
LA ABSOLUCIÓN
Fui a confesarme al cura de mi aldea
de que había hecho el amor a una paisana,
y el curato, ya viejo mente insana,
quería saber su nombre. -¿Usted bromea?
le dije, chamuscándole la idea
de enterarse quién era la aldeana.
-¡sí el pecado, mas nunca la cristiana
que me hizo tan feliz en la berrea!
-Niño, ¿fue Charo, Marta, Dolorcita,
Jesusa, Patrocinio, la Paquita,
la que habita el cortijo de "Altasvistas"...?
El párroco cogió un gran sofocón
y se negó a impartirme absolución,
mas, sin querer, me dio cientos de pistas.
Emilio Jiménez Díaz
"Pecados veniales. Coñografías"
1999
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