lunes, 30 de abril de 2018

DESDE MI TORRE: OTRA VUELTA A LA CENSURA


Creíamos que la censura en nuestro país murió cuando lo hizo Franco, pero aún existe Franco, la censura más atroz y el silencio, cuando no el aplauso, de aquellos que aún siguen viviendo con el odio en los labios amparados por la siglas de los partidos más vergonzosos. Es una pena vivir en un país en el que no prevalece la Justicia para todos, y sólo para los que empuñan los valores de una España rancia que ya tenía que haber desaparecido. El gobierno apoya a la llamada Fundación "Francisco Franco", se ufana de la bandera fascista del aguilucho y ataca con dureza extrema cualquier discrepancia con la voz única y el único pensamiento. Fue una gran mentira la que, con lágrimas en los ojos, pronunció Carlos Arias Navarro en la TVE el día 20 de noviembre de 1975: "Españoles, Franco ha muerto". ¿Muerto? ¿Nos lo creemos? Está más vivo que nunca tras 43 años de Democracia que apenas si han servido para borrar su memoria. 

Antes, en tiempos que nos tocó vivir a los que ya vamos por los setenta tacos de almanaque, el sistema dictatorial, los jueces y los grises sentaban a los discrepantes en el injusto banquillo del Tribunal de Orden Público (el temidoTOP) por considerar que algunas conductas, aunque fuesen sólo de pensamiento, eran delitos públicos y, como tales, debía caer sobre ellos el peso de una ley tan injusta como arbitraria. Esta Ley, nominada como 154/1963, duró hasta dos años después de haber muerto el dictador, pero es que, si nos atenemos a las condenas que hoy se están produciendo, esa maldita ley sigue existiendo, enviando a la cárcel a raperos, artistas, escritores y librepensantes que critican a una monarquía impuesta, y jamás votada, y a un gobierno lleno de chorizos, cuyos miembros intentan forrarse obligando al pueblo a un silencio injusto y totalmente anticonstitucional.

Pero al pueblo llano y trabajador ya no lo calla nadie. Ningún político es capaz de ponerle mordazas: y ahí están los casos de las múltiples manifestaciones en todas las ciudades del país. Unas luchan por el robo de las pensiones; otras por la defensa de la igualdad de las mujeres; los médicos por sus derechos y el declive de la sanidad pública; jueces y fiscales por la mejoría y agilidad de una justicia obsoleta; ancianos/as por conseguir, de una vez por todas, el cumplimiento de la tan cacareada ley de dependencia, jamás cumplida; los jóvenes, la generación mejor formada de nuestra historia, por conseguir puestos de trabajo dignos y no verse en la necesidad de emigrar a otros países; los enseñantes por la miseria de sus sueldos y la precariedad del sistema educativo; la propia policía y cuerpos de seguridad del Estado por sus condiciones tercermundistas de trabajo; los periodistas porque sus directores no les obliguen a contar mentiras...

Desde Ayamonte hasta el Cabo de Gata, desde Almería a Finisterre, desde aquí hasta el de Creus, España, ese país en el que todavía creemos, está gritando a voces que no nos merecemos este trato, como si no dependiéramos de Europa y fuésemos la punta hiriente de África.

La censura en los grandes encuentros de fútbol es totalmente demencial. Nuestros gobernantes -y más si el que juega una final es el Barcelona -por cierto Campeón de la liga 2018-, son los que incendian el estadio del encuentro requisando camisetas amarillas, banderolas, esteladas y gorras. Pero no es censura, ya que al equipo de la Ciudad Condal, a esos cabrones, debe eliminarlo -según ellos- hasta El Alcoyano. Este PP de nuestros pecados electorales lo está pasando putas en este tramo: por los casos de corrupciones masivas; por la falta de hombres y mujeres que puedan salvar al partido de esta hecatombe política que se avecina; por el tema Cifuentes -el del máster y el de las cremas-; por el enfrentamiento de Montoro con el juez Llarena; por el "ahora no hay dinero" y el sucumbir con el PNV, de la noche a la mañana, a igualar las pensiones con el IPC. ¡Panda de inútiles! Aunque a lo peor, por esto que digo, tengan la desvergüenza de dinamitar mi Torre, como hizo Franco con el edificio del diario Madrid el 23 de abril de 1973, hace ya 45 años.

¿Que no hay censura? La misma mentira que pronunció Carlos Arias en 1975 se repite hoy. Quien se crea que esto es una Democracia, miente como él. No estamos en un Estado de Derecho. Por desgracia, y con la guerra incivil que siempre nos recuerdan estos gobernantes para meternos miedo, nos encontramos en un Estado de Sitio.


viernes, 27 de abril de 2018

DESDE MI TORRE: LA INDEFENSIÓN DE LAS MUJERES

(Del Diario.es. 27 de abril de 2018)



viernes, 20 de abril de 2018

LA MENTIRA TIENE LAS PATAS MUY CORTAS EN LA CORRUPCIÓN


Esta es una imagen de quid pro quo, cuando el actual rector de la URJC, Javier Ramos, se une con Cristina Cifuentes en el acto de posesión del rectorado. Quid pro quo, una expresión latina con mil variantes según los países en los que suele emplearse, pero que no varía mucho en su intencionalidad: Doy para que me des; hoy por ti, mañana por mí; cambiamos una cosa por otra, etc.

Su acostumbrado uso, sobretodo cuando lo utilizan los políticos en su beneficio, ha llevado a España a producir numerosos y muy importantes casos de corrupción de toda índole y en todos los estamentos del Estado. La espantosa corrupción española ha minado los campos de las obras públicas, la sanidad, las cuestiones laborales, la vivienda, la libertad de expresión -y de impresión-, la de la educación primaria, secundaria y universitaria... Todo está corrupto a nivel de las instituciones. Ni una sola se salva. Los ciudadanos sólo servimos como pagaches de un gobierno que está en quiebra por los malos usos y que nos está arrastrando a la pobreza y, lo que es peor, a una humillación vergonzante como personas. 

Lo de Cristina Cifuentes es casi lo mínimo que suele pasar en nuestro país día a día, aún siendo muy importante este tema de falsificación, continuas mentiras y chabacana soberbia política. Ya se va a cumplir un mes desde el que un profesor de la URJC, Salvador Perelló, abogando por la limpieza en la Universidad en la que ejerce, dio el pitido de salida de este tema -que ya huele por la resistencia-, de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, más mentirosa y nariguda que el Pinocho creado por el carpintero Geppeto en la célebre y universal obra de Carlo Collodi.

Esto ha servido para destapar parte de la gran corrupción que habita en nuestro país, y en el que se ven implicados el propio gobierno con muchos de sus ministros y altos cargos, constructores, empresarios de todo tipo, jueces, rectores universitarios, policías y adláteres de todos los gremios. Es una pena el hecho de la corrupción generalizada, y un auténtico desastre el no poder hablar de este tema, y de otros más candentes y vergonzosos, con tus propios amigos y compañeros, ya que en España, desgraciadamente, y por miedo, por temor a una ley mordaza injustificable en cualquier país democrático -que conste que España no lo es- todos callan y asienten con la pérdida de los derechos, con la censura impuesta, pasando los ojos por esta degeneración sin querer ver ni oír. Tenemos lo que nos merecemos: una generación de viejos que siguen dando el callo pidiendo a gritos lo que les pertenece, unos políticos a los que les llega la mierda al cuello, y una juventud sindi: sin dinero, sin trabajo, sin ambiciones y sin vergüenza, y que se salve el que pueda.

El tema Cifuentes ha servido para tirar de la manta y sacar las miserias de los contrarios. Desde Luis Roldán hasta nuestros días, nombres y más nombres, siglas y más siglas, se superponen en una espiral de engaños a los hombres y mujeres a los que siempre han dicho que iban a defender en sus proclamas políticas de las elecciones. Se me quedarán muchos políticos con másters falsos en la lista de uno y otro bando: Juan Manuel Moreno Bonilla (PP) -el eterno presidenciable para la Junta de Andalucía-; Elena Valenciano (PSOE); el falso médico Tomás Burgos (PP); Joaquín Ramírez (PP); el propio M.Rajoy (PP); Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE); Fátima Báñez (PP); Pablo Iglesias (PODEMOS); Albert Rivera (CIUDADANOS); Artur Mas (CIU); Ana Mato (PP); Pilar Rahola; César Zafra (CIUDADANOS); Juan Carlos Monedero; Leyre Pajín (PSOE); Patxi López (PSOE); Gregorio Rojo (PSOE); Trinidad Jiménez (PSOE); José Montilla (PSOE); José Luis Corcuera (PSOE)..., y sigan añadiendo nombres a esta larga y vergonzante lista de CV de politicastros de nuestro país. Quien sea demócrata tiene que sentir una tremenda vergüenza de esta España en la que habitamos, cuya imagen manchan sin pudor alguno aquellos a quienes votamos.

Ha bastado lo de la Presidenta de la Comunidad de Madrid para sacar parte de la miseria de los demás partidos. Toda la legislatura se llevan tirándose los trastos a la cabeza voceando aquello de: ¡Y tú más! ¿Eso es gobernar, señores?

Hoy, por estas y otras circunstancias propiciadas por los políticos, al menos a mí me da vergüenza de ser y sentirme español. La mayoría de los que nos gobiernan van a lo suyo: a forrarse y a forrar a los que después les abrirán las puertas giratorias de las grandes empresas y les propiciarán un lugar de lujo en sus consejos de administración. ¿Y el pueblo? Pues pasándolas canutas para ver cómo puede llegar a fin de mes.

La mentira, que según acepción de la RAE es una expresión contraria a la verdad, y es una declaración falsa o parcial realizada por alguien cuyo objetivo principal es que se le crean, tiene las patas muy cortas, pero aún más en casos de clara corrupción. Pero, ojo, que aquí nadie dimite por engañar o intentar engañar al pueblo. Lo que se lleva políticamente es defender la inocencia (?) aún a costa del más sangrante ridículo. Es lo que tenemos. Es una pena, una ignominia, un fraude a toda escala que se enfrenta a la nobleza y sinceridad del voto de cada uno que ejerce su derecho.

Está en la nebulosa el tema Cifuentes y nos aparece por el tétrico horizonte político español el tema del ministro Montoro con el juez Llarena. O nos volvemos locos los españoles o dejamos de votar. Es la única fórmula que se me ocurre antes de sentirme engañado y humillado una vez más.

martes, 10 de abril de 2018

DESDE MI TORRE: EL CACHONDEO DE LA CIFUENTES Y EL PP


Después de todos los desastres políticos que están ocurriendo en nuestro país últimamente, los muy patrioteros del PP, los que viven de la mamela, los aplaudidores, los abrepuertas, los recogecosas, los abrazafarolas y los conmilitones de los distintos partidos -que más parecen partidas de las que perseguía Julián de Zugasti por Sierra Morena y por la de Ronda-, se cabrean cuando a España la descalifican constantemente en los medios internacionales. Es que es lo que hay, señores: ministros/as, medalla cofradiera al pecho, cantando que son el novio de la muerte en la Semana Santa de Málaga, aún a pesar de que, tal como indica el artículo 16, punto 3, de nuestra Constitución, ninguna confesión tendrá carácter estatal; ministros y diputados y personal de alto standing -amparados por el propio Presidente- haciendo lo que les da la gana e intentando convencer al país que sin ellos en el Poder esto sería un auténtico desastre; una clase política que miente constantemente a todos los españoles creyendo firmemente que todos somos tontos y que nos tragamos, además con muy buena fe, todas la barbaridades que nos cuentan. Esto es lo que hay, señores. Y lo malo es que este coche político no tiene rueda de repuesto. El partido que podría actuar como verdadera oposición, Ciudadanos, y que según las encuestas puede arrancarle el gobierno a los peperos, es un calco del que ocupa el banco azul del Congreso y duda más que un bizco en un cruce a la hora de pronunciarse en cualquier tema que pueda comprometerle.

Para colmo de males al tema alemán de Puidegmon, al de los presupuestos generales en el aire, al de las calles llenas de manifestaciones, con la advertencia de una posible huelga general, se une la más que demostrada mentira -aunque quieran convencernos de todo lo contrario- del máster de la señora Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid. El tema, después de muchos vaivenes de la Universidad Rey Juan Carlos, que está gozando de menos prestigio que un betunero en Marbella, y de la más que demostrada soberbia de Cifuentes defendiendo lo indefendible, mientras se ríe de todos, está ocupando todos los espacios de prensa, radio y televisión y, como el de las dos reinas, también ha cruzado nuestras fronteras para ser criticado en todo el mundo. Esto es lo que hay, señores.

La convención del PP en Sevilla el pasado fin de semana para dar auge al Partido ha sido un desastre y ha logrado lo contrario de lo que se pretendía. Doña Cristina ha sido la gran protagonista con una verborrea imposible de aguantar y con unas poses más dignas de un programa televisivo morrallero que de una persona que es presidenta de una comunidad autonómica. Le faltó besar al director del hotel -que aún no lo sé-, pero ninguno de los asistentes se quedó sin su beso, mucho menos el presidente Rajoy, que la defiende a capa y espada sabiendo de principio a fin que el tema del máster de su pupila de partido es un auténtico montaje en clara connivencia con la degradada Universidad.


El caso, al parecer, fue destapado por el muy cualificado profesor de la Universidad, Salvador Perelló, combatidor, desde hace mucho tiempo, de las injusticias que en ella se cometen. El acta de su máster lleva varias firmas falsas, así como se falsificó el acta completa propiciada por el rectorado. Pero ni aparece el acta ni aquí dimite nadie. La desvergüenza de una y otra parte campa a sus anchas. Y no passsssssa nada. A eso es a lo que nos tiene acostumbrados el PP de nuestras miserias. Qué fácil es, y en un solo día, saber la verdad: SÍ o NO. Pero ellos, unos y otros: Gobierno, Universidad y Cifuentes, continúan mareando la perdiz y poniendo de los nervios a todos los españoles que no piensan como ellos.

Hasta para combatir la mentira la política anda de por medio. Lástima. Y más lástima que no se arregle un tema tan  fácil como el de Cifuentes en un tiempo mínimo. Sólo el PSOE, apoyado por Podemos, ha pedido una moción de censura para Cristina Cifuentes. Ciudadanos, al que siempre le gusta nadar guardando la ropa, ha demostrado una vez más su cobardía para combatir la corrupción. Para ellos todo se basa en números de rentabilidad política. Y ahora, como siempre dice su patrón Rajoy, ahora no toca. Pues nada, señores, a esperar, que para eso estamos. Es lo que hay mientras los votantes se inclinen siempre en las urnas a dar sus sufragios al mal hacer y a una corrupción inmensa que llena de mierda a todas las instituciones. Y que se salven las pocas que hayan decentes. Nos sobrarán los dedos de una mano.

No hay otra cosa, señores.


lunes, 9 de abril de 2018

DESDE MI TORRE: MARCHANDO UNA DE REINAS


Esta fotografía, y otras del mismo tono, tomada al finalizar el Domingo de Resurrección la misa de Pascua, en la catedral de Palma de Mallorca, ha dado la vuelta al mundo para vergüenza de propios y extraños. Como estábamos aburridos en estas fechas de Semana Santa con los temas de Cifuentes, Puidegmón, el juicio de los EREs, la Gurtel, las manifestaciones de funcionarios, jueces y fiscales, las de la Sanidad, la del soterramiento de las vías del AVE en Murcia y la petición de los granaínos pidiendo que el tren llegue a la ciudad, una de las más turísticas de nuestro país, después de tres años y dos días desconectada de este medio de locomoción, las de los pensionistas, las de las mujeres, etc., pues la señora Letizia Ortiz Rocasolano, reina de España por la gracia de Dios, que no por el sufragio de los votos, la lía de gordo saliéndole con este gesto el pelo de la dehesa.

He dejado pasar un poco el tiempo para este breve comentario por aquello de la superabundancia de información de todo tipo en los medios de comunicación: prensa, radio y televisión y, por supuesto, en los cientos de cachondos memes ridiculizantes, las conversaciones callejeras, las de los centros de trabajo y bares y hasta en el seno de las propias familias.

Aunque conocía el libro que sobre ella escribió su primo hermano, David Rocasolano, publicado el año 2013 por Ediciones Akal, titulado "Adiós, Princesa" (ISBN: 978-84-96797-61-1), no había tenido el placer de leerlo, ya que creía derivaría en una publicación rosa tan al uso en nuestros tiempos. Pero me animé, lo compré y Amazon me lo puso en casa al día siguiente. Me lo bebí de pitón a rabo en una sola jornada y releí algunos pasajes que no tienen desperdicio. Esta Letizia: divorciada, reuntada y abortista -que no es mi Reina ni la de muchos españoles-, según su primo, que la sacó de muchos apuros durante toda su vida, y aún más ante el acercamiento a la Casa Real, haciendo desaparecer de la clínica Dator de Madrid la documentación de un aborto que tuvo su prima, fruto de las relaciones con un compañero periodista del que el escritor ofrece nombre y apellido, la califica de soberbia, dictatorial, orgullosa y paranoica. Y, en verdad, de paranoica se puede tildar el gesto de esta borde Reina, sin apenas vasallos, a la salida de la misa de Pascua en Mallorca. Lo malo de este nefasto ejemplo es que parece lo está copiando la futura Reina: la infanta Leonor, quien no se cortó un pelo para quitar de mala forma de su hombro derecho la mano de su abuela, la Reina emérita Sofía.

Lo dicho: el pelo de la dehesa. A la plebeya -como así la denomina el experto en casas reales: Jaime Peñafiel- hay que atiborrarla de clases de educación si no quiere que la monarquía fracase. Mucho le va a costar a la Casa Real remontar este incidente provocado por esta maleducada que no cae nada de bien a casi toda España. La monarquía siempre pende de un hilo, y Letizia, con sus gestos, puede romperlo en un segundo.

Por la cara brusca de Felipe VI, por la de Juan Carlos, y hasta por la de los propios guardaespaldas, amén de la de la Reina emérita, se podía intuir la inmensa bronca que se armaría al llegar a la Zarzuela. No es para menos. Ayer domingo, ante la visita familiar a Juan Carlos a la clínica donde le han operado de la rodilla, parece que todo era normal, una estampa idílica familiar. De una semana a otra todo ha quedado en el olvido. No hay mentira más grande. Hay que considerar que con las sonrisas obligadas de cara a la galería ellos se ganan el sueldo y tienen que disimular todo el odio acumulado contra esta advenediza a la realeza que durante mucho tiempo de su vida se jactaba de ser antimonárquica. Todo el falso esfuerzo que hizo para conquistar el corazón de Felipe, hasta tener la inmensa suerte de llegar a Reina de España, de esta España de charanga y pandereta, la ha tirado por la borda en un gesto que ha dado la vuelta al mundo, aunque no es el único que ha protagonizado desde que era una simple periodista hasta llegar a la Zarzuela.

No soy monárquico, pero sí soy un hombre educado que respeta a las instituciones. Falta le hace a esta arribista Reina de pacotilla unas buenas lecciones de educación y aprender a respetar a su marido que, entre otras cosas, es el Jefe del Estado. Ha tardado, pero al fin se le ha visto el pelo de la dehesa: ese que suele salir a flote más tarde o más temprano. ¡Cosas!