jueves, 4 de marzo de 2010

RINCÓN COFRADE TRIANERO: LIRIOS PARA EL NAZARENO


Ya duerme la Esperanza en la calle Larga mientras Triana continúa despierta de amores encaminando sus andares despaciosos desde el Altozano hasta la antigua senda de las "extremaduras", buscando la añeja pena de un Jesús Nazareno y el amparo chiquito del aro de su O, el otro amparo de los límites del barrio de su Virgen del Patrocinio y la agonía desgarradora y viril, de gallarda entereza, de un Cristo gitano que se resiste a morir para no dejar en luto al arrabal trianero.

Solar de alfares y alamedillas, de almonas y caminos reales por donde Cristo pasa con su cruz a a cuestas al filo de la media tarde. Va el Nazareno con la cruz de todos los dolores de su barrio por el viejo sendero de su calle más rancia. Casi no puede con el peso y parece que es Triana misma quien viendo su dolor le soporta la crujía de carey que todos nosotros, hombres pecadores, pusimos sin querer sobre su hombro.

Camina sereno y pausado, sin oro en la humildad de su túnica morada. Pero Triana hoy camina con Él, por miedo a que su serenidad se derrote y no pueda pasar siquiera con la grave y pesada carga el meandro de amor de Callao y San Jorge hasta el puente.

Bajaron unos ángeles al barrio y limpiaron su semblante y quisieron dejarlo redivivo, pero siguió sangrando por sus venas, y se encorvó aún más su cervival, y una pradera de lirios morados se fue humedeciendo de sangre en sus mecidas.

Sólo Triana y su Madre de la O lo mantienen en pie, tremendamente dolorido, angustiosamente callado, serenamente resignado para el último estertor de la crucifixión.


(EMILIO JIMÉNEZ DÍAZ)

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