sábado, 5 de junio de 2010

CANCIONES POR NUESTRAS VIDAS: UN ABRAZO A GARDEL (1)

Nos podrá gustar o no le podrá gustar a algunos, que es bien difícil, pero escuchar hoy sólo su nombre nos lleva a una época dorada de las canciones que entraron por nuestras vidas. Decir Carlos Gardel es remontarnos a unos tiempos en los que se enamoraron nuestros padres en aquella veladas de barrio y en aquellos cines de verano en los que, al final de la proyección de las películas, sonaban sus canciones y los novios se pegaban, bailando el tango como casi un pasodoble, buscando la cercanía del amor.

Tangos de Gardel en los bautizos corraleros, en las humildes celebraciones de bodas, en La Manigüa o en el Pasaje del Duque. Tangos de Gardel en una España de posguerra que aún vivía la nostalgia de sus canciones, archisabidas de memoria...

Decir Carlos Gardel es traer a la memoria de hoy unos tiempos perdidos en el espacio, pero siempre presentes en nuestra memoria. Nombrar a Gardel en Argentina es como mencionar al Gran Poder en Sevilla la madrugada del Jueves Santo. Es un dios, dios de la tierra que ningún argentino creía mortal. Dios de la copla del pueblo, de sus sentimientos, sus hambrunas, sus amores no correspondidos; dios de los amigos, del amor a media luz, de las cieguitas de los cien barrios porteños: Balvanera, Chacarita, Puerto Madero o San Telmo...; dios de una noche de borrachera en la que era conveniente "mamarse" para no pensar; dios de besos de fuego -¿cuántos hemos dado en nuestras vidas?-; dios de las mujeres que se enamoraban de él y dios de las que él se enamoraba; dios de su prostituta Estercita; dios del amor presumible de "El día que me quieras"...; dios de la mentira del mundo en su "yira" sincero; dios del desamor en "La cumparsita"; y dios de la nostalgia, como la que yo tengo por mi barrio marinero de Triana, acordándose de aquel Buenos Aires querido, al que nunca creía volver..., volver con la frente marchita y las nieves del tiempo plateando la sien...

Pocos artistas habrán tenido tanta biografía como él en todos los conceptos, comenzando por su propio nacimiento. Ni se sabe con seguridad quiénes fueron el padre y la madre, ni en que ciudad nació, si en la francesa Toulouse o en la uruguaya Tacuarembó, ni por qué tardó tantísimos años en nacionalizarse argentino (1923), ni por qué el destino, cuando estaba en la plenitud de su arte y éxito, le jugó una mala pasada el 24 de junio de 1935 en la propia pista del aeropuerto de Medellín. Letra para un tango.

Desde su infancia se distingue por su excelente voz entre los vecinos de su barrio del Abasto, que le ponen su primer mote artístico: "El Morocho del Abasto", gozando después, por culpa del cantante Betinotti, del de "El Zorzal Criollo", más tarde de "El Francesito", para acabar denominado como "El Mudo" en clara ironía humorística de su voz de oro. Letra para otro tango.

Sus inicios se forjan en un mano a mano con José Razzano, con el que forma grupo durante más de 15 años triunfando en Uruguay, Brasil y España, pero ya en 1920 Carlos Gardel comienza a cantar en solitario, triunfando por donde iba, volviendo a nuestro país en 1925 y comenzando a grabar sus primeros discos. Lo enganchan para el cine por aquello de que era un guapo galán que además cantaba superior, y forma una excepcional pareja profesional con el periodista y poeta Alfredo Le Pera, autor de la mayoría de los grandes éxitos de Gardel. Unión que sólo rompe la muerte de los dos en ese accidente fatídico. Un nuevo tango.

Es muy difícil, por no decir imposible, seleccionar lo mejor de Carlos Gardel, las mejores músicas y letras o las mejores interpretaciones. Todas eran, sencillamente, inigualables. Un autor de músicas carnavalescas, el uruguayo Hernán Matos Rodríguez, con letra de Pascual Contursi y Enrique Pedro Maroni, le pone el éxito en las manos con una composición que jamás se podrá olvidar de nuestras vidas: "La cumparsita", creada en principio para una marcha de carnaval de una comparsa de estudiantes:

Si supieras que aun dentro de mi alma,/ conservo aquel cariño/ que tuve para ti.../ Quién sabe si supieras/ que nunca te he olvidado,/ volviendo a tu pasado/ te acordarás de mí.../ Mis amigos ya no vienen/ ni siquiera a visitarme,/ nadie viene a consolarme/ en mi aflicción.../ Desde el día que te fuiste/ siento angustias en mi pecho,/ decí, percanta, qué has hecho/ de mi pobre corazón./ Sin embargo, yo siempre te recuerdo/ con el cariño santo/ que tuve para ti./ Y estás en todas partes,/ pedazo de mi vida,/ y aquellos ojos que fueron mi alegría/ los busco por todas partes/ y no los puedo hallar./ Al cotorro abandonado/ ya ni el sol de la mañana/ asoma por la ventana/ como cuando estabas vos,/ y aquel perrito compañero/ que por tu ausencia no comía,/ al verme solo el otro día/ también me dejó.

¿Quién no ha bailado alguna vez a media luz intentando acercarse a los dos medias lunas de unos pechos jóvenes? ¿Quién me puede decir que ni siquiera de oídas ha sentido alguna vez este tango hermosísimo? Carlos Gardel lo graba en 1924, aunque está tan vivo como ayer. Le pone la letra Carlos Lenzi y la maravillosa música Edgardo Donato. "A media luz" es una auténtica joya de la historia del tango, doblemente apreciada en la voz de Gardel:

Corrientes, 3, 4, 8,/ segundo piso, ascensor./ No hay porteros ni vecinos./ Adentro, cocktail y amor./ Pisito que puso Maple:/ piano, estera y velador,/ un telefón que contesta,/ una victrola que llora/ viejos tangos de mi flor/ y un gato de porcelana/ pa que no maulle el amor.// Y todo a media luz,/ que es un brujo el amor,/ a media luz los besos,/ a media luz los dos./ Y todo a media luz,/ crepúsculo interior./ ¡Qué suave terciopelo/ la media luz de amor!// Juncal 12, 24./ Telefonea sin temor./ De tarde, té con masitas; de noche, tango y cantar./ Los domingos, tés danzantes;/ los lunes, desolación./ Hay de todo en la casita:/ almohadones y divanes;/ come en botica, cocó;/ alfombras que no hacen ruido/ y mesa puesta al amor.// (Refrán).

Además de estos tangos tan cargados del aire nostálgico porteño, había distintos "gardeles" dentro de este Charles Romuald Gardés. Estaba el Gardel cantante, el actor, el enamorado -tuvo un breve romance con Imperio Argentina-, el alegre, el depresivo y el inteligente, tanto que, cuando le preguntaron en una entrevista si era partidario del divorcio, contestó como un sabio: -Debido a mi carrera, no soy partidario del casamiento.

Otra canción eterna de este francés o uruguaño argentino, fue "Caminito", cuya letra compuso Gabino Coria Peñaloza en honor de su pueblo de nacencia, y a la que puso música Juan de Dios Filiberto. La estrenó Gardel el año 1926, en los mejores años de su vida:

Caminito que el tiempo ha borrado,/ que juntos un día nos viste pasar,/ he venido por última vez,/ he venido a contarte mi mal./ Caminito que entonces estabas/ bordado de trébol y juncos en flor,/ una sombra ya pronto serás,/ una sombra lo mismo que yo.// Desde que se fué/ triste vivo yo./ Caminito amigo,/ yo también me voy./ Desde que se fué,/ nunca más volvió,/ seguiré sus pasos,/ caminito, adiós.// Caminito que todas las tardes/ feliz recorría cantando mi amor,/ no le digas si vuelve a pasar/ que mi llanto tu huella regó./ Caminito cubierto de cardos,/ la mano del tiempo tu huella borró,/ yo a tu lado quisiera caer/ y que el tiempo nos mate a los dos.

¡Qué sencillo el tango, ¿verdad?... y qué difícil contar una historia completa, una parte de tu vida, en unas cuantas frases! Observad analíticamente si no es una novela en medio folio este tango "Esta noche me emborracho", con letra y música de Enrique Santos Discépolo, y grabado por Gardel el año 1928:

Sola, fané, descangayada,/ la vi esta madrugada/ salir de un cabaret;/ flaca, dos cuartas de cogote/ y una percha en el escote/ bajo la nuez;/ chueca, vestida de pebeta,/ teñida y coqueteando/ su desnudez.../ Parecía un gallo desplumao,/ mostrando al compadrear/ el cuero picoteao.../ Yo que sé cuando no aguanto más,/ al verla así rajé/ pa no llorar.../ ¡Y pensar que hace diez años/ fue mi locura!/ ¡Que llegué hasta la traición/ por su hermosura!.../ Que esto que hoy es un cascajo/ fue la dulce metedura/ donde yo perdí el honor;/ que chiflao por su belleza/ le quité el pan a la vieja,/ me hice ruín y pechador.../ Que quedé sin un amigo,/ que viví de mala fe,/ que me tuvo de rodillas,/ sin moral, hecho un mendigo,/ cuando se fue./ Nunca soñé que la vería/ en un "requiscat in pace"/ tan cruel como el de hoy./ ¡Mire, si no es pa suicidarse/ que por ser cachivache/ sea lo que soy!.../ Fiera venganza la del tiempo,/ que le hace ver deshecho/ lo que uno amó.../ Este encuentro me ha hecho tanto mal,/ que si lo pienso más/ termino envenenao./ Esta noche me emborracho bien,/ me mamo ¡bien mamao!,/ pa no pensar.

Cualquier novelista tendría que utilizar más de trescientas páginas para explicarnos lo mismo y, además, sin música. ¡Grandes años del tango, hermosos, necesarios, gran Carlos Gardel!


(En la fotografía, Carlos Gardel)

2 comentarios:

  1. Puede presumir el tango, también, de letristas; qué bien contadas y acompasadas las historias. Y qué riqueza de lenguaje, palabras de origen localista y sonido atrayente y musical... pereanta, cotorro, fané, descangayada, pechador... Y Gardel, tan misterioso y desgraciado. En esto sí tuvieron suerte nuestros padres; disfrutaron en su plenitud del tango, de su belleza tan poética y sensual, a la medida de las almas jóvenes, eternamente enamoradas.

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  2. Las letras de tangos son hermosísimas y tuvieron la suerte de tener a grandes autores. Crlos Gardel logró todo lo que puedo querer un hombre en vida: el respeto, la fama, el dinero..., pero aquel terrible accidente hizo de él un mortal, lo que todavía no ha llegado a superar Argentina, sin ser su tierra de nacencia.

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