XXXVI
De la torre medieval
-gótica por sus conopios
y barroca en su final
con chapitel de azulejos-
yo oí decir una vez
que a su veleta
De la torre medieval
-gótica por sus conopios
y barroca en su final
con chapitel de azulejos-
yo oí decir una vez
que a su veleta
la agujereó un marqués
con un tiro de escopeta
desde lejos.
XXXVII
Calle arriba se encarcela
el aire por la Plazuela:
Ciudadela
con cárcel sin carcelero
y una agónica candela
en la noche de Febrero.
XXXVIII
Más corazón que razón,
Aurelia va por la acera
-chal y botín de tacón-.
Salud la ciega hace son
golpeando su bastón.
A su vera
habla Frasco el alguacil.
Y un civil
por la otra acera
camina.
Sopla un ventarrón de Abril
jugando a las cuatro esquinas.
XXXIX
En el aire
un carnaval de voces
fingidas, desgarradas, marchitas
y feroces
por el Paseo grita:
-¡No! ¡Que no me conoces!
¡Que no me conoces!
XL
Las siete:
-¡Molletes
que van calientes...!
Rumor de gente.
-Siete y media... ocho... nueve...
Tocan a misa.
Charlas y risas.
Llueve
un chaparrón pasajero.
-¡El panadero...!
Las diez, las once, las doce...
Muchas nás risas y voces.
El pregón de mediodía
que es como una letanía:
-¡Pimientos, ajos, sandías!...
XLI
Verano, fuente del Llano,
sonoro espejo redondo
con cielo turbio y lejano
en las verdinas del fondo.
Mujeres -el sol de plano-
y en las caderas, orondo,
el cántaro cotidiano.
...Y niños samaritanos
bebiendo agua en lo hondo
de la palma de su mano.
XLII
Cruce donde uno imagina
que son playas las veredas,
que el arroyo es mar abierto
y el pozo de la Medina
es un barco que se queda
medio hundido junto al puerto.
FINAL
Callejeaba perdido
de tanto callejear.
A la sombra del olvido
azuleaba la cal.
Laberinto de salida
de algo que ya no es así.
...Hoy por las calles dormidas
del blanco pueblo infantil
sigue perdida mi vida.
con un tiro de escopeta
desde lejos.
XXXVII
Calle arriba se encarcela
el aire por la Plazuela:
Ciudadela
con cárcel sin carcelero
y una agónica candela
en la noche de Febrero.
XXXVIII
Más corazón que razón,
Aurelia va por la acera
-chal y botín de tacón-.
Salud la ciega hace son
golpeando su bastón.
A su vera
habla Frasco el alguacil.
Y un civil
por la otra acera
camina.
Sopla un ventarrón de Abril
jugando a las cuatro esquinas.
XXXIX
En el aire
un carnaval de voces
fingidas, desgarradas, marchitas
y feroces
por el Paseo grita:
-¡No! ¡Que no me conoces!
¡Que no me conoces!
XL
Las siete:
-¡Molletes
que van calientes...!
Rumor de gente.
-Siete y media... ocho... nueve...
Tocan a misa.
Charlas y risas.
Llueve
un chaparrón pasajero.
-¡El panadero...!
Las diez, las once, las doce...
Muchas nás risas y voces.
El pregón de mediodía
que es como una letanía:
-¡Pimientos, ajos, sandías!...
XLI
Verano, fuente del Llano,
sonoro espejo redondo
con cielo turbio y lejano
en las verdinas del fondo.
Mujeres -el sol de plano-
y en las caderas, orondo,
el cántaro cotidiano.
...Y niños samaritanos
bebiendo agua en lo hondo
de la palma de su mano.
XLII
Cruce donde uno imagina
que son playas las veredas,
que el arroyo es mar abierto
y el pozo de la Medina
es un barco que se queda
medio hundido junto al puerto.
FINAL
Callejeaba perdido
de tanto callejear.
A la sombra del olvido
azuleaba la cal.
Laberinto de salida
de algo que ya no es así.
...Hoy por las calles dormidas
del blanco pueblo infantil
sigue perdida mi vida.
El pueblo y los paisanos de Paulino González pueden sentirse orgullosos por haber tenido tan cerca a un paseante como él. Fantástico cicerone y la más hermosa guía para forasteros. No sabía que Paulino era un poeta de tal calibre.
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