Bajo la espesa niebla, San Basilio alza sus cúpulas, matizada su azulejería de corte bizantino.
Mira fijo el soldado los horizontes de sus adentros buscando un ayer de príncipes y
patriarcas, zares, lujo y esplendor que habitaron en el Kremlin besado por el Moscova.
La bruma cubre el Bolshoi y la Plaza Roja, la vida de la ciudad y la de los hombres que la habitan.
La niebla borra las huellas
de unas cúpulas que encienden
su color si el sol las tienta.
Pero el sol no quiere hoy
poner oros sobre ellas.
Mira fijo el soldado los horizontes de sus adentros buscando un ayer de príncipes y
patriarcas, zares, lujo y esplendor que habitaron en el Kremlin besado por el Moscova.
La bruma cubre el Bolshoi y la Plaza Roja, la vida de la ciudad y la de los hombres que la habitan.
La niebla borra las huellas
de unas cúpulas que encienden
su color si el sol las tienta.
Pero el sol no quiere hoy
poner oros sobre ellas.
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