TRIANA
Un lujo de geranios se atesora en los aires
entre constelaciones de albahacas penetrantes,
y una lluvia de encajes y claveles
se deshoja en el río, de pájaros de hechizo.
Un trenzado ligero de estrellas se presiente
al fondo de la tarde,
tejido de sonatas, de fugas, de triunfos,
donde sonoras yérguense musicales Trianas.
Latidos, ecos, sones...
a la noche, conmovida
la dejan de crótalos dulcísimos.
¡Qué vibración de cuerdas es tu nombre: Triana!
¡Qué guzla armonizando
un laberinto faústico de fuentes y canciones!
Bien lo sabéis muchachos y doncellas del Betis,
pescadores del río fresco en la amanecida;
los barqueros, los izadores de la vela blanca
que el agua la estiliza en su reflejo;
las mozas que, calzando una breve sandalia,
como Gracias gentiles del asfalto,
hacen crecer las danzas más ágiles de escorzos
cuando el nardo y la rosa se prestigian
del ébano profundo que alienta en sus cabellos...
Triana, ¡ay!, Triana...
con tu dulce corazón de guitarra,
de guitarra tejiendo sus ecos a la noche,
que el alma nos impregnan de una vibración tenue
entre triste y alegre; de un temblor dionisíaco.
¡Qué voz aguardas que en los siglos surja
y como a Gracia, salada de alegría te cante,
de claridad te deje!
Por tí gozo y el beso y la angustia se expresan:
Un lujo de geranios se atesora en los aires
entre constelaciones de albahacas penetrantes,
y una lluvia de encajes y claveles
se deshoja en el río, de pájaros de hechizo.
Un trenzado ligero de estrellas se presiente
al fondo de la tarde,
tejido de sonatas, de fugas, de triunfos,
donde sonoras yérguense musicales Trianas.
Latidos, ecos, sones...
a la noche, conmovida
la dejan de crótalos dulcísimos.
¡Qué vibración de cuerdas es tu nombre: Triana!
¡Qué guzla armonizando
un laberinto faústico de fuentes y canciones!
Bien lo sabéis muchachos y doncellas del Betis,
pescadores del río fresco en la amanecida;
los barqueros, los izadores de la vela blanca
que el agua la estiliza en su reflejo;
las mozas que, calzando una breve sandalia,
como Gracias gentiles del asfalto,
hacen crecer las danzas más ágiles de escorzos
cuando el nardo y la rosa se prestigian
del ébano profundo que alienta en sus cabellos...
Triana, ¡ay!, Triana...
con tu dulce corazón de guitarra,
de guitarra tejiendo sus ecos a la noche,
que el alma nos impregnan de una vibración tenue
entre triste y alegre; de un temblor dionisíaco.
¡Qué voz aguardas que en los siglos surja
y como a Gracia, salada de alegría te cante,
de claridad te deje!
Por tí gozo y el beso y la angustia se expresan:
vosotros lo sabéis muchachos, doncellas del amor,
que en un canto emotivo que el corazón conforma
vuestra pasión comienza, vuestro barrio se exhala.
que en un canto emotivo que el corazón conforma
vuestra pasión comienza, vuestro barrio se exhala.
¡Triana, otórganos un poco de tu esencia,
de esas minas de plumas irisadas,
que si se dilapidan, cuaja el aire en sonrisas!
¡Gozar, gozar un poco de tus sales agudas;
de ese quiebro tan grácil donde mueven boleros
la lenta muerte de su estilo;
de aquella filigrana
que toreros quisieran ante el toro inventada;
de esa malicia grana de unos labios salados;
de aquel cielo de fina alfarería
que los cantos anhelan para ser luminosos!
Los hálitos, Triana,
que navegan airosos a Sevilla,
sobre el río de amantios y de rosas,
en la tarde de púrpuras espléndida!
de esas minas de plumas irisadas,
que si se dilapidan, cuaja el aire en sonrisas!
¡Gozar, gozar un poco de tus sales agudas;
de ese quiebro tan grácil donde mueven boleros
la lenta muerte de su estilo;
de aquella filigrana
que toreros quisieran ante el toro inventada;
de esa malicia grana de unos labios salados;
de aquel cielo de fina alfarería
que los cantos anhelan para ser luminosos!
Los hálitos, Triana,
que navegan airosos a Sevilla,
sobre el río de amantios y de rosas,
en la tarde de púrpuras espléndida!
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