Uno de los contertulios más asíduos de la Peña "La Soleá de Triana", hasta que se fundó en la cercana calle Tejares la Peña "El Sombrero", fue el gran cantaor Manuel Oliver Dorado, quizás el que más matices conocía de este "palo" singular. Manuel había conocido mucho y cada vez que hablaba sentenciaba. Era bajito, pero pura fibra de nervios, tenía siempre un mondadientes en la boca y una impecable mascota en su cabeza, no bebía y no fumaba, pero era capaz de tomarse 14 cafés seguidos. Tenía 70 años cuando yo lo conocí allá por 1975, y una memoria prodigiosa.
Una tarde me quedé citado con él en la Peña para hablar de cantes y cantaores de Triana, de su experiencia y de su vida. Conductor de profesión por aquel entonces y cantaor de vocación, no dejaba resuello al suspiro. Era un diccionario del cante trianero al que iba acumulando léxicos a través de sus propias vivencias cantaoras.
Para profundizar en la historia trianera del cante, en sus más antiguas raíces, tendríamos que ahondar por fuerza -fuera de la conjunción trianera de picardía y gracia popular- en el quejío profundo de su pena de siempre: la Soleá. Soleá de Triana que, como fuente inagotable, ha mantenido los veneros más puros del caudal del cante. Soleá de Triana que nos trae a la memoria por los viejos del barrio los ecos legendarios de Ramoncillo "El Ollero" y los nombres de Moralito, El Pancho, Garfias, Enrique Vigil, El Cartujano o El Niño de los Moños, y que tenían entonces sus más fieles herederos en unos hombres que, a pesar de la edad avanzada, aún ponen los vellos de punta cuando el cante escapaba de sus pechos y rajaba el aire apretado de silencios.
Así nos decía Oliver cómo eran los cantaores de Triana: "Los cantaores trianeros se levantan a las siete de la mañana y nos ponemos a trabajar; primero, el trabajo, y después hemos tenido el gusto de gastarnos cien duros y cantar donde quiere que haya sido, hasta quedarnos con el desarrollo de la noche y acabar con el cuadro. ¿Grabar?, no. No grabo porque las casas de discos no quieren dar lo que vale una soleá de Triana y a mí, como no me hace falta, si Triana vale, vale, y si no, no vale ná". Él era de los que pensaban, con profundidad y conocimiento, de que el cante no ha debido comercializarse, porque lo que ha ganado en profesión lo ha perdido en su primitiva pureza. Me habló, como el que pone en sus palabras la valentía y senequismo de una verdad invariable, de El Pili y Joaquín Costillares, del Pintorropo, del Quino, del Sordillo y de los hemanos Ballesteros. Se afanó en demostrarme, con las manos abiertas de par en par, cual si desgarrase el último tercio de una soleá, la importancia de las letras que se han cantado en Triana, cuyo mensaje nunca ha tenido una importancia social y sí una carga de celos, de amores y de cosas sencillas de la vida cotidiana.
"Las letras de soleares -me dijo Manuel Oliver- se han cantado por varios estilos diferentes, cada uno lo ha hecho a su manera. Emilio Abadía, un gran cantaor casi de mi misma quinta, ha hecho un cante grande de soleá "p'arriba" que no lo podíamos hacer los demás, porque nosotros siempre hemos tirado para abajo y hemos hecho el cante corto, aunque la soleá de Triana hay que cantarla por escalafón. Para que la gente comprenda el cante trianero, hay que cantar los versos de tres o cuatro letras seguidas, entrar por la soleá corta para templarse, la soleá grande o macho y, después, el cambio por soleá, que ha habido que hacerlo igual que en la seguiriya. El palo más fuerte de Triana ha sido la soleá. El noventa por ciento de los cantaores trianeros pertenecían al gremio de la alfarería, de ahí que se le haya llamado a este cante soleá alfarera. Era un cante muy señorial, muy meloso, por eso ha quedado la soleá del Zurraque por encima de la soleá gitana o aflamencá. La diferencia estriba en que en el Zurraque se ha hecho la soleá mucho más corta que en el Monte Pirolo, mientras que de allí ha nacido el martinete y se ha cantado mejor la seguiriya y la carcelera".
Le preguntamos aquella tarde a Oliver, que se desvivía queriéndonos contar todas sus vivencias y anécdotas en sólo un rato, quiénes creía él que eran los cantaores más representativos de este matiz de cante soleaero. "De ayer, El Pancho, El Goro y Garfias; de hoy, Emilio Abadía, Domingo "El Alfarero", Antonio "El Arenero" y "El Teoro", verdaderos puntales en este arte difícil". A salto de mata nos habló de un párrafo importante en la cultura trianera: el baile. Nos recordó a "El Tumba" y a "El Tumbilla", nos habló una y otra vez de la bodeguita de los Ballesteros, del Puesto de Laureano, de La Europa..., confesándome que él no había salido todavía de Triana y que las veces que ha tenido que salir de allí se moría a los tres días sin ver el puente. "Que nadie crea que las cosas y el arte de Triana lo puede llevar todo el mundo. Es como si un torero dijera: "Voy a pegar seis naturales como los pegaba Belmonte". ¡Antié!, Belmonte fue sólo uno y Triana no hay más que una".
En la íntima conversación con Manuel Oliver en la Peña "La Soleá" pude conocer su gran amor a Triana y al cante de su barrio, a su terruño y a su gente. Era, sin duda, el mayor conocedor de "palos", estilos y matices, aunque no tenía una soleá propia como "El Arenero" o Emilio Abadía. Podía llevar sus tercios a los más altos registros. ¿Conocimientos?: todos. ¿Rarezas?: todas. Recuerdo que en el disco de "La Triana del Zurraque" nos dejó tirados después de comprometerse. Eso de grabar no lo tenía él muy claro..., a no ser que fuese por mucho dinero, y no estaban las casas discográficas por la labor. De todas formas hay muchas grabaciones de él en recitales de peñas, actos culturales, etc. Yo presumo de tener una buena fonoteca suya de las muchas conferencias que me ilustró con sus cantes.
Manuel Oliver, contertulio habitual de "La Soleá de Triana", fue uno de los que más apoyaron esta reunión de amigos desde el principio, hasta que unos amigos comunes decidieron escindirse de esta familia y formar otra, a la que pusieron "El Sombrero" en homenaje al que Oliver siempre llevaba en su cabeza, una entidad que también hizo una buena labor pero que jamás llegó a tener el encanto de la primera peña flamenca trianera. Un día hablaremos de ella y de los actos -algunos de ellos muy importantes- que esta entidad llevó a cabo.
Una tarde me quedé citado con él en la Peña para hablar de cantes y cantaores de Triana, de su experiencia y de su vida. Conductor de profesión por aquel entonces y cantaor de vocación, no dejaba resuello al suspiro. Era un diccionario del cante trianero al que iba acumulando léxicos a través de sus propias vivencias cantaoras.
Para profundizar en la historia trianera del cante, en sus más antiguas raíces, tendríamos que ahondar por fuerza -fuera de la conjunción trianera de picardía y gracia popular- en el quejío profundo de su pena de siempre: la Soleá. Soleá de Triana que, como fuente inagotable, ha mantenido los veneros más puros del caudal del cante. Soleá de Triana que nos trae a la memoria por los viejos del barrio los ecos legendarios de Ramoncillo "El Ollero" y los nombres de Moralito, El Pancho, Garfias, Enrique Vigil, El Cartujano o El Niño de los Moños, y que tenían entonces sus más fieles herederos en unos hombres que, a pesar de la edad avanzada, aún ponen los vellos de punta cuando el cante escapaba de sus pechos y rajaba el aire apretado de silencios.
Así nos decía Oliver cómo eran los cantaores de Triana: "Los cantaores trianeros se levantan a las siete de la mañana y nos ponemos a trabajar; primero, el trabajo, y después hemos tenido el gusto de gastarnos cien duros y cantar donde quiere que haya sido, hasta quedarnos con el desarrollo de la noche y acabar con el cuadro. ¿Grabar?, no. No grabo porque las casas de discos no quieren dar lo que vale una soleá de Triana y a mí, como no me hace falta, si Triana vale, vale, y si no, no vale ná". Él era de los que pensaban, con profundidad y conocimiento, de que el cante no ha debido comercializarse, porque lo que ha ganado en profesión lo ha perdido en su primitiva pureza. Me habló, como el que pone en sus palabras la valentía y senequismo de una verdad invariable, de El Pili y Joaquín Costillares, del Pintorropo, del Quino, del Sordillo y de los hemanos Ballesteros. Se afanó en demostrarme, con las manos abiertas de par en par, cual si desgarrase el último tercio de una soleá, la importancia de las letras que se han cantado en Triana, cuyo mensaje nunca ha tenido una importancia social y sí una carga de celos, de amores y de cosas sencillas de la vida cotidiana.
"Las letras de soleares -me dijo Manuel Oliver- se han cantado por varios estilos diferentes, cada uno lo ha hecho a su manera. Emilio Abadía, un gran cantaor casi de mi misma quinta, ha hecho un cante grande de soleá "p'arriba" que no lo podíamos hacer los demás, porque nosotros siempre hemos tirado para abajo y hemos hecho el cante corto, aunque la soleá de Triana hay que cantarla por escalafón. Para que la gente comprenda el cante trianero, hay que cantar los versos de tres o cuatro letras seguidas, entrar por la soleá corta para templarse, la soleá grande o macho y, después, el cambio por soleá, que ha habido que hacerlo igual que en la seguiriya. El palo más fuerte de Triana ha sido la soleá. El noventa por ciento de los cantaores trianeros pertenecían al gremio de la alfarería, de ahí que se le haya llamado a este cante soleá alfarera. Era un cante muy señorial, muy meloso, por eso ha quedado la soleá del Zurraque por encima de la soleá gitana o aflamencá. La diferencia estriba en que en el Zurraque se ha hecho la soleá mucho más corta que en el Monte Pirolo, mientras que de allí ha nacido el martinete y se ha cantado mejor la seguiriya y la carcelera".
Le preguntamos aquella tarde a Oliver, que se desvivía queriéndonos contar todas sus vivencias y anécdotas en sólo un rato, quiénes creía él que eran los cantaores más representativos de este matiz de cante soleaero. "De ayer, El Pancho, El Goro y Garfias; de hoy, Emilio Abadía, Domingo "El Alfarero", Antonio "El Arenero" y "El Teoro", verdaderos puntales en este arte difícil". A salto de mata nos habló de un párrafo importante en la cultura trianera: el baile. Nos recordó a "El Tumba" y a "El Tumbilla", nos habló una y otra vez de la bodeguita de los Ballesteros, del Puesto de Laureano, de La Europa..., confesándome que él no había salido todavía de Triana y que las veces que ha tenido que salir de allí se moría a los tres días sin ver el puente. "Que nadie crea que las cosas y el arte de Triana lo puede llevar todo el mundo. Es como si un torero dijera: "Voy a pegar seis naturales como los pegaba Belmonte". ¡Antié!, Belmonte fue sólo uno y Triana no hay más que una".
En la íntima conversación con Manuel Oliver en la Peña "La Soleá" pude conocer su gran amor a Triana y al cante de su barrio, a su terruño y a su gente. Era, sin duda, el mayor conocedor de "palos", estilos y matices, aunque no tenía una soleá propia como "El Arenero" o Emilio Abadía. Podía llevar sus tercios a los más altos registros. ¿Conocimientos?: todos. ¿Rarezas?: todas. Recuerdo que en el disco de "La Triana del Zurraque" nos dejó tirados después de comprometerse. Eso de grabar no lo tenía él muy claro..., a no ser que fuese por mucho dinero, y no estaban las casas discográficas por la labor. De todas formas hay muchas grabaciones de él en recitales de peñas, actos culturales, etc. Yo presumo de tener una buena fonoteca suya de las muchas conferencias que me ilustró con sus cantes.
Manuel Oliver, contertulio habitual de "La Soleá de Triana", fue uno de los que más apoyaron esta reunión de amigos desde el principio, hasta que unos amigos comunes decidieron escindirse de esta familia y formar otra, a la que pusieron "El Sombrero" en homenaje al que Oliver siempre llevaba en su cabeza, una entidad que también hizo una buena labor pero que jamás llegó a tener el encanto de la primera peña flamenca trianera. Un día hablaremos de ella y de los actos -algunos de ellos muy importantes- que esta entidad llevó a cabo.
Interesante en verdad las manifestaciones de Oliver en tu entrevista. Era un sabio sin pelos en la lengua; sabía lo que valía Triana, por eso no se vendía a cualquier precio. Estuve con Cerrejón cuatro tardes en su casa del Hotel Triana para la preparación del disco que no llegó a ver en la calle (se libró de conocer el lío que se originó). Me encargué del texto de la carpeta, por lo que me tuvo que contar su vida. Lo conocí bien, era amigo de mi padre, hombre del barro como él. Qué suerte lo que viviste en "La Soleá", Emilio.
ResponderEliminarEspero tus noticias de "El Sombrero".
Yo tuve la suerte de que me ilustrase varias conferencias sobre "La Triana del Zurraque". Aunque era muy raro, tuve la oportunidad de llevarlo a la Peña Flamenca de Huelva y formó el "taco" cantando. Era muy largo, conocía casi todos los matices trianeros. "La Soleá" descubrió muchos cosas por aquellos años: los cantes de El Teoro, del Niño del Tunel, de Abadía.. ¡Qué tiempos más hermosos!
ResponderEliminarPues sí, todo una cátedra de flamencología auténtica la de Manuel Oliver. Si escucharlo cantar en grabaciones resulta delicioso seguro que haber podido compartir una tertulia con él es algo que no se debe olvidar. Tus artículos sobre la peña La Soleá me están resultando maravillosos y seguro que los de la peña El Sombrero también lo serán. Si pudieras añadir a los articulos algún archivo sonoro sería estupendo. Escuchar algún cante, en La Soleá, de los genios que has nombrado sería algo impagable.
ResponderEliminarTengo también, aparte de la de Oliver, la que le hice en un estudio cerámico de la Plaza de Chapina, a Emilio Abadía. Interesantísima, porque era un hombre muy prudente, muy raro, muy mayor, pero un amigo mío lo convenció para la entrevista. Lo del archivo sonoro tengo que hablar con mi hija Myriam para que lo haga. Tengo una gran cantidad de actuaciones inéditas de todos: de Domingo el Alfarero, de Oliver, De El Teta, del Arenero, del Sordillo... Espero que me hija me enseñe a incluirlas en este blog, como ha incluido las imágenes de los tranvías, de los que todavía hay que meter más álbumes. Espero tener tiempo.
ResponderEliminarHe estado unos dia apartado del ordenador y por eso mi comentario es "a toro pasao".
ResponderEliminarSimplemente para decir que acabo de releer la magnífica introducción al disco y me dispongo a disfrutar de su contenido de nuevo.Gracias amigo.
PD: Sigue en pié mi deseo de contactar en Córdoba y echar un ratitoen cuanto " las agüitas vuelvan a su cauce".
Un cordial saludo.
Cuando terminen las intensas lluvias nos pondremos de acuerdo para la visita.
ResponderEliminarSaludos.
Navegando por la red he visto este bolg..bueno me he quedado completamente feliz de comprobar que Manuel Oliver Dorado..sigue en la mente de aquellos conocedores del cante trianero.
ResponderEliminarEl me decia de niña, que la solea era un sentimiento hecho melodia, que emanaba de un suspiro hecho quejio..era un placer verlo llevar el compas con los nudillos en su mesa de camilla mientras me enseñaba las tonas de la solea..me dormia en sus brazos al son de unos martinetes...era..mi abuelo..que mas decir.
Gracias por esta publicacion...saludos..
Carmen oliver
Me has dado una alegría muy grande al enterarme de que eres la nieta de tan querido amigo. No sé si vosotros vivíais en la barriada de Santa Ana donde yo vivía. Es que en ella residía uno de los hijos de Oliver. ¿Era tu padre?
ResponderEliminarUn abrazo.
No ese es mi tio..Felix..yo soy hija de Antonio, quien acompañaba siempre a mi abuelo a todos los sitios donde cantaba...cuando murio mi padre. el se sumio en una profunda depresion que le mantuvo varios años sin cantar...mi padre era quien lo llevaba a todas las peñas y festivales..atesoro un gran numero de cintas que grababa en los sitios donde el actuaba..
ResponderEliminarYo he crecido entre guitarras, palmas y soleares..de pequeña jugaba entre la gente en la peña la solea...y en la del sombrero donde conoci a muchos genios del cante...
Un abrazo
Carmen Oliver
Claro, hija, claro. Tengo a tu padre presente siempre en la memoria. Era un gran amigo mío. ¿Te cuento una confidencia? Entre los amigos le llamábamos "El Bimba". ¿Sabes por qué? Pues porque siempre que acompañaba en los recitales a tu abuelo,nos decía: ¡Uff. uff, uff, cómo ha cantao el viejo esta noche!
ResponderEliminarTu padre murió desgraciadamente muy jovne y eso dejó a tu abuelo descolocado. Todos sentimos su pérdida.
Espero encontrarte con frecuencia en este blog.
Un abrazo.
Claro que si...por supuesto, y estaré atenta a su articulo de la peña el sombrero. Comente a mi madre lo de su confidencia y se rió de lo lindo, no lo sabia pero si me dijo que mi padre era ese su comentario cuando mi abuelo cantaba..jejeje...gracias por darme la información, eso me acerca mas a la vida de mi padre que por aquellos años yo desconocía por ser tan joven y no apreciar las pequeñas cosas que el hacia, estaba enfrascada en mis juegos de niña pero sin perder la atención en los cantes, que son mi pasión, y siguen siendo..
ResponderEliminarEso va en los genes..y no se puede remediar..
Un abrazo
Carmen Oliver..
Muchísimas gracias por hacerte nuestra bloguera. Me alegro mucho de que tanto a tu madre como a ti os haya gustado la anécdota de tu padre.
ResponderEliminarEstoy buscando mi material de archivo para dedicarle a tu abuelo una página sobre la Peña "El Sombrero", en la que tan buenos ratos hemos pasado.
Un abrazo para las dos.
He estado dando una vuelta por el blog..la verdad hay cosas muy interesantes..estoy como niña con zapatos nuevos..ansiosa por leer todo y empaparme de las fuentes antiguas del arte de mi barrio...aunque vivo hace muchos años al otro lado del rió..sigo siendo trianera hasta la medula...
ResponderEliminarHe leído poemas muy hermosos y ciertamente me entra un escalofrío por el cuerpo y una lágrima se derrama por mi mejilla al sentir cada estrofa de ellos...
En casa de mi abuelo, había uno enmarcado que la verdad no me acuerdo de su autor..pero lo he leído tanto tiempo que me lo se de memoria..se lo hizo un poeta trianero..y cada vez que lo recuerdo, cuando cierro los ojos y me acuerdo de mis tiempos en Triana, de los días en casa de mi abuelo, del sonar de una guitarra..del silencio cortado por un quejio de rota garganta..
Lastima que cuando mi abuela murió, nadie se acordó de nosotros para darnos algo de mi abuelo, aunque sea una fotografía..y ese poema lo tengo en la memoria, gracias a dios y nunca se me olvidara..porque algo material de el no tengo, pero si muchos recuerdos guardados en el baúl de mi alma..aquel que cuando te sientes triste o melancólico, abres sin querer y tienes un tesoro guardado para el resto de tu vida..
Te lo escribo, para que nunca se me olvide y quede impreso en esta pagina maravillosa que tienes donde se esconde en cada letra el duende de Triana..
El papel y la pluma,
me dijo a mi esta mañana,
que le escribiera a Oliver ,
el ruiseñor de Triana.
Su abolengo trianero,
lo demuestra en sus cantares,
fue trabajador tejarero,
y hoy cantaor de soleares..
Me lo han dicho sus vecinos,
y tiene misterio la cosa,
que hay en sus cantes caminos,
sembrados de nardos y rosas.
Paso de palio es su voz,
que se mece en su garganta,
llevándolo con amor,
cuando soleares canta.
Los ojos de su mujer,
son las luces de los cirios,
que va apagando Oliver,
aliviando su martirio.
Martirio que lleva dentro,
con amargura y con pena,
que es dolor y sufrimiento,
cuando recorre sus venas.
A veces lo ve hecho un hombre,
otras yendo a colegio,
y ella gritando su nombre,
diciendo: se bueno.
Y el saliendo del tejar,
y dándole en la cara un beso
le responde:
no temas mama que pronto vuelvo.
Y ella se queda esperando,
y solo llega el recuerdo,
que piensa y sale llorando,
al ver que todo es un sueño.
Pero Manuel la consuela diciendo:
no pienses en ello,
que el alma, al morir vuela,
y esta con dios en los cielos.
Y ella se pone a llorar,
y son tantos sus pesares,
que el calma su sufrimiento,
cantando por soleares...
Sigue emocinandome...y nunca la olvidare. Algo que me embarga de pena es de no poder tenerla en mi poder..se perdió en el tiempo..y estaba escrita en un folio a maquina y enmarcada en el salón de mi abuelo..lastima porque era algo especial para mi..
Un saludo de parte de una Trianera...en tierras sevillanas..
Un abrazo
Carmen Oliver
Por lo menos tú estás en Sevilla, pero yo estoy en la lejanía cordobesa, aunque voy cada dos por tres a mi barrio para respirar el aire del Altozano.
ResponderEliminarIré poniendo aquí cunato encuentre de tu abuelo. Yo tengo varias cintas de él. Las estoy pasando a CDs. Cuando los tenga te lo digo para mandarte cuanto tengo grabado de él en las conferencias que me ilustró.
Emilio, navegando por éstos mares, me he encontrado con tu blog trianero. Le he echado un vistazo y me ha recordado tan buenos tiempos vividos al fragor de la buena amistad, la copita en el Altozano sabiendo a gloria y el cante siempre a punto de fragua. A ver si hay ocasión de vernos y revivir tan buenos momentos,en al aire y la gente de Triana.
ResponderEliminar¿Por dónde andabas metido, Jesús? ¡Qué buenos ratos hemos pasado en aquellos años, y qué cantidad de cosas hemos hecho sin apenas darnos cuenta! ¿Sigues con Laurita. Coño, escríbeme más a menudo ya que me has encontrado.
ResponderEliminarTe remito mi correo: emiliojd@gmail.com
Te quiero ver con frecuencia en esta casa del blog, que es la tuya.
¡Qué alegría!
Un fuerte abrazo: Emilio
Hola, me llamo Genara Fdez Oliver, sobrina de Manuel Oliver. Gracias a la nieta de Manuel (de su hijo Felix) he tenido constancia de la existencia de este blog y de tu gran labor por revivir la memoria de mi tío. Por ello, he de agradecerte, sinceramente, cada una de tus palabras hacia la persona de mi tío y revalorarizar su cante dentro del flamenco y, como no, su figura dentro de la rica historia de nuestra Triana. A veces son grandes olvidados porque, como bien se dice, no dejó constancia discográfica, pero los más puristas saben que él, como muchos de su época, hicieron raya en el cante. Aún le recuerdo cantiñeando en el Hotel Triana.
ResponderEliminarQuiero aportar mi granito de arena, recordando a su hermana, Carmen Oliver (Quinita para la familia, mi tía), cantaora de soleá, fandangos e increíble saetera, quien al emigrar a Barcelona (como tantos en aquella época), dejó un gran vacío en el registro del flamenco. Aunque cuando volvía a su Triana se le escapaba, entre susurro y sollozo, toques flamencos. El duende siempre vive.
De nuevo, darte mis más sincera enhorabuena por tu trabajo, el cuál seguiré.
Un saludo
Gran alegría verte por aquí, por este inmenso cuarto de los cabales de la red. Yo tuve la suerte de convivir mucho con él, hasta incluso tuve la oportunidad de llevarlo una vez a la Peña Flamenca de Huelva para que me ilustrara una conferencia.
ResponderEliminarLástima que por lo raro que fue no quisiera grabar el disco que hicimos en Hispavox con El Arenero, El Teta y Márquez "El Zapatero". Hoy hubiese sido un tesoro.
Fue el cantaor más completo por los cantes de Triana que llegué a conocer. Conocía todos los matices de los viejos cantaores, e interpretaba la soleá como nadie.
Un saludo cordial y flamenco.