jueves, 4 de marzo de 2010

TRIANA PUNTO Y APARTE: "LA SOLEÁ DE TRIANA" (6)

"El Pintillo de Triana" era un gran hombre, una maravillosa persona que, por causas de la vida que nunca quisimos preguntar, vivía sólo, junto a una ralea de perros, en una choza ubicada en un baldío que existía detrás de la barriada del Patrocinio formando parte del cortijo de Pickman camino de la Cartuja. En la Peña "La Soleá de Triana" encontró su refugio, un buen puñado de amigos y admiradores y lo que más le gustaba del mundo: el vino, esa era su perdición, pero, que nosotros supiésemos, aparte de sus perros, era su única compañía.

Francisco Delgado Ramos había nacido en la onubense Zalamea la Real el 30 de Enero de 1917 y la vida lo trajo a Sevilla. Era bajo, de rostro bien definido, de tez morena y siempre muy bien arreglado. Borracho o sobrio siempre iba con traje, camisa y corbata. Se buscaba la vida como podía y en la Peña, que era tan suya como nuestra, encontró calor, dinero bajo cuerda, alimentos, amistad y compaña, que era lo importante. Cantaba con una fuerza rotunda por fandangos al estilo de Fregenal y, muy especialmente, por Antonio "El Sevillano". Era un hombre ejemplar en todo, excepto cuando el vino le podía. Su imagen diaria por la calle Alfarería no se me olvidará. Con su traje negro y su reala de perros, podía pasar por un marqués bohemio. Fueron muchas las vivencias que compartí con él, muchos los buenos ratos y muchas las buenas broncas que me echaba cuando yo le decía que no debía beber más aquella noche. Con el dedo índice clavándomelo en el pecho con fuerza, me decía: -Tú no tienes corazón. Posiblemente era verdad. ¿Quién era yo para decirle que no bebiese más cuando a lo mejor estaba olvidando una pesadilla del pasado?

Un buen día, a principios de Febrero de 1980, unos incendiarios anónimos quemaron su humilde chabola, que era todo su tesoro terrenal. La redujeron a cenizas, aniquilando su cobijo, siempre limpio, sus pocas y únicas prendas y sus siempre lustrados zapatos. Un hombre que no hacía daño a nadie y que, sin embargo, siempre tenía un cante a flor de piel para pagar algunas atenciones de los amigos, se quedó de pronto sin nada. Rápidamente se le organizó un homenaje en la Peña "Torres-Macarena" al que no acudieron ni los muchos artistas que se esperaban ni el público. Tan sólo 164 personas acudieron a la llamada, y el cartel lo compusieron, con mucho trabajo: Manolito Triana, Ildefonso Pinto, Luis Caballero, Manuel Márquez "El Zapatero", Juan Antonio Chacón, El Lele de Camas, Isabel Bayón, Antoñito Suárez, Fernando Luna, Pepe Martínez y Pepe Triana. Entre estas entradas vendidas y la llamada fila "0" se recaudaron 66.100 pesetas, con las que se abrió una cartilla en el Monte de Piedad y, para que no se las gastase a ciegas y a locas, se puso a nombre suyo y mío, una cuenta mancomunada donde si quería dinero yo tenía que ir con él y firmar o mi mujer.

Desde ese momento sí que entablamos una amistad profunda. Él llegaba a mi casa de Manuel Arellano, Loli le ponía su cafelito y sus pasteles mientras yo le apañaba ropa: camisas, chaquetas, gabardinas y, sobre todo, corbatas ¡qué le gustaban las corbatas!. De allí nos íbamos a la avenida de Santa Cecilia y por el camino le preguntaba: -¿Cuánto quieres sacar? -Mil durillos. -¿Te vas a comprar algo? -Sí me hace falta calzoncillos y calcetines y, bueno, también para alguna copilla... Era una maravilla en su sobriedad, con una mente privilegiada. Se me daba un aire muy grande a mi abuelo. Cuando murió, en Octubre de 1981, el saldo que quedaba, que eran unas 40.000 pesetas -lo que quiere decir que se administró bien desde aquel homenaje-, se destinó a un entierro digno y a costear la lápida de su enterramiento. Tambien la Peña "El Sombrero" le había dado una cena-homenaje y entre una y otra cosa se mantenía, más las atenciones alimentarias que tenían con él muchos vecinos del barrio y, por supuesto, mi compadre Paco Parejo.

Fue, sin duda, uno de los pilares fundamentales de las noches cantaoras de "La Soleá". Su fandango, nacido del corazón, aún se nos clava en las entrañas de aquellos que tuvimos la suerte, semana tras semana, de escucharlo de sus labios:

Se la había antojao un clavel
a la Virgen Macarena
y la Esperanza de Triana
fue hasta Valencia por él
á darle gusto a su hermana.

Maravillo hombre Francisco Delgado Ramos. Gigantesco cantaor "El Pintillo de Triana".

2 comentarios:

  1. Enternecedor el relato de "El Pintillo". Tal vez en el mundo del flamenco han existido muchas personas como él. Seguro que tú has conocido muchisimos cantaores con grandes facultades que han muerto en el olvido y que sólo han cantado para sus amigos pero que sin embargo los pocos que lograron conocerlos nunca lo olvidarán. Tu relato de Francisco Delgado Ramos demuestra esa ternura y amor que sólo se pueden sentir por las buenas personas. La fotografía que adjuntas tiene algo especial. Gracias por el relato; me ha recordado a algunas personas que siempre estarán en mi corazón.

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  2. Emilio Jiménez Díaz4 de marzo de 2010, 22:01

    Era un encanto, tal como te lo cuento,tal como lo digo en mi relato. podría contarte muchas anécdotas emocionantes. Me da coraje que hoy, muchos y muchas universitarias escriban libros de Flamenco sólo por las hemerotecas. Jamás, en el caso de Triana, se han dirigido a mí, sabiendo que mis archivos están abiertos para todos los que quieran beber y empaparse de una época que no han tenido la suerte de disfrutar, y dan una imagen "científica" pero totalmente contraria a la realidad. Alguien dice que alguien dijo....
    Tengo muchas fotos de "El Pintillo" que están a tu entera disposición, así como su DNI original, la cartilla bancaria y los informes médicos del Pabellón Vasco, adonde lo envié a mi primo, Enrique Murillo,subdirector médico del mismo, cuando él se encontraba muy mal.

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