lunes, 12 de abril de 2010

DESDE MI TORRE: EL TÍO DE LA PALA

Me gustaría saber quién hizo esta fotografía que no tiene desperdicio para la crónica, y que se me ha colado de nuevo en el paisaje de mi torre. ¿Un concejal, y comunista, cogiendo una pala? ¡Ande ya, hombre! Miren ustedes como el señor socialista no la coge y se ríe de esa herramienta odiada, y cómo el populista se aleja un poco más para no verla.

¿Que estará enterrando este nuevo sayón de Sevilla? ¿La memoria de los que murieron asesinados por ETA y que él mismo se encarga de rematar con conciertos de raperos que insultan a las víctimas? ¿Estará echando paladas a los millones que se pierden por el camino de aquí a los países dictatoriales del marxismo sin que pueda argumentar el paradero? ¿No será que está sepultando la poca esencia viril y cívica que ya queda en nuestra ciudad? ¿Estará echando tierra al par de huevos que le ha faltado a Monteseirín para frenar tanta sinrazón y locura?

Los votos no se compran, hay que ganarlos. Es una injusticia -y sigo machacando en ello-, que se pueda hacer una coalición entre partidos después de unas elecciones democráticas. No nos dejemos engañar más. Esta nueva dictadura es la de las promesas, la de la prepotencia, la del aquí hago yo lo que me da la gana. Es la que si no piensas como ellos y haces las mismas payasadas que ellos, te dicen que no existes y te largan el axioma vergonzante de "conmigo o contra mí". Aunque por el triste camino que vamos -cachondeándose de los que fueron asesinados por una vil banda terrorista-, quién sabe si cualquier cosa puede pasar. Fatal y terrible elemento este hombre que está demostrando, con su comportamiento, por qué los comunistas y sus seguidores apenas si tienen un partido detrás y logran tan pocos votos. Pero aún peor aquellos que por el deseo de Poder -como hoy le está pasando a sus socios socialistas- hacen acuerdos de esta catadura tan inmoral que nos da paso para la reflexión, puntual, concisa y necesaria, de que las leyes electorales hay que cambiarlas inmediatamente. El pueblo español -lo dan las propias encuestas- no se merece a estos políticos a los que ya nadie cree.

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