Así se tildan y motean mundialmente estos dos locos, representantes de dos naciones importantes: Estados Unidos y Corea del Norte. Los dos, evidentemente, están como las cabras locas por falta de pastos en las montañas. El rubio, copiando el oxigenado de Lauren Postigo; y el gordo, que se harta de rabo de toro y que tiene un peinado que es del una montera mini de un torero del XVIII, tienen ganas de bronca, de bronca gorda. Los dos están como las chotas, y juegan a los misiles como si jugaran al parchís, Son como niños, niños cabrones, pero niños, unos hijos de putas muy grandes, porque ellos no quieren entender que en medio de sus países habitan muchos millones de personas. Les da igual. Un loco se convierte en Napoleón y otro en Hitler. Son los dueños del mundo, y misil va y misil viene nos tienen acojonados a todos los demás como si mandasen en nuestras vidas. Lo malo es que mandan y que nosotros somos una mierda.
Me encantaría que uno de los misiles de Corea del Norte cayese en plena azotea de la Casa Blanca y, el norteamericano en el Palacio del Sol, para que todo se convirtiese en sombra perpetua, pero que nos salvásemos todos aquellos que no les reímos sus gracias a estos chiflados.
Después de muertos ellos, ¡Qué paseo más bonito por mi Triana!
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