No hay duda de que una de las canciones que se hicieron más famosas en la primera mitad de los años treinta, y que continuó su merecida fama hasta nuestros días, fue "La bien pagá", estrenada por una desconocida Pastora Solís, pero cuya creación inmortal que conocemos viene de la voz e interpretación del malagueño Miguel Frías de Molina, conocido en el mundo del espectáculo como Miguel de Molina. Con letra de Ramón Perelló y música de Mostazo, no llegó a cuajar en su presentación, pero al poco tiempo se convirtió en la canción más popular, siendo hasta nuestros tiempos una de las más versionadas por artistas tan prestigiosas como Concha Piquer. Con ciertos retoques en la letra para que le sirviera a él, que nunca negaba su condición homosexual, su gran canción quedó así:
Ná te pío, ná me llevo,/ si fui malo o bueno, orvíalo ya; he pagao con oro tu carne morena;/ no mardigas, paya, que estamos en paz./ No te quiero, no me quieras;/ si tú me los diste yo ná te pedí./ No me eches en cara que tó lo perdiste,/ también a tu vera yo tó lo perdí.// Bien pagá,/ que tú eres la bien pagá,/ porque tus besos compré/ y a mí te supiste dar/ por un puñao de parné./ Bien pagá, bien pagá,/ bien pagá fuiste, mujer.// No te engaño, quiero a otra./ No pienses por eso que falsa me fue./ No cayó en mis brazos, me dio solo un beso,/ el único beso que yo no compré./ Ná te pío, ná me llevo,/ entre estas paredes tó me lo dejé:/ joyas y vestíos que tú me pediste,/ mi nombre y mi vía que yo te entregué.// (Refrán).
En estos últimos capítulos de las canciones anteriores a 1936, no quiero olvidarme de algunos de los títulos e interpretaciones más singulares de esta vorágine que entró con la sicalipsis y varietés, continuó con los cuplés, chotis, charlestón, fox-trot y pasodobles, y acabó llegando, como he dicho en varios apartados, a la canción española, adjetivada más tarde simplemente como copla.
Una de las composiciones singulares que no debo pasar por alto es la que interpretaba la omnívora Raquel Meller en 1929 con el título "La más plantá", subtitulada como "La taquimeca", con letra de Sarachaga y Ángel Hernández de Lorenzo, y música de Bertrán Reyna:
A pesar de ser una taquimeca,/ afiliada a la checa,/ tengo la pretensión/ de lucir, cuando llega una verbena,/ en mi carne morena,/ el clásico mantón./ Y lo mismo que alterno en el Palace/ los días que me place,/ en plan de niña bien,/ sé endiñar, si es preciso, una paliza/ como la más castiza/ del barrio Lavapiés.// Y a mí, no sé por qué, me tién dentera/ las chicas de mi barrio,/ por postinera./ Y cuando paso de esta manera,/ "ahí va la postinera"/ oigo exclamar/ y es la verdad,/ pues no hay otra más chula/ ni más plantá.// Y después de salir de la oficina,/ un baño en la piscina/ acostumbro a tomar,/ porque ya no resulta desatino/ que el sexo femenino/ se ponga a refrescar./ También voy por la tarde al bar Chicote/ y allí me pego un lote/ de gambas y cocktel/ y si encuentro un pollito que me llena,/ me voy a la verbena/ a subir al carrusel.// (Refrán).
Otra de las canciones que no debemos olvidar de la aragonesa es la especie de vals que escribieron expresamente para ella Salvador Valverde y Rafael de León, con música del maestro Quiroga, que estrenó en el Teatro Coliseum de Madrid el año 1929. "Bajo los puentes del Sena", es una de esas composiciones hermosas que después fueron versionadas. Entre otras, hicieron su versión Lilian de Celis, Sara Montiel, y una genial Olga Ramos:
Noche de verano de la Place Pigalle./ Iba yo sin rumbo y sin rumbo él,/ y, sin darnos cuenta, como algo fatal/ nos unió el destino trágico y cruel./ Luces en el cielo claro de París./ Música en el aire, aspas del "Moulin".../ Él como Rodolfo, yo como Mimí/ nos sentimos presos en el mismo afán,/ y, al decirle, alegre: -Llévame al "Moulin",/ tristemente dijo: -Ma petite cherie,/ je n'ai pas d'argent...// Bajo los puentes del Sena/ se abrían a sus besos mi boca en flor./ Bajo los puentes del Sena/ fue mi primera noche de amor./ Bajo los puentes del Sena/ vivimos horas de eternidad,/ de amor y ventura,/ bohemia y ternura/ y felicidad.// La bohemia aquella para mí pasó./ Sueños de misterio y amor que se fue./ Hoy, París es mío, y ahora luzco yo/ joyas y vestidos de la rue de la Paix./ Una noche fría del invierno gris,/ salimos en auto desde el "Tabarín",/ y, por ver cubierto de nieve París,/ fuimos donde locos y mendigos van/ y entre el hampa aquella le reconocí./ Tristemente dijo: -Ma petite charie,/ toujours sans argent...// Bajo los puentes del Sena/ mi boca amante le dio calor.../ Bajo los puentes del Sena/ fue mi segunda noche de amor./ Bajo los puentes del Sena/ quise ofrecerle felicidad.../ Mas, en su locura, cambió mi ventura/ por su libertad.
Del mismo año (1929) es "Si vas a París papá", con letra y música de Álvarez Oropesa y Ledesma, un charlestón coreable con ritmo de fox-trot que viene de un baile que hizo furor en Estados Unidos, alrededor de 1910, llamado "One-Step". Una de las mejores versiones la realizó Olga Ramos:
A París va papá y no dice para qué/ si a ver el Moulin Rouge o buscar algún bebé./ A París va papá en el rápido de Irún/ no se sabe si a negocios o se marcha al buen tuntún./ Y ya en la estación todo es preguntar/ todo es suponer y rumorear/ y su hijita al ver que se va papá/ se puso a gritar desde el andén.// Si vas a París papá, cuidado con los apaches,/ si en juerga de táxis vas procura salvar los baches./ Si vas a París papá no comas foiegrás de pato/ ni vayas al cabaret si quieres pasar el rato./ Te irás al bazar y allí un muñeco a mí tú me comprarás/ lo mismo que a mi hermanito/ si vas a París papá.// Al volver de París en su casa se encontró/ dos bebés que aquí en Madrid su señora le encargó,/ y al sacar de aquel baúl otro nene que él compró/ ante aquella coincidencia la chiquilla de escamó./ Y se echó a reír y miró a papá/ como diciendo a mí nadie me la da/ y cogió al petit que era el chicarrón/ y se puso a cantar y empezó a buscar el biberón.// (Refrán).
Otra más que no debemos olvidar, creación de Mercedes Serós en 1932, con letra de Álvaro Retama y música de Luis Barta, fue "La chula de ayer y hoy", una crítica a las nuevas modas:
¡Qué bonitas iban antes/ las chulillas con su falda de percal planchao/ y luciendo los zapatos de charol/ con el mantón de espuma arrebujao./ Iban mirando con gachonería,/ marcando el paso con finura, así,/ y eran la esencia de la chulería/ desde las Peñuelas hasta Chamberí./ ¿Verdad que sí? ¡Fíjense en mí!// Con el pañuelo a la cabeza, así,/ luce la cara tanto como el sol/ y las chulapas iban por Madrid/ rindiendo siempre culto a lo español./ Eran castizas todas porque sí/ y, si llegaba el caso en la kermés,/ con su galán bailaban un chotís/ sabiendo dar las vueltas al revés.// Hoy en cambio las chulapas/ llevan todas el pelito suelto y ondulao/ y parecen cupleteras/ por lo finas que se han vuelto para su tocao./ Quiero hoy la chula ser peliculera,/ tener un piso con calefacción/ y, enamorada de un galán de cine,/ ya no quiere nada con un chulapón./ ¿Verdad que sí? ¡Chalás que son!// (Refrán)// Ya toda chula es una mujer chic,/ viste lo mismo que una niña bien,/ ya baila en el Palace o en el Ritz/ lo mismo que una dama parisién./ Y la verbena no le importa ya,/ que al organillo mata el saxofón./ Hoy en Madrid se puede asegurar/ que a la mujer le atufa lo chulón.
Para terminar por hoy, hemos elegido un chotis muy picaresco perteneciente a la revista "Las de Villadiego" y que popularizó Celia Gámez en 1933. Con letra de Emilio González del Castillo y José Muñoz Román y música de Francisco Alonso, "La Colasa", también subtitulada "Tabaco y cerillas", es una obra maestra de las varietés:
La Colasa de la calle del Batero,/ tié un negocio que por nada lo traspasa,/ los golfillos lleva siempre al retortero,/ porque son de los que buscan la fusión./ La Colasa cuando alguien se propasa/ y pretende introducirse en el negocio,/ un plantón con mucha gracia le da al socio./ La Cola...sa del Pavón.// Tabaco y cerillas,/ aquí no hay colillas./ Si quiere fumar no debe dudar./ Mi estanco está abierto y puede usté entrar./ Tabaco y cerillas,/ y qué cajetillas./ Ya llevo dos horas/ y aún no me estrené./ Tabaco y cerillas./ Estréneme usted.// Yo soy más chula que un ocho,/ tengo más humos que un tren,/ pa fumar de mi tabaco/ hay que ser un pollo bien./ Los que se fuman lo tuyo/ yo sé que son de postín./ Lo dices con intención,/ maldita sea, pero a mí/ plím, plím, plím.// Tabaco y cerillas,/ aquí no hay colillas./ Si quiere fumar no debe dudar,/ su estanco está abierto y puede usté entrar./ Tabaco y cerillas,/ y qué cajetillas./ Ya llevo dos horas/ y aún no me estrene./ Tabaco y cerillas./ Estréneme usted.
Para terminar por hoy, hemos elegido un chotis muy picaresco perteneciente a la revista "Las de Villadiego" y que popularizó Celia Gámez en 1933. Con letra de Emilio González del Castillo y José Muñoz Román y música de Francisco Alonso, "La Colasa", también subtitulada "Tabaco y cerillas", es una obra maestra de las varietés:
La Colasa de la calle del Batero,/ tié un negocio que por nada lo traspasa,/ los golfillos lleva siempre al retortero,/ porque son de los que buscan la fusión./ La Colasa cuando alguien se propasa/ y pretende introducirse en el negocio,/ un plantón con mucha gracia le da al socio./ La Cola...sa del Pavón.// Tabaco y cerillas,/ aquí no hay colillas./ Si quiere fumar no debe dudar./ Mi estanco está abierto y puede usté entrar./ Tabaco y cerillas,/ y qué cajetillas./ Ya llevo dos horas/ y aún no me estrené./ Tabaco y cerillas./ Estréneme usted.// Yo soy más chula que un ocho,/ tengo más humos que un tren,/ pa fumar de mi tabaco/ hay que ser un pollo bien./ Los que se fuman lo tuyo/ yo sé que son de postín./ Lo dices con intención,/ maldita sea, pero a mí/ plím, plím, plím.// Tabaco y cerillas,/ aquí no hay colillas./ Si quiere fumar no debe dudar,/ su estanco está abierto y puede usté entrar./ Tabaco y cerillas,/ y qué cajetillas./ Ya llevo dos horas/ y aún no me estrene./ Tabaco y cerillas./ Estréneme usted.
¡Qué gran manantial de canciones! Habría para más de un año, incorporando tres o cuatro diarias como hacemos en este blog, y con todo no llegaríamos a poner todas cuantas se crearon en los primeros 36 años del siglo XX. Había fecunda imaginación, extraordinarias artistas, grandes escritores y músicos y, lo que es más importante, muchas ganas de divertirse. Siempre, siempre, siempre, hay que dar las gracias a todos cuantos hicieron posible este manantial de arte que es, ciertamente, inagotable.
(En la fotografía, Miguel de Molina)
Conservo en vídeo varias películas protagonizadas por Miguel de Molina, un malagueño que nació artista para su pena y su gloria (o al revés). Su particularísima y delicada personalidad lo hizo diana de inquinas y envidias. Con la guerra le llegó su condena por cantarle en los hospitales a los heridos republicanos y por sentir como una mujer. Sin embargo, la entrevista que le hizo Carlos Herrera poco antes de su muerte en Buenos Aires (su querida Buenos Aires) quedó como modelo de lo que es ser todo un hombre, una persona íntegra capaz de llorar por una España que lo había olvidado aún después de muerto Franco. Maravilloso personaje y cantante singular como tantos de los que nos estás recordando, Emilio.
ResponderEliminarLa vida de Miguel de Molina fue una contínua pena. Tuve la oportunidad de ver aquella entrevista de la que hablas que le hizo Carlos Herrera y leer su autobiografía, publicada por Planeta en 1998, titulada "Botín de guerra", donde cuenta el secuestro del Teatro Pavón el 10 de noviembre de 1939 y la paliza y el gran susto que le propinaron varios cobardes fascistas comandados por José Finat Escrivá de Romaní, Conde de Mayalde, que entonces era Director General de Seguridad. ¡Qué gran mariconazo!; no Miguel, que nunca negó sus tendencias, sino la de este sinvergüenza, ejemplo de los peores instintos criminales de la derecha de entonces. Como personaje era genial: un hombre de escena, de teatro, preocupado porque todo saliera bien. Como cantante fue único, irrepetible y singular. Pero la guerra, ¡ay, que gran tristeza y luto es la guerra! Ninguna versión superó la de sus "Ojos verdes". ¡Qué pena de esta España siempre dividida en dos bandos siempre irreconciliables!
ResponderEliminarMe quito el sombrero ante Miguel de Molina. Andaluz universal como pocos y sobre todo cargado de humanidad. Tengo en la memoria muchas de sus canciones: "Don Triquitraque", "Te lo Juro Yo", "La Hija de Don Juan Alba", incluso algunas sevillanas como "Las Sevillanas del Espartero". Creo que a Miguel de Molina se le debe mucho en nuestra tierra.
ResponderEliminarLa voz de Miguel de Molina endulzaba la copla. Tuve la oportunidad de conocer a Francisco Infante Florido, hermano del que fue obispo de Córdoba, y paseé mucho -campo abierto- con otro de sus hermanos, Manolo. Los Infante Florido eran de Almadén de la Plata. Conservo poemas y relatos de Francisco, un extraordinario personaje de la Sevilla intelectual y artística de los cuarenta y cincuenta. Bueno, viene a cuento porque estoy hablando, como sabeis, del autor de la letra de "La hija de don Juan Alba". Escuchar su creación en la voz de Miguel de Molina fue una de las satisfacciones de su vida.
ResponderEliminarTengo muchas ganas de llegar a la época de los grandes éxitos de Miguel para comentar su vida y obra. Esa España terca y negra, que ya pintara Goya, estaba resucitada en la época que a él le tocó vivir. Los fascista lo echaron de España. Cantiflas -el gran mamaracho mexicano, tan amigo antes- le cerró las puertas. Miguel de Molina, al final de su vida -aparte de su gran legado artístico-, nos dejó su total integridad. La derecha española fue tan asesina en aquellos años...
ResponderEliminarEn tu serie, y como repite el presidente del Sevilla, "lo mejor está por llegar". Pero cuesta creer que se pueda mejorar lo escrito hasta ahora. No sabía lo de Cantinflas. Ya ves con lo bien que me caía... Estamos a la espera
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