martes, 31 de julio de 2018

DESDE MI TORRE: ¡QUÉ DE COSAS!


Se escapa mi menda unos días para disfrutar del parque natural de la Sierra de Cazorla, para poner a punto mis cosas de archivo y los libros comprados, recibidos y, muchos, regalados, y el país ha dado tal vuelta en dos meses que ya no lo conoce ni la madre que lo parió, como dijo Alfonso Guerra en sus tiempos de gloria política. No puedo estar tanto tiempo sin dar en el lomo con mi varita de acebuche. Todo se desmanda.

Me encuentro con el salto del trapecio de Pedro Sánchez, hasta hace dos días defenestrado de su propio Partido, montándole en la pista de este circo nacional una moción de censura a Mariano Rajoy, el que proclamaba a los cuatro vientos que, una vez terminada esta legislatura, se presentaría para la próxima. Mucha fe tenía para aferrarse una vez más al puesto, a pesar de la división interior de un PP con la gaviota herida, de la lucha por el poder de sus conmilitones y de los palos, sinuosos, pero con muy mala leche, que le endiñaba, viniendo o no a cuento, el mismo que lo nombró con el dedo para llevar a cabo los destinos del Partido: el arrogante y aborrecible José María Aznar, que no se va del panorama político ni con agua hirviendo, y que aún sigue moviendo hilos invisibles para que en el congreso democrático (?), celebrado hace dos semanas para elegir nuevo representante por primera vez en su  historia, los ha movido con tal habilidad para que saliese uno de su cuerda: Pablo Casado, del que no se sabe -por sus primeras declaraciones- si es un experto de la Vieja Guardia o un aprendiz muy avanzado de la xenofobia, de la vuelta atrás del palo y tentetieso, de misa y rosario diario, y amante defensor del que habita -aunque Pedro dice que por poco tiempo- en el Valle de los Caídos.


Este chaval es tan listo e inteligente que logró sacar la carrera de abogado en menos tiempo que tarda en santiguarse un cura loco. Todo el aparato de su Partido se ha puesto a funcionar y todo el aparato, judicial, también. Ya no tiene que temer nada por las dudas de sus estudios meteóricos. Nada hay de irregularidad en sus convalidaciones cuando alguien dice como él, con eterna sonrisa y voz en grito que viva la rancia España. Su próximo objetivo -después de haberse cargado a Soraya y a la mitad del Partido que preside desde ahora-, es ir por Albert Rivera -tan cercano a la derecha dura, como él- y a Pedro Sánchez, que tiene menos apoyo que un anciano por parte de la Seguridad Social.


A Pedro es fácil cargárselo ya que tiene menos luces que una bicicleta de los años cuarenta, y es tan torpe que, en el mismo inicio de una legislatura que se presume breve, no se le ocurre otra cosa que ir con su señora al FIB (Festival Internacional de Benicássim) en avión oficial argumentando que cumplía con su agenda cultural. Pronto ha aprendido Sánchez los chanchullos de la mamandurria del Estado. Entre ese viajecito y emperrarse en exhumar los restos de Franco poco va a durar en su transitoria casa de Moncloa.

Los catalanes no paran y Torra se parece más al secretario o recogecosas de Puigdemont que presidente de la Generalidad; los taxistas en huelga por toda España; la Celia Villalobos metiendo la pata cada vez que abre la boca; la Soraya en pie de guerra; la Cospedal luciendo carcajadas y frotándose las manos; Arenas más triste que el cobrador de El Ocaso; Rivera acojonado por la competencia... Este país nunca se recompone de tantos sustos.

Pues así están las cosas: mal termina julio y peor parece que se va a iniciar agosto. Menos mal que ahora la ola de calor que se nos avecina nos va a dejar tontos a todos.