ACACIAS
la flor de las acacias,
el hambre de aquel niño.
El hambre, el hambre,
el hambre
la saciaba aquel niño
con racimos de acacias.
Sí, eran tiempos de hambre,
de estómagos vacíos,
en aquella mi amada Andalucía
en donde, por fortuna,
gran fortuna, abundaban
las hermosas acacias
que, en flor dulce de vida
y blancas de inocencia,
le paliaban el hambre
a los niños hambrientos como yo.
México D. F. 15 Abril 2011
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