JUAN BELMONTE
No fue posible un aire de bonanza
que le arrancara al corazón la pena
de saberse elegido. La serena
luz de la luna a un trapo rojo alcanza
que cuelga de sus manos. La esperanza
de dar un natural al toro llena
su trágica existencia. Una azucena
es su cara en la noche. ¡Maestranza!
¿Cuándo te alcanzaré? Desde Tablada
el fulgor de la aurora ya presiente
y se aleja furtiva su mirada
con la fiebre ciñéndole la frente.
Juan espera una nueva madrugada
y se pierde en Triana tristemente.
No fue posible un aire de bonanza
que le arrancara al corazón la pena
de saberse elegido. La serena
luz de la luna a un trapo rojo alcanza
que cuelga de sus manos. La esperanza
de dar un natural al toro llena
su trágica existencia. Una azucena
es su cara en la noche. ¡Maestranza!
¿Cuándo te alcanzaré? Desde Tablada
el fulgor de la aurora ya presiente
y se aleja furtiva su mirada
con la fiebre ciñéndole la frente.
Juan espera una nueva madrugada
y se pierde en Triana tristemente.
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