Entre las ocurrencias dialécticas de una economía que Mariano Rajoy desconoce -a pesar de sus muchos asesores-; la intriga por el Poder entre Sánchez y Susana Díaz; la casi desaparición cantada de IU; la absoluta del Partido Andalucista; el mamarracho público de los partidos independentistas; la bajada de tensión de Podemos y la subida de la de Ciudadanos; y el oficio antiguo de nadar y querer guardar la ropa de los otros adláteres de la cosa, España, nuestro país, está en un continuo Carnaval para ver quién dice las mayores barrabasadas y en el menor espacio temporal. ¡Qué de barbaridades de un tiempo a esta parte! ¿Se nota que hay próximas elecciones?
Ahí tienen la imagen de Kichi -al que nadie conoce por José María González Santos-, exhibiendo el bastón de mando de Cádiz -la trimilenaria ciudad de occidente, reina de la Constitución de 1812, "La Pepa"- como si lo estuviese recibiendo en el proscenio del teatro Falla de su tierra de acogida en un premio de comparsas. Es patético que un licenciado en Geografía e Historia desconozca los orígenes, el saber y el bien estar de cuantos han ido conformando esta tierra andaluza a través de los siglos, acumulando una extraordinaria Cultura que ha sido faro y guía de toda la Humanidad. Pero los tiempos cambian, y ahí está Kichi contradiciendo, en sólo una fotografía, la Historia y la Geografía que lo acogió desde hace casi cuatro décadas. A él no le vale la corbata, ni el traje oscuro, ni el ceremonial, según el antiguo refrán -que goza de muchas interpretaciones-, ignorando que el hábito no hace al monje, pero sí es cierto que lo distingue.
Ha dicho muchas barbaridades desde que ascendió a la alcaldía gaditana el 13 de junio de este año, sustituyendo a Teófila Martínez, con muchos años en el cargo. ¡Cosas -y buenas- de la regeneración política y de la modernidad de las urnas! Lo que me pregunto es cómo un pueblo tan sabio como el gaditano puede elegir a este alcalde que se presentó a la municipales "Por Cádiz, Sí se Puede", una filial de Podemos, nacida de la filosofía de indignados del 15-M, que ya va a la deriva.
Bueno, a lo mejor me estoy pasando y no contemplo en esta indignación personal que la Democracia es la mejor de las dictaduras. Sólo sé -porque se ha difundido mucho en todos los medios de comunicación, tanto de izquierdas como de derechas-, que el alcalde de Cádiz, al que llaman en señal de respeto Kichi, se reía ante los insultos de un ciudadano que se cagaba en los muertos de la Guardia Civil y de la Policía en el acto en el que el sorprendente alcalde daba cuenta de sus cien días de gobierno municipal. Por cierto, 100 días de nada.
¿Qué hubiésemos sentido si alguien se caga en todos los muertos de José María González en un acto público? Yo, personalmente, lo hubiese sentido como cosa propia y lo hubiese denunciado públicamente. No me hubiese reído, ni sonreído, para nada. Y creo que él hubiese tomado las medidas pertinentes. O no. A lo peor -para toda España- es que se hubiese puesto la nariz de bufón, hubiese pasado por la sala de maquillaje, y hubiese salido al escenario de este nuestro triste país gritando en su comparsa de siempre: ¡Esto es Carnaval, esto es Carnaval, esto es Carnaval...!
Triste y perpetuo carnaval español en los que unos se ponen la careta de la desvergüenza para defender el Poder, y otros ya las llevan puesta desde nacencia, como el señor Kichi.
Carnaval. Triste Carnaval para la hambruna de España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario