Estimado Alfredo: No hace falta que señales cómo estás dejando las arcas del ayuntamiento ni las calles de la ciudad ni el espacio para los coches ni las lonjas de Mercasevilla ni las empresas municipales a tu cargo ni... No, no hace falta que señales nada. Todos los sevillanos lo sabemos, lo hemos sufrido en nuestras carnes. Analizando la historia de todos los alcaldes de Sevilla, incluídos los que entraban por el tercio familiar o los nombrados a dedo en la dictadura, menos los paniaguados por el tuyo -que eso es también dictadura y, además, delito-, todos opinan que has sido el peor alcalde de esta ciudad que, contigo, sí que lleva desgraciadamente en su escudo del de "muy heroica".
Dices que la opinión de irte es "personal y meditada". No creo que hayas tenido que ir a un filósofo para que te construya la frase. Te tenías que haber ido cuando tus primeros escándalos salieron a la luz pública, cuando negabas el caso Macarena, cuando negabas el caso Mercasevilla y te escudaste en que tú eras médico -como si no fueses alcalde-, cuando te gastaste millones y millones para conservar otra canditatura más tu poltrona en un tranvía que no lleva a ninguna parte, cuando con tu prepotencia te pusiste en contra de los "fachas" de la calle Asunción y en contra de tus paisanos de Triana, ese arrabal que en octubre de 2009 te arrinconó contra las cuerdas de tu vergüenza y al que cerraste a cal y canto las puertas de la Tenencia de Alcaldía.
No, Alfredo, no digas que te vas. Al menos, en el último acto, dí que te echan y que te lo has ganado a pulso: que te echa tu propia conciencia, que te echa tu Partido, que te echa Sevilla entera diciéndote peores cosas que las que se le dicen a un árbitro en un campo de fútbol.
Pero no te vayas, Alfredo, no te vayas sin ponerle una bomba a las "setas" de la Encarnación, sin quitar el tranvía de la "vaselina y del gel", sin restituir la caseta de Feria a sus legítimos poseedores, sin dejar el puente de Triana como estaba, sin restaurar todo lo que te cargaste en demasiados años de hegemonía..., ah, y sin pasar por los juzgados, porque aquí parece una norma que los nuevos señores de Monipodio siempre se van de rositas.
Dices que la opinión de irte es "personal y meditada". No creo que hayas tenido que ir a un filósofo para que te construya la frase. Te tenías que haber ido cuando tus primeros escándalos salieron a la luz pública, cuando negabas el caso Macarena, cuando negabas el caso Mercasevilla y te escudaste en que tú eras médico -como si no fueses alcalde-, cuando te gastaste millones y millones para conservar otra canditatura más tu poltrona en un tranvía que no lleva a ninguna parte, cuando con tu prepotencia te pusiste en contra de los "fachas" de la calle Asunción y en contra de tus paisanos de Triana, ese arrabal que en octubre de 2009 te arrinconó contra las cuerdas de tu vergüenza y al que cerraste a cal y canto las puertas de la Tenencia de Alcaldía.
No, Alfredo, no digas que te vas. Al menos, en el último acto, dí que te echan y que te lo has ganado a pulso: que te echa tu propia conciencia, que te echa tu Partido, que te echa Sevilla entera diciéndote peores cosas que las que se le dicen a un árbitro en un campo de fútbol.
Pero no te vayas, Alfredo, no te vayas sin ponerle una bomba a las "setas" de la Encarnación, sin quitar el tranvía de la "vaselina y del gel", sin restituir la caseta de Feria a sus legítimos poseedores, sin dejar el puente de Triana como estaba, sin restaurar todo lo que te cargaste en demasiados años de hegemonía..., ah, y sin pasar por los juzgados, porque aquí parece una norma que los nuevos señores de Monipodio siempre se van de rositas.
D. Alfredo los trianeros no lo olvidaremos en mucho tiempo. Lo que me da miedo es pensar que lo puedan poner en algún cargo del gobierno. No sé si el de vicepresidente cuarto está ocupado o no. También espero que a nadie se le ocurra ponerle una placa en El Altozano o al menos si se la ponen que no le pongan su rostro ya que sería necesaría mucha cerámica y estamos en año de crisis. Estoy deseando escuchar a Torrijos.... igual también nos da una alegría.
ResponderEliminarOjú, compadre,lo que te tenías guardado. ¡Qué manera de atizar! Creo que la mejor crítica se hace ahora mismo desde los blogs. No sé por cuanto tiempo, pero es así.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esto es un desencanto total. No se levanta uno un día donde no se entere de un escándalo nuevo. A los que creíamos en aquello de los 100 años de honradez, nos han tomado el pelo de gordo, porque si esto es honradez ¿qué será la poca vergüenza?
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, compadre.
Yo ya no vivo en la capital, pero no por eso siento menos coraje y rabia por ver cómo se están haciendo las cosas en la ciudad en la que he vivido gran parte de mi vida. Y de acuerdo con la opinión de mi padre, te digo, Monteseirín no te vayas sin antes dar cuenta de todos tus actos, igual que cualquier otro trabajador al servicio de sus superiores, que en este caso es el pueblo al que debes servir con lealtad y honradez, dos palabras que creo que no existen en tu diccionario.
ResponderEliminarQuerida hija Myriam: La única frase que existe en la enciclopedia de este médico -cuando le conviene ser médico y no alcalde- es la de "Hay que llevárselo calentito". Tú bien sabes cuánto he luchado por las libertades y para que tú y tus dos hermanos, Pablo y Emilio, os criáseis en esa misma libertad que a mí tanto trabajo me costó conquistar para todos nosotros. Pero este señor no se puede ir de rositas, tiene que dar la cara en los juzgados, el dinero no es suyo sino de los sevillanos. Los jueces, a veces dan la sensación de que tienen miedo político. En la cárcel hay cientos de presos por traficar con el menudeo de la droga o por un tirón de bolso, que, siendo grave, es ínfimo con el desánimo moral con el que este alcalde va a djar Sevilla, esa ciudad a la que tanto amamos y a la que él, por esa extraña ley de coaliciones, que ningún partido quiere abolir, robó, descaradamente, de las urnas del pueblo.
ResponderEliminarTe insto a tí, que eres muy inteligente (porque ellos se creen que media España es tonta), a luchar por la libertad del voto en blanco, siempre que sirva para quitar escaños del Congreso, de las autonomías y de los ayuntamientos. Hay que abolir, de una vez por todas la ley de las coaliciones que, como buen zorro viejo, metió Carrillo en las primeras elecciones.
Pero hija, lealtad y honradez, son palabras que no existen en la ética ni en el diccionario de los políticos, no de ahora, sino desde que el mundo es mundo.
Besos: Progenitor