
"Érase una vez que se era, que en el mediano país de "Españolandia", más africano que europeo, y dividido en 17 corralitos llamados "autonomías", donde gobernaban grandes virreyes con todo lujo de palacios, coches, amantes, joyas y servidores para todo, se había producido una gran plaga de hombres y mujeres y niños que llenaban las calles, los grandes almacenes, los bares, los estadios de fútbol, las plazas de toros, las playas, las ferias, los aviones, un tren llamado AVE, los parques y jardines... Todo, todo lo llenaban con risas y comentarios y se gastaban el dinero alegremente porque eran honrados trabajores/as, "criaturas" que gustaban invertir el esfuerzo de su trabajo en aquello que les alegraba la vida y que, además, contribuía al bienestar de todo el país. ¡Pero, eran tantos, y tan incómodos...!
Los propios virreyes consideraron que había que acabar con esta plaga. Y un buen día apareció un desconocido nacido en "Valladolandia", pero recriado en "Leonania", que, a cambio de una gran recompensa, prometió acabar con aquella terrible plaga. De su zurrón aldeano, sacó una mágica flauta, y comenzó a entonar una cancioncilla que dejó alelados a todos los ciudadanos que conformaban la plaga. Por eso le llaman "El Flautista Embusterín" : Seguidme, seguidme,/ soy el salvador,/ y traigo alianzas que dan confianzas,/ seguidme, por Dios./ Levantemos juntos/ a este gran país./ Seguidme, seguidme/ y mi voz oíd./ Todos mis repartos/ son para vosotros./ ¡Votadme, votadme,/ dadme vuestros votos!/ Que a esta "Españolandia"/ doy el compromiso/ de hacerla en tres días/ un gran Paraíso./ Seguidme, seguidme,/ que soy el mejor,/ os llevo a la Gloria,/ ¡seguidme, por Dios!, aunque él no creía en Dios.
Y todos siguieron al "Flautista Embusterín" cuando arrancó de su flauta mágica tres vivísimas notas nuevas en la escala musical, las tres notas misteriosas que acabarían con la plaga: to-pa-mí. Los virreyes acordaron una cifra para esta exterminación obligatoria y le ofrecieron de todo, aunque los virreyes vascos y catalanes no estaban muy de acuerdo. Pero aquello funcionó y todos los hombres y mujeres, niños y niñas, chófers y chóferas, médicos y médicas, todos/as, a excepción de los virreyes/as y sus acólitos: padres/as, hermanos/as, cuñados/as, primos/as, amiguetes/as del mus, de la tasca o de la cama, lo siguieron, y "El Embusterín" los fue llevando a todos a los ríos de sus autonomías (económicas), y les fue subiendo los impuestos; y gravó el ahorro de toda una vida; y congeló las pensiones de los pobres jubilados por los que gracias a sus muchos años de trabajo le iban a pagar su recompensa; y le quitó gran parte del sueldo a los trabajadores/as; y les subió dos puntos del impuesto del valor añadido y otros dos a su patrimonio personal; y suprimió la ayuda de dependencia y de natalidad, subió el precio de los carburantes, arruinó a cajas y entidades bancarias, aumentó el paro en 5 millones de los que conformaban esta plaga, dejó sin respiró a las familias; bajó el producto interior bruto y con él, evidentemente, el índice de precios del consumo, se ahogaron todos los autónomos y se mataron los abuelos porque, siendo dos, no podían mantener a seis.
No hicieron falta ríos para que se ahogaran los treinta y tanto millones que formaban esta plaga. Sobró el Guadalquivir, y el Ebro, el Duero, el Tajo, el Miño, el Bidasoa, el Nalón, el Tormes, el Manzanares, el Guadiana, el Genil, el Jabalón, el Guadalete, el Segura, el Almanzora... Todos los ríos sobraron, porque antes de llevarlos con su flauta el célebre "Flautista Embusterín", a la voz endulzada de "Seguidme, seguidme", todos se habían ahogado en el gran mar de las tristezas, de la desolación, del engaño, de la ruina, de las hipotecas, de las miserias, de las desesperanzas, de las falsas promesas...
Y encima, este flautista, llamado José Luis, pero al que todos, excepto los virreyes, llamaban "El Embusterín", quiso cobrar su recompensa. A ello se negaron los 17 virreyes y los setecientos mil, por la parte más corta, amigos de los virreyes. Entonces él, tan hábil, empezó a entonar su flauta para hacer con ellos lo mismo que con la plaga. Pero estos, más listos que él, le dijeron con fuerza coral catedralicia: ¡¡¡Y un mojón pa tí, Pepe Luí!!!, ante lo cual, este salvador de "Españolandia" comenzó a tocar su flauta mágica con los tres toques milagrosos, pero cambiando la escala musical: tó-pa-tóos. Y le aplaudieron, y le defendían en la televisión, y lo besaban en el Congreso, y Bono le regaló un piso que tenía en El Tardón, y Rubalcaba le puso tres etarras a su disposición para cuando tuviese otra crisis de gobierno, y Bibiana Aido le enseñó su hermoso mapa... de la masturbación -¿cual os creíais?-, y Manolo Chaves, tan amigo (?), le dió dos pedazos de besos en la cara por haberle concedido un sueldo multimillonario sin hacer nada. Es que era para dárselos por arrascarte las... Todos/as, todos/as, aquello era una fiesta, felicitaban al "Embusterín" por ser tan listo, tan ejemplarizante, tan civilizado y con tanto talante.
Lo malo fue que un día, con todos sus virreyes/as, pelotas/as -que no puede llamarse de otra forma-, cofrades/as de su hermandad, quisieron ir a celebrarlo a Casa Lucio y estaba cerrado con un cartel en la puerta que decía: "Cerrado por defunción impositiva". Fue entonces cuando todos se dieron cuenta de que se habían pasado con el DDT (Defunción de todos).
Lo malo fue que un día, con todos sus virreyes/as, pelotas/as -que no puede llamarse de otra forma-, cofrades/as de su hermandad, quisieron ir a celebrarlo a Casa Lucio y estaba cerrado con un cartel en la puerta que decía: "Cerrado por defunción impositiva". Fue entonces cuando todos se dieron cuenta de que se habían pasado con el DDT (Defunción de todos).
Y colorín, colorado, el flautista está acabado.
(¡Bien, bien, bien, gritaron mis nietos! ¡Qué gran cuento! Yo les dije que no, que no era un cuento, sino una cruda realidad, mientras dos lágrimas, como si fuese un niño como ellos, me salaban las comisuras de mis labios).
Esta mañana he escuchado a nuestro virrey madrileño, el más fiel de todos los virreyes, en Canal Sur, "La Nuestra", la nuestra pero para pagar. Se nos avecina una subida de impuestos pero al más puro estilo del feudalismo, además ya no le temen a nada, lo dicen a cara descubierta. Estos recaudadores de impuestos, malgastadores y farsantes, se merecen lo que le ocurrió al célebre recaudador denominado El Gallo de Morón.
ResponderEliminarSólo saben recaudar y robar para mantener su imperio. Palacetes, coches oficiales, palcos en los eventos deportivos y culturales, grandes medios de comunicación a su servicio, favores a sus familiares y amigos, etc, etc, etc.
Como decía el vecino de corral de Ángel Vela: ¡hasta cuándo!
Oye, para el cerrar el cupo de "cuentos para no dormir" no estaría de más tu versión de "Rajoy y sus siete enanitos" (o algo por el estilo).
ResponderEliminar¡Otro que tal flautea! La verdad es que no estaría nada mal. Lo tendré en cuenta.
ResponderEliminarEste aire festivo que los cuentos dan al blog me parece una forma de evasión, algo hay que hacer para que la triste realidad no nos aplaste. Pero la triste realidad es que mi hermana María Teresa tiene su fondo de pensiones en Cajasur y, a día de hoy, no sabe qué va a pasar. Y esto es solamente un ejemplo.
ResponderEliminarRecuerdo otra sensación como la de estos días: fue el 14 de marzo de 2004, cuando todo había saltado por los aires de una forma brutal. Desesperanza. Impotencia. Nada, como diría Carmen Laforet.
No sé qué va a pasar pero es un panorama tan sombrío que nunca creí que llegara. Y, como bien decís, mira uno a un lado y a otro y ve un vacío.
En Córdoba está la gente con las carnes abiertas por lo que ha pasado con Cajasur... y lo que va a pasar. El gobierno está pegando unos palos de ciego tremendos, se contradicen, actuan sobre la marcha, aquí no hay orden ni concierto. Es un atraco a mano armada. Ya me dirás ahora con la retirada de subvención a los ayuntamientos cómo pagan a los proveedores, cuántos miles de autónomos van a pasar necesidades. Mañana mismo, según han dicho esta tarde las emisoras van a empezar "drásticamente" con la ley de reforma del mercado laboral. Pero no he visto a uno solo de ellos, a uno, que se haya ido a la calle.
ResponderEliminarEs triste este panorama, demasiado triste para un pueblo que no se lo merece.