1
Como el almendro florido
has de ser con los rigores,
si un rudo golpe recibes
suelta una lluvia de flores.
2
Antes que el sepulturero
haya cerrado mi caja,
echa sobre el cuerpo mío
tu mantilla sevillana.
3
Tiro un cristal contra el suelo
y se rompe en mil cristales,
quiero borrarte del pecho
y te miro en todas partes.
4
Sobre su negro ataúd
daban las gotas del agua,
¡qué lejos el cementerio
y qué noche tan amarga!
5
A las puertas de la muerte
sentado habré de aguardarte;
no faltarás a la cita,
allí te espero, ya sabes.
6
Allá en el fondo del río
cuando nada turba el agua,
palpita de las estrellas
el hormiguero de plata.
7
Aprovecha tus abriles
y ama al hombre que te quiera,
mira que el invierno es largo
y corta la primavera.
8
Para alcanzar las estrellas
sonda el cisne la laguna;
en el mar de los amores
yo soy cisne y tú eres luna.
9
A la luz de tu mirada
despido mis penas todas,
como a la luz de los astros
la hoja despide la sombra.
10
No soy dueño de mí mismo
ni voy donde a mí me agrada,
atado llevo el deseo
al hilo de tu mirada.
Salvador Rueda
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