duerme su dulzura entera
arrullando sus fronteras
un cielo de azul cobalto.
Mis ojos, de salto en salto,
Mis ojos, de salto en salto,
se posan sobre su cuerpo
-senos de espiga y de huerto
que me elevan a su altura-.
Y frente a tanta hermosura
Y frente a tanta hermosura
parecen mis ojos muertos.
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