Entre los días más hermosos de mi infancia se encuentran aquellos en los que mis padres me llevaban al cine de verano, normalmente los sábados. Triana, con los nuevos tiempos, se ha ido quedando huérfana de estos solares de esparcimiento y gozo donde las familias se quitaban, en aquellos años de posguerra, y por un escaso par de horas, parte de las miserias que rodeaban sus hálitos de vida.
En nuestro arrabal, de los que yo recuerde, estaban el San Jacinto, donde hoy se inicia la avenida de Santa Cecilia; el Giralda, frente a las antiguas cocheras de tranvías, lugar que hoy ocupa el ambulatorio Amante Laffón; el Estrella, junto al colegio San Jacinto, en el solar donde hoy se alza el Hotel Zenit; el Evangelista, en la calle del mismo nombre; el San Telmo, en Plaza de Cuba; el Emperador, en la Cava de los Gitanos; uno que no recuerdo su nombre en la Avenida de Alvar Núñez..., pero los dos cines de verano por excelencia eran el Avenida, junto al cuartel de la guardia civil en la calle Pagés del Corro, y el Alfarería, el más señorito y cómodo, con el anuncio de su "selecta nevería".
Lo de menos eran las películas. Lo de más el papelón de pescaíto frito, acompañado de sus roscas y su manojo de rabanitos frescos. A mi padre sólo le gustaban las películas de humor, "las de risa", como así se les decía: Antonio Riquelme, Fernán Gómez, Antonio y José Luis Ozores, Tony Leblanc, Pepe Isbert, Gómez Bur, Manolo Morán..., estos eran sus actores, más un italiano al que él apreciaba mucho, no sé por qué, llamado Aldo Fabrizi, del que me hizo ver tres o cuatro veces una película llamada "El maestro" que aún guardo en mi memoria, y que era la única que no era precisamente de humor. Las demás, entrañables cuando he podido visionarlas de mayor, "Bienvenido, Mr. Marshall", "Once pares de botas", "El fenómeno", "Historias de la radio", "Los ladrones somos gente honrada", "Manolo guardia Urbano", "El tigre de Chamberí", "Los tramposos", "Los económicamente débiles", "El cerro de los locos", "Recluta con niño", "Marcelino pan y vino"... Las del Oeste, las reservábamos mi primo y yo para el cine Rocío, disfrutando con el general Custer y con los sioux y los cheyenes en "El Séptimo de Caballería", mientras hacíamos compás levantando y dejando caer los asientos de maderas cuando volaban los caballos hasta el fuerte Lincoln...
La vida se nos colaba a través de la pantalla. Nos gustaban hasta los anuncios proyectados de cristales tintados con la publicidad de Muebles Rodry o Ferretería Lázaro, realizados por los publicistas de las agencias Alas o Baltri. Se nos avivaban los ojos y olvidábamos los malos ratos de las vacunas antituberculosas, del alcohol de las heridas y el espulgo diario de los piojos cuando volvíamos del colegio. La vida, ante la gran pantalla de un cine, se nos llenaba de sensaciones y terminaba por alegrarnos las muchas horas en las que habitaba la miseria.
En nuestro arrabal, de los que yo recuerde, estaban el San Jacinto, donde hoy se inicia la avenida de Santa Cecilia; el Giralda, frente a las antiguas cocheras de tranvías, lugar que hoy ocupa el ambulatorio Amante Laffón; el Estrella, junto al colegio San Jacinto, en el solar donde hoy se alza el Hotel Zenit; el Evangelista, en la calle del mismo nombre; el San Telmo, en Plaza de Cuba; el Emperador, en la Cava de los Gitanos; uno que no recuerdo su nombre en la Avenida de Alvar Núñez..., pero los dos cines de verano por excelencia eran el Avenida, junto al cuartel de la guardia civil en la calle Pagés del Corro, y el Alfarería, el más señorito y cómodo, con el anuncio de su "selecta nevería".
Lo de menos eran las películas. Lo de más el papelón de pescaíto frito, acompañado de sus roscas y su manojo de rabanitos frescos. A mi padre sólo le gustaban las películas de humor, "las de risa", como así se les decía: Antonio Riquelme, Fernán Gómez, Antonio y José Luis Ozores, Tony Leblanc, Pepe Isbert, Gómez Bur, Manolo Morán..., estos eran sus actores, más un italiano al que él apreciaba mucho, no sé por qué, llamado Aldo Fabrizi, del que me hizo ver tres o cuatro veces una película llamada "El maestro" que aún guardo en mi memoria, y que era la única que no era precisamente de humor. Las demás, entrañables cuando he podido visionarlas de mayor, "Bienvenido, Mr. Marshall", "Once pares de botas", "El fenómeno", "Historias de la radio", "Los ladrones somos gente honrada", "Manolo guardia Urbano", "El tigre de Chamberí", "Los tramposos", "Los económicamente débiles", "El cerro de los locos", "Recluta con niño", "Marcelino pan y vino"... Las del Oeste, las reservábamos mi primo y yo para el cine Rocío, disfrutando con el general Custer y con los sioux y los cheyenes en "El Séptimo de Caballería", mientras hacíamos compás levantando y dejando caer los asientos de maderas cuando volaban los caballos hasta el fuerte Lincoln...
La vida se nos colaba a través de la pantalla. Nos gustaban hasta los anuncios proyectados de cristales tintados con la publicidad de Muebles Rodry o Ferretería Lázaro, realizados por los publicistas de las agencias Alas o Baltri. Se nos avivaban los ojos y olvidábamos los malos ratos de las vacunas antituberculosas, del alcohol de las heridas y el espulgo diario de los piojos cuando volvíamos del colegio. La vida, ante la gran pantalla de un cine, se nos llenaba de sensaciones y terminaba por alegrarnos las muchas horas en las que habitaba la miseria.
El cine de la Avenida de Alvar Núñez se llamaba "San Gonzalo". También estaban el Gran Vía, el cine Tejares, el Triunfo, Los Rosales, el cine Valencia... y otros más antiguos y más modernos. Algunos de los citados tuvieron una existencia efímera; cualquier descampado se aprovechaba para montar un cine de verano.
ResponderEliminarEl más cercano a tu casa fue el Valencia, montado sobre el solar que luego ocupó la peña sevillista de la calle Pureza. Funcionó dos o tres temporadas; desapareció cuando tú eras muy chiquitín y por eso no está entre los tuyos.
El "San Gonzalo", claro está. Se me había olvidado el nombre por completo.De los demás no me acuerdo de ninguno. En mi época estaba también el Santa Cecilia. Y de invierno recuerdo el Triana Cinema -que daba también sesiones de variedades y luego se llamó Astoria-Los Remedios, el Emperador y el Rocío, y ya más modernamente del Fantasio. No sé si hubo alguno de invierno más.
ResponderEliminarEl que escribe conoció muy poquitos de esos cines. Llegué a Sevilla con 13 años y frecuentaba el Emperador y Fantasio. Y en la calle Aracena hubo uno , creo llamado "Chaplin", que tuvo una vida efímera (hoy es un Maxi-Día).
ResponderEliminarAprovecho este blog para agradecer D. Emilio, al Sr. Vela por su fantástico libro: "Triana: Un barrio de Cine". Gracias a su libro tuve en su día conversaciones con mis padres entrañables.
Efectivamente, allí estaba el Chaplin, que luego se convirtió en una especie de pub con espectáculos. Yo iba allí mucho de recién casado porque vivía muy cerca.
ResponderEliminarEl libro de Ángel Vela "Triana, un barrio de cine" es sencillamente magnífico.
Están nombrados todos los de invierno. Recuerdo ahora el de los Salesianos que tenía una sesión económica para el público después de "la gloriosa" que disfrutaban los alumnos. Y el último, el Corona Center, instalado en el fin de de la Cava de los gitanos.
ResponderEliminarGracias por vuestra opinión sobre "Triana, un barrio de cine". Desde luego no hay barrio en el mundo más "de cine", en todos los aspectos.
Anotamos también el "Corona Center". El de los salesianos no lo nombré por haber sido, especialmente, un cine del colegio, en el que tanto disfruté.
ResponderEliminarHola, me ha dado mucha alegria encontrar el Cine Valencia que desde hace tiempo trataba de buscar en la hemeroteca de ABC. Sí, el cine Valencia lo montó mi padre Antonio Martinez Tomás por los años cincuenta, mientras se hacian los planos para construir las 22 viviendas más negocios y sótanos.Calle Juan de lugo,esquinas Pureza y Betis. Alli, pasabamos las noches de verano oliendo a jazmin y comiendo el pescaito frito..., guardo muy buenos recuerdos de aquellos años. Atentamente,Teresa Martinez Vercher
ResponderEliminarGracias de corazón por esta importante aportación.
ResponderEliminarAquí faltaba yo, miarma. Gracias por mencionar a Ferretería Lázaro, Ricardo fue padrino de bautismo de mi hermano Eusebio y mío...
EliminarFue durante mucho tiempo un destacado comercio trianero, y una persona de la que guardo un recuerdo imborrable...
Un abrazo.
Hubo también un cine Valencia en Bellavista, que empezó a funcionar en 1951. Su propietario era de Benifayó, le llamaban "el valenciano" y se llamó Enrique Giménez Moltó.
ResponderEliminarGracias por su información valiosa.
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