zapata de mis baños temerosos,
trampolín de unos sueños, siempre hermosos,
que hoy da a mi madurez cierta arrogancia.
¿Alguien me cambia el tiempo y la distancia?
¿Quiere comprarme alguno aquellos gozos?
¿Sabrá valorar nadie cuántos pozos
hay en los quicios vivos de su estancia?
Niños desnudos al sol de una posguerra
que se tiran al río y chapotean
buscando mil sirenas por sus sombras
para olvidar el hambre de su tierra,
y rien, y bromean, y bucean
con arenas tartésicas de alfombras.
trampolín de unos sueños, siempre hermosos,
que hoy da a mi madurez cierta arrogancia.
¿Alguien me cambia el tiempo y la distancia?
¿Quiere comprarme alguno aquellos gozos?
¿Sabrá valorar nadie cuántos pozos
hay en los quicios vivos de su estancia?
Niños desnudos al sol de una posguerra
que se tiran al río y chapotean
buscando mil sirenas por sus sombras
para olvidar el hambre de su tierra,
y rien, y bromean, y bucean
con arenas tartésicas de alfombras.
Esos "gozos" no tienen precio.
ResponderEliminarY si lo tuviera, para no parecer tan tajante, sería de un valor incalculable.
Mis mejores e inolvidables años, aún a costa de las palizas paternas. ¡Estaba tan cerca el río de mi corral...!
ResponderEliminarQue cierto es querido Emilio, que solo el río era el agua de nuestra infancia sobre todo con aquella "playa" de maria trifurca. Ese río era donde los veranos podríamos resistir las calores... a cambio como tu dices de muchas palizas y castigos.
EliminarMe alegra que hayas entrado por fin aquí. Ahora tengo un parón técnico porque estoy muy liado como bien sabes, pero tienes tres mil y pico de páginas para visitar.
ResponderEliminarUn abrazo.