
Conocí a Ángel Vela a finales de 1970 en el transcurso de una charla sobre Triana que yo ofrecí en un local de la barriada donde vivíamos, organizada por la Asociación de Vecinos. Aun viviendo en los mismos bloques, él en el 20 y yo en el 9, jamás habíamos coincidido. Recuerdo que iba acompañado por un gran amigo de su infancia, Paco Solís, ambos coleccionistas de tebeos, postales, libros antiguos y muy amantes del cine. A partir de ese momento, como pasa siempre, fue creciendo nuestra amistad, compartiendo amigos comunes y, por supuesto, nuestro gran amor por Triana.
Junto con el poeta Manuel Lauriño formamos un buen grupo luchando por los mismos afanes: dar a conocer toda la historia y cultura amasada en Triana a los demás, la mayoría de las veces con éxito. Encontramos un buen aliado para trabajar por el barrio con el siempre recordado Alberto Jiménez-Becerril, con el que logramos que se arreglase el Arquillo de la Inquisición, la creación, financiación y colocación del Monumento al Arte Flamenco en El Altozano, la puesta en marcha de las primeras placas cerámicas en homenaje a los hijos más preclaros del arrabal, todas con textos de Ángel... En homenaje a "Demófilo", y conjuntamente con el grupo poético "Gallo de Vidrio" y los poetas trianeros, organizamos una velada poética de marcado interés en el centro cívico de la Casa de Las Columnas... etcétera.
En 1992, Ángel fue el Comisario de la maravillosa exposición que en el mismo lugar se montó con motivo de recordar aquella que se celebró en Sevilla en 1929, y en cuyo libro "Sevilla, recuerdos de la Exposición Ibero-Americana 1929-1930" tuve el honor de colaborar junto a él, Jiménez-Becerril, Manuel Lauriño, García Barbeito y José María Medianero. Han sido, pues, muchas las cosas en las que hemos participado juntos, como en la Quincena Cultural en homenaje a Manuel Vallejo en la Peña "Torres-Macarena", idea genial de nuestro desaparecido amigo Manuel Centeno Fernández. Muchas cosas se quedarán en el tintero de mi mala memoria precisamente por eso: porque fueron muchas las que realizamos por aquellos años.
Ángel es, además, un prolífico autor de temas sevillanos y trianeros. Entre otros títulos, reseño para el mejor conocimiento de su persona: "Sevilla en la tarjeta postal antigua (1895-1928", publicado en 1986; "Triana en tres tiempos" (1990), que me cupo el gusto de prologar; "El Jueves, apuntes de una feria milenaria" (1991); El "Pregón de la Velá de Santiago y Santa Ana" (1991); "Sevilla en la tarjetografía postal" (1992); "Sevilla, veinte años de recuerdos" (1998); "Personajes relevantes de Triana" (2001); "Triana, fiestas y costumbres" (2007); "Triana, sitios y presencias" (2007); "Treinta toreros de Triana" (2002), en colaboración con el pintor Antonio Badía, y "Triana un barrio de cine" (2008). Pero no para, tiene terminado unos interesantes anales de la Velá, está preparando un libro sobre la figura de Ricardo Miño y un estudio sobre Triana y el Flamenco... más lo que le surja. Fue colaborador de la revista "Sevilla Flamenca" y sus páginas "La Cruz de San Jacinto" que desarrolló durante varios años en el diario "El Correo de Andalucía" fueron un modelo de historiografía trianera.
Por la exhaustiva documentación de sus libros y el conocimiento que tiene del arrabal, yo jamás he dudado de situar su nombre junto a los grandes cronistas del barrio: Ariño, Matute y Manuel Macías, porque Ángel ha sido siempre riguroso registrador de la propiedad de Triana, coleccionista de todo lo que salía, vendía o cambiaba sobre nuestro entorno, anotador puntual de sucesos y noticias, por lo que justo es reconocerle como su más importante investigador actual.
Mi traslado a Córdoba nos rompió muchos esquemas para futuras realizaciones, pero cuando volvemos la vista atrás no podemos sentirnos descontentos, hicimos lo que pudimos y estaba en nuestras manos.
En alguna ocasión, como en aquella que le dieron un homenaje en un salón del bar Bistec de la calle Pelay Correa, donde estuvo hasta el recién llegado delegado Alberto Moriñas, le dediqué un versillo de esos de los míos que hoy he traido a la memoria: Tienes velas para el barco/ y las alas por compaña./ Nombre y apellidos suenan/ a libertad por Triana./ Ángel por ver desde arriba/ en vertical a Santa Ana,/ y velas para perderte/ al son que marca Triana./ ¡Si yo tuviera esa suerte.../ ser ángel y vela blanca...!/ Si algún día te sobrara,/ préstame el ángel, la vela/ y hasta el nieto por compaña.
Otra vez, concretamente en la Navidad de 1992, lo felicité haciéndole un retrato con este sonetillo macarrónico: Esbelto como un olmo centenario,/ trajinante feliz de la memoria,/ de tanto rebuscar él ya es historia/ del grande y trianero diccionario./ Más que antiguo, diríamos que anticuario./ Más que ángel, pongamos que es la gloria,/ y que es vela que da a la palmatoria/ la cera de un feliz itinerario./ Trapichea como un chamarilero,/ busca, rebusca, araña y no es trilero,/ sano está de salud, mas son sus males/ coleccionar revistas amarillas/ y papeles comidos de polillas/ y trenes cargaditos de postales.
Ángel Vela Nieto, mi buen amigo Ángel, un trianero de pro con el que, por suerte, me encontré un buen día por mi vida.
Junto con el poeta Manuel Lauriño formamos un buen grupo luchando por los mismos afanes: dar a conocer toda la historia y cultura amasada en Triana a los demás, la mayoría de las veces con éxito. Encontramos un buen aliado para trabajar por el barrio con el siempre recordado Alberto Jiménez-Becerril, con el que logramos que se arreglase el Arquillo de la Inquisición, la creación, financiación y colocación del Monumento al Arte Flamenco en El Altozano, la puesta en marcha de las primeras placas cerámicas en homenaje a los hijos más preclaros del arrabal, todas con textos de Ángel... En homenaje a "Demófilo", y conjuntamente con el grupo poético "Gallo de Vidrio" y los poetas trianeros, organizamos una velada poética de marcado interés en el centro cívico de la Casa de Las Columnas... etcétera.
En 1992, Ángel fue el Comisario de la maravillosa exposición que en el mismo lugar se montó con motivo de recordar aquella que se celebró en Sevilla en 1929, y en cuyo libro "Sevilla, recuerdos de la Exposición Ibero-Americana 1929-1930" tuve el honor de colaborar junto a él, Jiménez-Becerril, Manuel Lauriño, García Barbeito y José María Medianero. Han sido, pues, muchas las cosas en las que hemos participado juntos, como en la Quincena Cultural en homenaje a Manuel Vallejo en la Peña "Torres-Macarena", idea genial de nuestro desaparecido amigo Manuel Centeno Fernández. Muchas cosas se quedarán en el tintero de mi mala memoria precisamente por eso: porque fueron muchas las que realizamos por aquellos años.
Ángel es, además, un prolífico autor de temas sevillanos y trianeros. Entre otros títulos, reseño para el mejor conocimiento de su persona: "Sevilla en la tarjeta postal antigua (1895-1928", publicado en 1986; "Triana en tres tiempos" (1990), que me cupo el gusto de prologar; "El Jueves, apuntes de una feria milenaria" (1991); El "Pregón de la Velá de Santiago y Santa Ana" (1991); "Sevilla en la tarjetografía postal" (1992); "Sevilla, veinte años de recuerdos" (1998); "Personajes relevantes de Triana" (2001); "Triana, fiestas y costumbres" (2007); "Triana, sitios y presencias" (2007); "Treinta toreros de Triana" (2002), en colaboración con el pintor Antonio Badía, y "Triana un barrio de cine" (2008). Pero no para, tiene terminado unos interesantes anales de la Velá, está preparando un libro sobre la figura de Ricardo Miño y un estudio sobre Triana y el Flamenco... más lo que le surja. Fue colaborador de la revista "Sevilla Flamenca" y sus páginas "La Cruz de San Jacinto" que desarrolló durante varios años en el diario "El Correo de Andalucía" fueron un modelo de historiografía trianera.
Por la exhaustiva documentación de sus libros y el conocimiento que tiene del arrabal, yo jamás he dudado de situar su nombre junto a los grandes cronistas del barrio: Ariño, Matute y Manuel Macías, porque Ángel ha sido siempre riguroso registrador de la propiedad de Triana, coleccionista de todo lo que salía, vendía o cambiaba sobre nuestro entorno, anotador puntual de sucesos y noticias, por lo que justo es reconocerle como su más importante investigador actual.
Mi traslado a Córdoba nos rompió muchos esquemas para futuras realizaciones, pero cuando volvemos la vista atrás no podemos sentirnos descontentos, hicimos lo que pudimos y estaba en nuestras manos.
En alguna ocasión, como en aquella que le dieron un homenaje en un salón del bar Bistec de la calle Pelay Correa, donde estuvo hasta el recién llegado delegado Alberto Moriñas, le dediqué un versillo de esos de los míos que hoy he traido a la memoria: Tienes velas para el barco/ y las alas por compaña./ Nombre y apellidos suenan/ a libertad por Triana./ Ángel por ver desde arriba/ en vertical a Santa Ana,/ y velas para perderte/ al son que marca Triana./ ¡Si yo tuviera esa suerte.../ ser ángel y vela blanca...!/ Si algún día te sobrara,/ préstame el ángel, la vela/ y hasta el nieto por compaña.
Otra vez, concretamente en la Navidad de 1992, lo felicité haciéndole un retrato con este sonetillo macarrónico: Esbelto como un olmo centenario,/ trajinante feliz de la memoria,/ de tanto rebuscar él ya es historia/ del grande y trianero diccionario./ Más que antiguo, diríamos que anticuario./ Más que ángel, pongamos que es la gloria,/ y que es vela que da a la palmatoria/ la cera de un feliz itinerario./ Trapichea como un chamarilero,/ busca, rebusca, araña y no es trilero,/ sano está de salud, mas son sus males/ coleccionar revistas amarillas/ y papeles comidos de polillas/ y trenes cargaditos de postales.
Ángel Vela Nieto, mi buen amigo Ángel, un trianero de pro con el que, por suerte, me encontré un buen día por mi vida.
Jamás olvidaré aquellas primeras tardes de nuestra amistad en tu cuarto de escritor cuando a los dos nos sobrevolaban los sueños. Tú, más joven, me aventajabas en la ruta; yo traté de seguirte. Luego es verdad que no perdimos el tiempo en hacer lo que creíamos que había que hacer por nuestro barrio. La amistad que nos une siempre fue viento en popa y de ella saqué mucha ganancia. Muchas gracias, Emilio.
ResponderEliminarPocas personas han escrito tanto y tan bien sobre Triana. Sus textos, auténticas guías espirituales, rezuman un amor infinito por el Arrabal. Angel, te deseo salud y fuerza para que sigas escribiendo y luchando por nuestro Barrio.
ResponderEliminarHay que animarlo para que siga escribiendo aquel "Diccionario trianero" que comenzó como un "suelto" en la revista Triana. Se lo he dicho mil veces, pero creo que nos lo merecemos.
ResponderEliminarMe acuerdo de aquel Diccionario del que conservo algunas letras sueltas. No recuerdo hasta que letra llegó a publicarse pero era muy interesante, y sobre todo era un trabajo tremendamente elaborado en el que se notaba el gran esfuerzo de Ángel.
ResponderEliminarYo tengo todas las páginas que salieron, pero me voy a morir con la gana de que siga en esta labor en vez de dispersarse tanto por otros derroteros. El diccionario podría ser, es, una obra absolutamente necesaria, de lujo. Ese favor nos lo debe Ángel. Siempre, para cualquier duda o documentación en algún registro, estaremos los amigos.
ResponderEliminarGracias a los dos por vuestra amistad y confianza. Aquel supuesto diccionario fue un gesto más por intentar que los organizadores de la Expo se fijaran en Triana, mostrándoles parte de su riqueza (aportada a la de la ciudad)y que sin duda desconocían o despreciaban. Todo lo que hicimos, Emilio, no sirvió para nada; tú lo sabes bien. No sé de dónde saqué el tiempo, porque es un trabajo para un equipo de personas. Cuando vi las cuentas que nos echaban decidí que no merecía la pena seguir. Además sería una obra siempre inacabada. Entonces me di cuenta de que los valores de nuestro barrio son inabarcables. Lo que quedó es una muestra que tendría que haber sido suficiente para que los "pellones" echaran un vistazo por la tierra de Santa Ana. Todo lo que se consiguió -lo poco- fue gracias a Alberto Jiménez Becerril, como ya comentamos en otra ocasión. La historia moderna de Triana tampoco debe olvidarse. Gracias, de nuevo a mis dos amigos.
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