martes, 10 de abril de 2018

DESDE MI TORRE: EL CACHONDEO DE LA CIFUENTES Y EL PP


Después de todos los desastres políticos que están ocurriendo en nuestro país últimamente, los muy patrioteros del PP, los que viven de la mamela, los aplaudidores, los abrepuertas, los recogecosas, los abrazafarolas y los conmilitones de los distintos partidos -que más parecen partidas de las que perseguía Julián de Zugasti por Sierra Morena y por la de Ronda-, se cabrean cuando a España la descalifican constantemente en los medios internacionales. Es que es lo que hay, señores: ministros/as, medalla cofradiera al pecho, cantando que son el novio de la muerte en la Semana Santa de Málaga, aún a pesar de que, tal como indica el artículo 16, punto 3, de nuestra Constitución, ninguna confesión tendrá carácter estatal; ministros y diputados y personal de alto standing -amparados por el propio Presidente- haciendo lo que les da la gana e intentando convencer al país que sin ellos en el Poder esto sería un auténtico desastre; una clase política que miente constantemente a todos los españoles creyendo firmemente que todos somos tontos y que nos tragamos, además con muy buena fe, todas la barbaridades que nos cuentan. Esto es lo que hay, señores. Y lo malo es que este coche político no tiene rueda de repuesto. El partido que podría actuar como verdadera oposición, Ciudadanos, y que según las encuestas puede arrancarle el gobierno a los peperos, es un calco del que ocupa el banco azul del Congreso y duda más que un bizco en un cruce a la hora de pronunciarse en cualquier tema que pueda comprometerle.

Para colmo de males al tema alemán de Puidegmon, al de los presupuestos generales en el aire, al de las calles llenas de manifestaciones, con la advertencia de una posible huelga general, se une la más que demostrada mentira -aunque quieran convencernos de todo lo contrario- del máster de la señora Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid. El tema, después de muchos vaivenes de la Universidad Rey Juan Carlos, que está gozando de menos prestigio que un betunero en Marbella, y de la más que demostrada soberbia de Cifuentes defendiendo lo indefendible, mientras se ríe de todos, está ocupando todos los espacios de prensa, radio y televisión y, como el de las dos reinas, también ha cruzado nuestras fronteras para ser criticado en todo el mundo. Esto es lo que hay, señores.

La convención del PP en Sevilla el pasado fin de semana para dar auge al Partido ha sido un desastre y ha logrado lo contrario de lo que se pretendía. Doña Cristina ha sido la gran protagonista con una verborrea imposible de aguantar y con unas poses más dignas de un programa televisivo morrallero que de una persona que es presidenta de una comunidad autonómica. Le faltó besar al director del hotel -que aún no lo sé-, pero ninguno de los asistentes se quedó sin su beso, mucho menos el presidente Rajoy, que la defiende a capa y espada sabiendo de principio a fin que el tema del máster de su pupila de partido es un auténtico montaje en clara connivencia con la degradada Universidad.


El caso, al parecer, fue destapado por el muy cualificado profesor de la Universidad, Salvador Perelló, combatidor, desde hace mucho tiempo, de las injusticias que en ella se cometen. El acta de su máster lleva varias firmas falsas, así como se falsificó el acta completa propiciada por el rectorado. Pero ni aparece el acta ni aquí dimite nadie. La desvergüenza de una y otra parte campa a sus anchas. Y no passsssssa nada. A eso es a lo que nos tiene acostumbrados el PP de nuestras miserias. Qué fácil es, y en un solo día, saber la verdad: SÍ o NO. Pero ellos, unos y otros: Gobierno, Universidad y Cifuentes, continúan mareando la perdiz y poniendo de los nervios a todos los españoles que no piensan como ellos.

Hasta para combatir la mentira la política anda de por medio. Lástima. Y más lástima que no se arregle un tema tan  fácil como el de Cifuentes en un tiempo mínimo. Sólo el PSOE, apoyado por Podemos, ha pedido una moción de censura para Cristina Cifuentes. Ciudadanos, al que siempre le gusta nadar guardando la ropa, ha demostrado una vez más su cobardía para combatir la corrupción. Para ellos todo se basa en números de rentabilidad política. Y ahora, como siempre dice su patrón Rajoy, ahora no toca. Pues nada, señores, a esperar, que para eso estamos. Es lo que hay mientras los votantes se inclinen siempre en las urnas a dar sus sufragios al mal hacer y a una corrupción inmensa que llena de mierda a todas las instituciones. Y que se salven las pocas que hayan decentes. Nos sobrarán los dedos de una mano.

No hay otra cosa, señores.


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