Este calor que se nos ha venido encima desde el inicio de este mes, al que, al menos en Andalucía, estamos acostumbrados desde hace muchos años, es un calor, o una calor, de tronío, de las que se recuerdan en las odiosas comparaciones de todos los veranos. Este año están siendo unos días, ya que, al parecer, esta ola de fuego empieza a remitir a partir del jueves. Dios quiera ganarle la batalla al griego Helios, más que nada no por la propia calor, sino por la factura eléctrica que se nos avecina por mor del necesario uso del aire acondicionado y por el asalto a mano armada -permitida por todos los gobiernos de turno- de las insaciables compañías suministradoras. Aparte de estos devoradores de nuestras nóminas, la única que sale ganando con los termómetros a tope es la Cruzcampo
Pero bien: dicho lo dicho el calor es más o menos soportable. Mas, ay, del bochorno. Ese nadie lo soporta. Y si nadie es capaz de soportar el bochorno climático, con un cielo cargado de tormentas secas en el que sólo lucen los rayos, es totalmente imposible soportar el bochorno político de este nuevo advenedizo a la primera línea de fuego que es Pablo Casado, el recién elegido presidente nacional del Partido Popular. No ha parado de mentir desde antes de subir y después de ser subido al pedestal en las primeras primarias: unas veces tapando la prevaricación administrativa y cohecho impropio en el "regalo" de su máster, un regalo académico por su relevancia política según dicta la juez que lleva el caso. Pablo Casado, al fin y al cabo, es como una Cifuentes, compañera de partido tan singular, que niega la evidencia. Claro, que el hombre más importante ahora del PP es aforado, que casualidad, y a los aforados es más difícil meterles mano, porque está claro que el Tribunal Supremo intentará dejar correr los tiempos hasta que todo se olvide, al menos que dé a todos los españoles una lección de valentía. En otras ocasiones repetitivas, este señor se aferra a vivir en la mentira diaria lanzando bulos de todo punto incomprensibles.
Con ser lo del máster y las convalidaciones un tema muy importante, que debe aclararse a la mayor brevedad posible para que el pueblo crea en sus instituciones y en una democracia real, me parece de bochorno total las trolas que el tal elemento de una clase política -por cierto muy desprestigiada- ha intentado colar a toda España, contra el Presidente del Gobierno Pedro Sánchez, con el tema candente de la inmigración. Menos mal que en ese tema casi la totalidad de los medios de comunicación del país y de la Comunidad Europea no han vuelto la mirada y han analizado los gestos del presidente pepero con la contundencia que se merece, desmontando uno por uno todos los puntos mentirosos que, como su máster, ha hecho del drama de los inmigrantes, queriendo hacer de él otro márketing político inventándose una alarma, totalmente inflada que no existe: "no hay papeles para todos, millones de africanos..." Hay que tener muy poca decencia personal y, por supuesto, política para caer en este lodazal de mierda que sólo puede habitar en la mente de un líder que se acerca más a la derecha extrema y a las propuestas fascistas de Matteo Salvini. Tal para cual.
Comenzó a airear, mintiéndonos a todos, que Pedro Sánchez fue a visitar la llegada del "Aquarius" para hacerse los reportajes de rigor, aún sabiendo que nada de eso estaba más lejos de la verdad. Él, este señorito que se convierte en rey de las grandes patrañas, sí que después de querer echar a todos los inmigrantes que vienen a España, acompañado por una cohorte de políticos como Juan Ignacio Zoido -el exministro de Interior-, abrepuertas, recogecosas y abrazafarolas de su Partido, con la participación de decenas de cámaras y medios periodísticos, no dudó en encaminarse dos días después a la frontera ceutí del Tarajal, para, en un acto lamentable, cambiar su anterior alarma por un paternalismo abochornante. Lo que pocos días después, aunque, sin estrechar las manos de los africanos "que tanto daño nos hacen", repitió su marca blanca de Ciudadanos, a cuyo líder, Alberto Rivera, no cree ya nadie y está más perdido que el célebre Barco del Arroz de la leyenda gaditana.
Pues nada. Creo que a Palencia, ciudad natal de este ínclito salvador de la Patria, se le va una ocasión de oro si no le erigen un gigantesco monumento en bronce dando su mano derecha a los inmigrantes y sosteniendo en su izquierda el máster de sus cuitas y pesares. Así, de pronto, se me ocurre una leyenda para que quede constancia de el porqué de esta escultura monumental: "Al Excmo. e Ilmo. Sr. Don Pablo Casado, que entregó su vida por España y por los inmigrantes africanos. Sus mentiras y estulticias le han hecho acreedor de este monumento."
El calor es ciertamente sofocante, pero el bochorno es de Juzgado de Guardia.