sábado, 8 de mayo de 2010

CANCIONES POR NUESTRAS VIDAS: MEMORIAS DEL CANCIONERO

Siempre he sido un enamorado de la copla popular, la que ha corrido de boca en boca y, gracias a esta transmisión, se ha escapado del olvido. Desde pequeño me encantaba escuchar canciones y coplas que yo creía que habían nacido ayer y llevaban viviendo con nosotros desde tiempos de nuestros abuelos. Esas composiciones de cuplés, fox-trot, charlestón, baladas, pasodobles, chotis, tangos, polkas, tonadillas, machichas, romances, boleros, o aquellas a las que España, y muy concretamente Andalucía, llama coplas, no han sucumbido al paso de los años a fuerza de repetirse, de regrabarse, de volverse a escuchar, una y otra vez, en las voces de nuestras madres o de nuestras viejas vecinas.

Nos decía el gran poeta y periodista desaparecido, mi buen amigo José María Requena, en un artículo que tituló "La vida en las canciones", que "Todas las canciones envejecen, por mucho que al sonar por vez primera lo hagan con la altanería insolente y lógica de todo lo que impera. Pero, eso sí: las canciones colectivamente aceptadas nunca mueren. Sufrirán el olvido durante tantos o cuantos años, pero siempre habrá alguien que las devuelva a los oídos, lo mismo que son desempolvados los viejos pergaminos, para enterarnos de verdad cómo eran los corazones de nuestros bisabuelos".

Afortunadamente, sobre este tema hay mucho escrito y muchísimos datos nos dejan constancia de autores literarios y musicales, de las modalidades y de las artistas que estrenaron los temas o los hicieron famosos en las diversas versiones: La Chelito, Ramoncita Rovira, Mary Focela, La Preciosilla, Raquel Meller, Paquita Escribano, La Fornarina, María Conesa, Mercedes Serós, Salud Ruiz, La Goya, Pastora Imperio, Carmen Flores, Imperio Argentina, Amalia de Isaura... Este nuevo género, importado de Francia, al que se adjetivó de ínfimo, y que prácticamente irrumpe en nuestro país con la llegada del siglo XX, asentándose y cambiando sus estructuras a lo largo de las siguientes décadas, género de mezcolanzas que nadie sabe definir y al que se engloba dentro de las varietés, un tipo teatral al que se definía como "género averiado de la sensibilidad francesa achabacanada y pervertida", para acabar llamándose couplet y a sus intérpretes "cupletistas". El mismo Manuel Machado -tan dado, por otra parte, a todo tipo de jolgorio-, en su libro "Poemas varios" (1921), escribe entre la pregunta y la intolerancia a la nueva modernidad que sustituía poco a poco a la ópera cómica o teatro lírico llamado zarzuela: "El couplet... pues yo no sé/ -ni nadie tal vez sabrá-/ lo que es el couplet. ¿Será/ alguna cosa el couplet?"

Lo cierto es que, a pesar de este rechazo inicial del poeta sevillano, este nuevo espacio al que integran dentro de la subcultura se va abriendo paso con gran éxito y, aunque sea definido también como alienante, consigue lo que pretendía: una extraordinaria difusión general y, como decía Serge Salaün en su libro "El Cuplé" (1900-1936), un gran impacto sobre las masas, defendiendo que la canción se erige en patrimonio nacional incluso para los que la rechazan y las que no la consumen prioritariamente.

Manuel Vázquez Montalbán, en su "Cancionero general" (1939-1971), incide en lo mismo al hablar de las identidades culturales al afirmar lo siguiente: "De todas las formas subculturales, es la canción la que mejor abastece hoy la necesidad subcultural de las masas". En la misma sintonía se expresa el francés Edgar Morín en su artículo "No se conoce la canción" (1965), cuando dice: "La canción comercial que nace con este siglo, no se opone a nada, no excluye ningún otro consumo cultural, sino que se añade, en proporción variable según los individuos o los grupos, pero nadie vive sin ella".

Ángel Zúñiga en su libro "Una historia del cuplé" nos decía rematando su historia: "La tonadilla, el cuplé, están hechos de muchas y distintas cosas. Es un mundo diverso y rico por el que pasan, como veremos, los acontecimientos de la vida. En su superficie los recoge, los registra para siempre, como pequeño documento".

Yo estimo que cuando algo se hace popular, y hasta el punto de que no se olvida tras el paso de varias generaciones, es que posee algo de un valor que para nada es intrascendente, máxime cuando se le ha tratado con tanto desprecio y han intentado compararlo con la llamada "cultura culta", con la cual no tiene justa equivalencia. La canción, por medio de las "varietés" o de los cuplés, para llegar después a denominarse en su proceso evolutivo como canción española, se presentó para la prueba y ganó la batalla. Sus raíces tomaron tierra pronto, recibió vientos y tempestades pero su gran árbol, sus hojas, aún llegan a nuestros días. A partir de 1939, se dió una circunstancia de generación espontánea: surgen autores, músicos, intérpretes, se instaura de alguna forma una canción comercial a la que tildaron de "nacional flamenquista", pero que goza, y es lo que no podemos olvidar, del favor de las masas. ¿Subcultura?, creo que no, que fue la cultura del pueblo, a la única que pudo tener acceso y que por eso jamás ha podido olvidar. Si todos nos hubiésemos criado en el mundo culto de la Ópera, probablemente hoy sería un producto también de la subcultura. Con todo lo que asume el pueblo como propio ha pasado siempre igual. ¡Qué ordinariez -decían en los madriles de antaño- eso que llaman zarzuela! También decían eso cuando el pueblo comía tan sólo bacalao. Desde que la cultura gastronómica echó la vista a este preciado pescado, ha dejado de ser popular para convertirse en elitista. Con la subcultura o cultura -¿quién marca las líneas?- ha pasado igual. Desde Raquel Meller a Miguel Poveda hay un abismo, pero ahí está la copla, la canción, el bolero, el pasodoble, el cuplé, el charlestón, el chotis..., siempre eternos, pasando de generación a generación, transmitiéndose por una vía no sanguínea, o sí, por la femoral del pueblo llano, que es quien a fin y al cabo, en todas las manifestaciones artísticas, impone sus gustos y preferencias, Jamás una minoría clasista, la llamada "culta", ha podido con la "subcultura" popular.

Sirva este prefacio para anunciar a mis blogueros que cada día vamos a desarrollar en nuestras páginas una o varias canciones que siguen vivas en la memoria, canciones que marcaron la época de nuestros abuelos, de nuestros padres y de nosotros mismos. Me he dispuesto a sacar de mi baúl con olor a naftalina las miles de fichas que tengo sobre esta materia. Si en algo me equivoco, ruego a todos que me corrijan, así como aceptaría encantado incrementar este material con datos o vivencias que todos puedan aportar.

¡Ay, las varietés, el cuplé, las coplas, cuántas cosas pueden enseñarnos y cuántos recuerdos pueden volver -como la ola de Rocío Jurado- a llevarnos al terreno mágico de su nostalgia!


(Raquel Meller pintada por Sorolla)

3 comentarios:

  1. Mi felicitación por esta evocación tan acertada al singular género del cuplé. Tenía razón su amigo José María Requena cuando aseguraba que siempre habrá alguien que lo devuelva a los oídos. Mi madre Olga Ramos también lo rescató del olvido y yo, con mis conferencias cantadas y recitales, sigo en esa linea de procurar que se mantenga vivo en la memoria musical de España. Seguiré atenta a cuanto sobre estas músicas quiera usted compartir

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  2. Excelente texto el de Emilio y muy acertado el comentario de la hija de Olga Ramos. Es estupendo ver que a este blog se acerca tanta gente de categoría y que los textos de Emilio son cada vez mejores.

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  3. Emilio Jiménez Díaz8 de mayo de 2010, 22:02

    ¡Madre del Amor Hermoso! -como decía mi gran amigo y artista de La Unión, Asensio Sáez-. ¡Qué alegría que este modesto blog haya llegado hasta la hija de mi admirada Olga Ramos, con la que grabó "Madrid entre cuplés y canciones"! Es un honor, admirada Olga María, que haya usted dejado su comentario. Espero que entre con frecuencia en él para dejarnos su amplia sabiduría en este tema.
    A mi amiga Caty, le doy las gracias por sus piropos, así como por tenerla como una de las más habituales y sinceras blogueras.
    Un abrazo para las dos.

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