedirle a tan fiel compañera?

Hoy es su "Día Mundial" -porque en este mundo hay días para todo, menos para acabar con la injusticia social, las masacres étnicas, la pobreza y la corrupción-. ¡Felicidades!

Pues de todo esto te habla la radio, aunque con las reservas de la mordaza que le imponen los dueños. A pesar de todo, y por toda la felicidad que me ha dado siempre: ¡Viva la radio y vivan todos los que la hacen posible, cada uno, como no puede ser de otra manera, con sus puntos de vista e ideologías políticas. ¡Viva la radio en el día que le dedica todo el mundo!


2 comentarios:

  1. Mi padre, que en paz descanse, siempre estuvo pegado a la radio. En verdad era su compañero y por eso siempre estaba enterado de todos los temas. Para estar al día sólo tenía que preguntarle.

    Muy buen post y saludos desde Lima.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, José. La radio ha sido, desde siempre, una gran fuente de Cultura.
    Abrazos.

    ResponderEliminar