A la Compañía todo se le volvía en contra en este año y, constantemente, los escritos denunciadores de anomalías afluían en las páginas de la prensa local. Concretamente, el 9 de Marzo, un escrito de la Federación Local de Sindicatos Unidos pide lo que sigue a través de las páginas de "El Liberal": "Teniendo en cuenta los intereses del pueblo de Sevilla y recogiendo el sentir unánime del mismo, esta Federación expone lo siguiente: que el crecimiento de la población sevillana está en contraposición a la explotación de la Empresa de Tranvías, no debiendo el pueblo sevillano ser objeto de explotación por parte de nadie ya que el tranvía es el transporte de las clases productoras. Por lo cual, pedimos la municipalización. En la línea 1, Osario-Macarena, existen siete coches sin remolques hasta las once de la mañana, que se aumentan con dos coches y seis remolques que nuevamente empiezan a disminuir a partir de las dos de la tarde. Pedimos para esta línea siete coches con seis remolques y que se aumenten dos coches más a las once de la mañana, cesando este aumento a las dos de la tarde, para aumentarlo nuevamente a las cuatro hasta las ocho de la noche, teniendo en cuenta que el comercio cierra a las siete. Para la línea 2, Osario-Macarena-Plaza, exponemos el mismo cuadro y pedimos las mismas soluciones. Para la línea 3, Plaza-Eritaña, pedimos cuatro coches en circulación y dos remolques. Igualmente, pedimos cuatro coches, en lugar de los tres que están funcionando, en las líneas 4 y 5. Para la línea 6, Plaza-San Jacinto, pedimos tres coches, pidiendo cinco coches y tres remolques para la línea 7. Las líneas 8 y 9, Plaza-Puerta Real, tiene en circulación un solo coche, cuando siempre ha tenido dos. Para la línea 12, Plaza-Cerro del Águila, pedimos cuatro coches y el desaparecido servicio de madrugada tan importante en aquella barriada. Pedimos también, para las líneas 17 y 18, el servicio de cuatro coches, pudiendo quedar como están las líneas 19 y 20, ya que con el aumento que se pide para las líneas anteriores se benefician éstas".
Mucho pedir era, porque la Compañía -que siempre tenía oídos sordos- no accedió ni en poco ni en mucho a los deseos formulados en bien de la ciudad por la Federación Local de Sindicatos Unidos. No sería éste el único escrito en el que se dijeran las verdades esas del barquero a la Empresa de Tranvías. Pero, tampoco sería la única vez que estas verdades resbalasen, como agua de Mayo, por los entresijos burocráticos de los distinguidos señores accionistas. De cualquier modo, las merecidas bullas y protestas se amontonaban en contra de ella y de sus representantes. Concretamente en este año de 1932, y por parte del propio ayuntamiento, se hace constar en el acta de la corporación municipal la protesta general del público por los servicios de tranvías durante la celebración de la Feria de Abril.
Por su parte, los obreros tranviarios, defendiendo su honra, contestan en un "manifiesto" que hizo época y que no quiere suprimir en estos apuntes y recuerdos de la historia tranviaria de Sevilla. Todo cuanto dijeron -mucho y con mucha razón- se expresa a continuación:
"El Sindicato del Arte Rodado y del Transporte de Sevilla y su radio de la sección de obreros tranviarios, publicamos el siguiente manifiesto dirigido a todos los trabajadores y a la opinión pública en general: Los obreros tranviarios de Sevilla, no cumplirían con el deber que tienen para con el pueblo sevillano si ante las anomalías y deficiencias que se han observado en el servicio de tranvías durante los días de Feria, no informara de las causas que lo han determinado. Dichas causas o motivos no son muy difíciles de encontrar. Cualquiera que medite un poco sobre ello, comprobará, sin duda alguna, que le responsabilidad recae totalmente sobre la empresa explotadora del servicio de tranvías de nuestra ciudad. La determinante de que el servicio sea catastrófico y no haya respondido a las necesidades de los festejos y de la población, así como de todas sus deficiencias y de todos los perjuicios económicos causados al pueblo honrado y laborioso de Sevilla, no es otra cosa que el egoísmo y la ambición exacerbados de la Compañía de Tranvías, S.A., al pretender obtener la máxima ganancia con el mínimo de gastos, sin tener en cuenta los intereses generales y las necesidades del público que paga y contribuye a su enriquecimiento constante. (...) Los obreros tranviarios han demostrado siempre su sensatez y sus buenos propósitos. Si se nos atiende, se nos retribuye y se nos respeta, sabremos producirnos en un plano de conciliación y cordialidad, pero si, por el contrario, se nos atropella, se nos provoca y se nos acosa, sabremos responder como cuadra a los hombres de la Confederación, forjados ya en el yunque de la lucha y de la pelea diaria contra los expoliadores y detractores del pueblo".
Con este "manifiesto" no acaba la gran odisea de 1932. El día 1 de Mayo estaba a la vuelta de la esquina y, nuevamente, se producen los paros en cadena en toda la ciudad, aflorando otra vez la inestabilidad en el mundo tranviario. De nuevo, apedreamientos masivos a los tranvías que circulaban por la calles sevillanas, petardos en los raíles, destrozos en el interior de los coches e, incluso, multitud de incendios, como el que sufrió un tranvía de la línea 12 a la altura del Matadero Municipal. Continuaron durante todo el año las huelgas, las carreras y los disparos, siendo alarmante el "boicot" que se le hizo en el mes de Septiembre a la Compañía, anunciándose por millares de pasquines que el público no subiera a los coches. Las pérdidas de estos días se cifraron en 75.000 pesetas. No hay duda que que a la empresa tranviaria tuvo que resultarle muy difícil ese año, protagonista de huelgas y atentados contra su estructura monopolista y contra sus coches y propiedades. A duras penas, la gran odisea de 1932 pasó, pero no llegaron tiempos mejores hasta muchos años después. No todo para la Compañía se convertía en ganancias.
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