martes, 13 de febrero de 2018

DESDE MI TORRE: SIEMPRE ES MARTES Y TRECE EN ESPAÑA


Ayer fue lunes, y 12 en el calendario. Hoy sí, hoy sí es martes y 13, ese día al que casi todo el país le tiene cierto yuyu por muchas connotaciones de mala suerte que vienen de tiempos inmemoriales. Siento decir que, aunque creyente, soy muy supersticioso. Tal vez por las cosas básicas que aprendí desde nacencia: la caída de la sal, el pasar por debajo de una escalera, el dar vueltas a un paraguas, cruzarse con un gato negro, dejar abiertas las hojas de unas tijeras, salir con el pie izquierdo de la casa, echar el vino con la mano izquierda, dejar un sombrero sobre lo alto de la cama, cruzarse con un bizco... Otros, abrazándose a la Historia nos remontan a tiempos más lejanos, y nos hablan de la Biblia, de la caída del Imperio Romano en Constantinopla, del Tarot -cuya carta 13 significa la muerte-, de la Última Cena de Jesucristo -también 13 con sus 12 apóstoles-, de los malignos espíritus del Apocalipsis que, en su capítulo 13, nos anuncia la llegada del anticristo...

Muchos países del mundo, casi todos de América Latina, junto con el nuestro, Grecia, Cuba, Argentina, México, Colombia y varios más, consideran el martes 13 como un día de auténtica mala suerte. Yo me quedo con lo más casero, aunque no olvido estas advertencias internacionales.. En martes, dice nuestro refranero, ni te cases ni te embarques, ni de tu casa te apartes. Yo, por si acaso, me casé un día 12.

Pero me han pasado cosas en un martes día 13, como el que contado algunas veces en estas mismas páginas, entre ellas las de noviembre del 2012. Sé que para muchos seré un auténtico analfabeto, y quizás lleven mucha razón, toda la razón. Pero deberán permitirme que yo tenga las mías. Recuerdo que en mi estudio, aprovechando el tiempo de desayuno, mis compañeros me dejaban las tijeras abiertas sobre la mesa de trabajo. Cuando las veía, e iba a cerrarlas, las habían pegado los cabrones con "Lostite", para lo que, mientras estaba indignado, me obligaban a utilizar un formón o algo parecido para deshacer esa broma que para nada me gustaba. Después todos se reían, yo también, por ser tan supersticioso.

A mí jamás me ha gustado un trece y martes, aparte de las posibles razones de la historia y de las propias que me inculcó mi familia. Pero, hoy, analizando el tema, es que en España estamos en un martes 13 permanente: tenemos mal bajío, un gafe del 100%, unos gatos negros de barones/as que se cruzan por nuestros caminos no para auparnos, sino para dejarnos caer otra vez. ¡Gobierno gafe! Me meten la varilla de un paraguas en el ojo para que no vea el 0'25 que me han subido como pensionista; me hacen pasar debajo de una escalera para que el obrero que está trabajando en ella me tire, inocentemente, la placa de un alfeizar de la ventana o un cubo de pintura. ¡Un viejo menos, una pensión menos!; me echan el vino de pitarra del Gobierno para abrir en su mano izquierda el anillo de la cicuta. ¡Un viejo menos, una pensión menos!...

Pero al Gobierno le ha caído, durante todo el año, el calendario del martes y trece perpetuo: todo se le vuelve en contra, se le mete la varilla del paraguas en el ojo, se le avalanza el gato negro, se le cae la sal al suelo -aunque nunca ha tenido gracia alguna-, las tijeras les cortan las alas del poder omnívoro, los motores del barco se apagan y el barco se hunde, como no podía ser de otra manera.

Entre la Gurtel, la Lezo, La Púnica, y muchas más que desconocemos. Entre el propio Rajoy, la Cospedal, la Cifuentes, el Granados, el González, el Correas, el Bárcenas,  la Esperanza Aguirrre,  y aquellos de cuantos no sabemos lo suficiente, el propio PP se ha metido en el día negro del martes 13 para todo lo que le queda. Ese día al que le llamamos nefasto la mayoría de los españoles por nimiedades como las de mi infancia, heredadas de familia, le ha caído a ellos. La superstición es una mentira que algunos mentecatos como yo se han creído. La del Gobierno es evidente. ¡Siempre es martes y trece en nuestra triste y pobre España!

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