domingo, 27 de agosto de 2017

DESDE MI TORRE: MANIFESTACIONES


Yo tampoco tengo miedo, ni siquiera de decirlo en español y en Cataluña. ¡NO TENGO MIEDO! Ya está bien de miedos de un lado y de otro, ya está bien de ser cobardes e ir nadando según la corriente que va marcando la vida. Nací en los inicios de la posguerra española, cuando mis abuelos, mis padres, mi familia entera seguían acojonados. Nací y crecí con la boca sellada, y mi gente me fue educando como si fuera un niño que no tuviera derecho a la sonrisa. Pero no tuve más remedio que crecer y darme cuenta muy pronto de la mentira de tantos cuentos, como decía el zamorano León Felipe. Y ahora, cuando estoy limpiando la cuchara por si tuviera que entregarla pronto, me quieren seguir durmiendo con los mismos cuentos, con las mismas historias de las dos Españas, con las mismas milongas de siempre. Y no estoy dispuesto.

No le tengo miedo a quienes quieren desmembrar mi país de nacencia y que están poniendo de los nervios a todos cuantos lo amamos, a pesar de sus malos gobernantes. No le tengo miedo a la izquierda ni a la derecha, a cuantos -como Ciudadanos o Podemos- se arriman al pesebre como hacen los demás. No le tengo miedo ni a ese Dios tan poco benevolente que parece autocomplaciente con su obra y del que se hizo su dueño el Vaticano: la cueva de Alí Babá de innumerables tesoros y foco principal de pederastas.

Esperé la manifestación del sábado en Barcelona por ver si algo había cambiado después de unos asesinatos sin sentido. Y me encontré que no había manifestación contra los asesinos, sino contra el legítimo gobierno salido de las urnas, contra el rey, contra todo lo que no significase adherirse al proceso de independencia que cuatro locos preparan para desestabilizar la convivencia.

¿Contra quién gritó la manifestación de Barcelona? ¿A quién silbó y abucheó? No a los criminales, no a los fanáticos de la yihad, tan incrustada en el tejido independentista, no a los imanes que se saltan las reglas de esa llamada religión de la paz, no a los que están consiguiendo -a pesar del gran pueblo que habita la Comunidad- que Cataluña sea la región más odiada de España. Gritaron al rey, al gobierno y a su presidente, a cuantos se desplazaron a Barcelona para unirse a su dolor. Nada tenía que ver con los asesinatos de la semana anterior: era una manifestación de odio hacia todo lo español, un canto a la independencia, un alegato contra el poder establecido.

No, políticos catalanes independentistas, yo no os tengo medio, os tengo pena. Hay muchas clases de tontos, y vosotros, los políticos catalanes, fuisteis el sábado los tontos con balcones a la calle para que al fin todo el mundo se diera cuenta de la cantidad de gilipollas que aún viven en España.

5 comentarios:

  1. Es para estar preocupados, querido Emilio. La amenaza terrorista existe y hay que luchar contra ellos de una manera contundente. La manifestación de Barcelona ha sido una vergüenza nacional.

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  2. Abría que lamentar, la caída de la moral y la educación que han producido estos lodos y que desde hace muchos años, se reciba una enseñanza que genera rencor, barbarie y luego se quiere solucionar; con un minuto de silencio o una manifestación por las víctimas del terrorismo y en ella, “puedan destacarse quien no está por la doliente causa”.

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  3. Gracias a todos. Siento haberos contestado tan tarde por un problemilla informático que me ha resuelto mi hija Myriam. Yo, como español y amante de Cataluña, estoy muy preoucpado, Ni Cataluña, los catalanes normales, se merecen lo que está pasando, ni España tenemos la culpa de políticos tan chungos e incompetentes. Gracias a todos.

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