martes, 6 de agosto de 2013

DESDE MI TORRE: CUANDO AGOSTO VACÍA LAS CIUDADES


Aunque llevamos varios años en los que las ciudades se quedan menos vacías por esta interminable crisis que siempre dicen los políticos que ya está para acabar, pero que nunca acaba, sí se nota algo en las grandes urbes que algunos privilegiados se van de veraneo, y otros a buscar de nuevo el refugio, como antaño, de los familiares que aún residen en los pueblos, en los que pasarán las fiestas de la Patrona, se reencontrarán con los viejos amigos y hasta tendrán la suerte de volver con algunas viandas de la matanza del pasado año para ir tirando un poco en este próximo mes de tantos gastos: la subida de la luz, los colegios, las matrículas...

En agosto todo parece que se muere en nuestro país. En este año, la verdad es que todo está muerto. Veo que muchos comerciantes, para no sentir la vergüenza de abandonarlo todo delante de los vecinos, están echando los cierres de sus negocios, no por vacaciones, sino para siempre. Recuerdo que hace muchos años, en la antigua "plazabastos" de Triana, Enrique "El Carnicero" -que, además, apuntaba muy bien el cante por Soleá- ponía por estas fechas un cartel que decía: "Estimada clientela, me voy a Sanlúcar hasta que se me acabe el dinero". Hoy sería imposible poner tal advertencia, ya que el dinero te lo habrá quitado Montoro por el camino, asfixiándote hasta tener que cerrar tu modo de vida y tener que pasar el resto que te quede de ella encomendándote a Dios y despotricando del Gobierno.

Lo único que se nota de bueno en estos días es que los lanceadores de amenazas, de insultos e impuestos desde el Congreso, están de vacaciones, afortunadamente. Sin ellos, podemos dormir tranquilos, con mucho calor, pero tranquilos. Al menos, durante un mes -aunque el primer día de él ya nos lo amargaron Rajoy y Rubalcaba con la parodia del debate de Bárcenas-, podremos levantarnos sin el temor de desayunarnos con una noticia política desagradable. ¡Albricias, aunque no sean eternas las felicidades ni los buenos momentos! 

Ya mismo, a la vuelta de la esquina, sobre mediados de este mes,  nos ofrecerán la píldora del fútbol para anestesiarnos colectivamente. España ya no pensará en la crisis, ni en el paro, ni en posibles huelgas. Todo el país se lanzará a los grandes, medianos y pequeños estadios, lucirá gorras y camisetas de sus equipos, chillará como si se hubiesen cerrado todas las fábricas y negocios, pero menos que si pierde el Madrid o el Barcelona o sin un árbrito -¡¡¡Hijooo de putaaa...!!!- se come un penalty. Con el fútbol comienza el nuevo año de esta España que no hay quien la entienda, por mucho que este deporte -que paga 120 millones de euros a un jugador, aún debiendo millones y más millones a Hacienda y la Seguridad Social, lo que alegremente se permite- naciera entre amigos en Huelva, clara ciudad de un paro tremendo, creado por aquellos ingleses que vinieron a explotar nuestras minas.

En agosto, cuando se quedaban vacías la ciudades -que ya no-, se disfrutaba de la soledad de las calles, de la tranquilidad para poder visitar sus monumentos, de la tertulia amigable a las puertas de las casas. Ni las terribles calores de nuestros días dejan a las ciudades huérfanas de sus habitantes, con lo que cada día es más difícil darle la razón a Antonio Machado cuando, en su "Cancionero apócrifo", ponía en labios de Abel Infanzón:

¡Oh maravilla,
Sevilla sin sevillanos, 
la gran Sevilla!

Ampliemos este ejemplo a España, ya que verdaderamente sólo tenemos lo que nos merecemos.

Me gustaría ser en estos días en los que la calor me consume: la climatológica y la de nuestra pasividad, uno de estos niños desnudos de esta calle sevillana pidiendo a gritos al "regaor" de turno un chorro de agua fría con aquella frase que todos los niños de mi edad -ya con más de sesenta tacos de almanaque- sabemos de memoria: ¡Bombeeero, aguaaa quieeero...! Nos va a hacer mucha falta cuando vuelvan los políticos.

2 comentarios:

  1. Bombero, agua quiero... y el de la manga volvía hacia nosotros el chorro. ¿Cuantos años, Emilio?
    ¿Y qué me dice de esa foto? Creo que resume mucho tiempo vivido en sus blancos/negros. A ver si puede decirme donde está hecha. Un saludo y enhorabuena.

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  2. Querido José Luis: No te puedo decir dónde se realizó la imagen, porque son de esas que uno guarda como recuerdos de la niñez. Evidentemente sé que está tomada en Sevilla, y ahondando en las entrañas del ordenador se podría sacar su origen.
    Lo principal es si te gustó, o no, el artículo.

    Un abrazo.

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