A pesar de los muchos accidentes ocurridos a lo largo de la vida tranviaria, no quiero pasar por alto algunos de los más significativos y recordados por el pueblo sevillano. Uno de los más tempranos y principales fue éste, en la esquina de San Jacinto con San Jorge, cuando un tranvía descarriló al bajar la rampa del puente, chocando contra la famosa "Casa Berrinche" el día 2 de Mayo de 1912. El tranvía logró doblar un poste del tendido eléctrico y tirar parte de esta vieja casa de soportales, casi hundida ya por los alzamientos de la calzada del puente.
Suceso como el anterior solían hacerse más famosos dada la cantidad de gente que lo presenciaban con no poco de susto. Casi al lado, en la Semana Santa de 1943, en la trianera calle de San Jorge, un tranvía arremetió, bruscamente, contra el "paso de palio" de Nuestra Señora de la O, destrozando la manigueta izquierda trasera y resultando heridos algunos de sus costaleros, accidente que se recuerda en el lugar por medio de una plaza cerámica.
La mayoría de los accidentes se producían por exceso de velocidad del vehículo; por las llamadas "jardineras", que al llevar exceso de peso en la plataforma hacía que en algunos movimientos se saliera de los raíles el juego trasero de ruedas; por travesuras infantiles inconcebibles, como en el caso del descarrilamiento, en la estación de Gelves, del tranvía de La puebla, que entró en vía muerta al haber cambiado los terribles críos la aguja de raíles de su posición normal; por subir o apearse en marcha, cuya culpa era exclusivamente del usuario; por los producidos dado el estado de embriaguez del pasajero transportado; y, ya menos, por la falta de reflejos del conductor, fallos técnicos o culpa de terceros.
Un suceso pocas veces visto fue el descarrilamiento masivo, en 1928, de cinco tranvías en la curva formada por Cánovas del Castillo (hoy, avenida de la Constitución) y la Plaza de San Fernando (Plaza Nueva). Organizó todo el barullo un tranvía de la línea de Eritaña, quedando durante varias horas interrumpido el servicio en el sector. Tenemos otro insólito ejemplo de la línea de dos barrios casi siempre enfrentados por el exacerbado concepto de devoción popular a sus respectivas Esperanzas: Macarena y Triana. Pues bien, pugna o fallo técnico de los dos coches motores, hicieron que los dos pretendieran entrar al mismo tiempo en la calle Méndez Núñez, chocando estrepitosamente entre sí, aunque afortunadamente no ocurrieron desgracia spersonales pero sí materiales, porque el perteneciente a la línea de la Macarena se empotró contra un restaurante que hacía esquina con la entonces Plaza del Pacífico (hoy, Magdalena). Otro accidente inesperado -todos lo eran-, fue el que tuvo lugar a la altura de Tablada, el 7 de Abril de 1929, al chocar un tranvía contra un tanque de la Jefatura de Obras Públicas. ¿Hay quién de más?
Nos pasaríamos páginas y páginas diciendo cuántos mutilados había en Sevilla por culpa del tranvía, cuántos accidentes en la estrechísima calle Imagen y en la Correduría..., pero como siempre es desagradable una nómina de desgracias, comentaremos un accidente que puso haber sido trágico y no fue, y que parece el guión de una novela. Ocurrió el 9 de Enero de 1933. El prblema de la "conducción automática" del servicio de tranvías ya estaba resuleto, sin inventos de clase alguna. Explicaremos el caso, porque así lo requiere. A la parada del Prado llega un tgranvía, el número 116 de la línea 1. El conduvtor para el vehículo y baja a estirar las piernas y a fumarse un "liaillo", como era normal en este tipo de servicio cuando se llevaban algunos minutos de ventaja en la vuelta. Pero cuál no sería el estupor del conductor y, por supuesto, de los propios viajeros, al ver que el tranvía -tal vez por la mala colocación del regulador- comenzó a andar solo, tomando una vertiginosa velocidad poco a poco, cubriendo con gran éxito, aunque con muchísimo susto por parte de viandantes y viajeros, nada más y nada menos que desde el citado Prado -donde el conductor del 116 "perdió su coche"- hasta la Avenida de la Libertad (hoy, de la Constitución), psando él solito la calle de San Fernando, la Puerta de Jerez y una buena parte de la avenida, no llegando a más su trayectoria gracias a un guardia urbano que, viendo la tragedia y alertado por los propios viajeros, subió con gran habilidad al tranvía, a pesar de su velocidad, y lo paró, no sin causarle desperfectos, pero evitando un choque con terrible con otro de la Gran Plaza que se encontraba frenado en una de las paradas usuales.
Ese miedo a los accidentes tranviarios se convertían en versos jocosos, como los aparecidos en "La Unión" con el título "Su Majestad el Tranviario", firmados con el seudónimo de "Don Luis Mejías". Aquí están:
¿Me da su permiso, señor tranviario?/ Dispense si llego algo "retrasao";/ me trae usted corriendo desde Puerta Osario,/ y a la Pasarela casi hemos "llegao"./ Quizás usted dia que soy un latero/ porque su tranví lo mandé parar;/ mas hace seis horas que un tranvía espero/ y éste es el primero que acierta a pasar./ ¡Insúlteme si quiere y cóbreme seis reales/ por andar once metros metido en un cajón!/ Ustedes son los amos y sus fueros son tales/ que aguantarles a ustedes es nuestra obligación./ No importa que se caro y pésimo el servicio/ ni que haya un par de coches a Puerta de Jerez/ ni que el viaje sea lento y equivalga a un suplicio/ ni que dejen los coches de rodar a las diez./ ¡Aplaste a esa vieja que cruza la vía.../ aunque usted la mate nos quedan cien mil!/ ¡Ahuyente a punteras a esa turba imía/ que van en estribo en un plan cerril!/ ¡Arrolle a aquel coche, y embista a esa mula!/ ¡Pare ahora y atasque la circulación, porque faltó/ el fluido!/ Si tiene usted bula/ ¿para que tomarse ningún sofocón?/ Si se cayó un viajero ¡prosiga adelante!/ que para algo hay camillas, Cruz Roja y Hospital./ Si un cable al desprenderse despacha a un semejante/ ¡que no hubiera salido de casa el animal!/ A su excelso dominio Sevilla está sujeta,/ y todos obligados a entregarle la piel./ Pruebas de que sois grande los traigo en la maleta:/ ¡los restos de mi suegra envueltos en papel!
Según la Compañía: -¿Accidentes? No, no, muy pocos, casi ninguno.
domingo, 21 de febrero de 2010
PRINCIPALES ACCIDENTES TRANVIARIOS
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jajaja, muy buenos los versos.
ResponderEliminarUn abrazo desde Lima.
Los versos sobre el tranvía siempre eran buenísimos. Tengo muy buenas fotografías de los tranvías de Lima. Algún día colgaré el álbum de los tranvías extranjeros.
ResponderEliminar¿Quién te ha dado la direccíón del blog?
Tengo un blog sobre Accidentes de Tranvías en Lima, y me he quedado impresionado al leer todos tus apuntes tranvíarios en Sevilla, algunos realmente son jocosos. Estupenda redacción, siempre con una pizca de humor, buenos complementos de imágenes, hacen que me convierta en un asiduo visitante de tu blog. Aquí se aprende estando muy entretenido.
ResponderEliminarEncontré tu blog gracias a Google.
Mi blog:
http://www.accidentetranvia.blogspot.com/
Mándame algunas fotos en la seguridad de que se publicarán. Ya te dije que quiero añadir un álbum con todos los tranvías internacionales.
ResponderEliminarGracias.
Fotos de tranvias prácticamente no tengo, yo pedí permiso a Allen Morrison para usar las suyas en mi blog, que las tiene catalogadas en http://www.tramz.com/index.html. De hecho, alli hay un catálogo muy completo.
ResponderEliminarPero puedo conseguir otras, al menos las que no tienen restricciones. Los tranvías dejaron de funcionar en Lima en 1965 y hay mucha similitud con tu ciudad respecto a como se comportaban los empleados de aquellos carros eléctricos, los usuarios y los infaltables "gorreros" (viajaban en los estribos sin pagar).
Precisamente el año 1965 fue cuando se cerró la última línea interurbana de Sevilla. Me encanta Lisboa porque todavía tiene en funcionamiento sus viejos tranvías. Es un placer viajar en ellos a cualquier parte. Hasta incluso tienen un tranvía de "cremallera" que te sube a lo alto de la ciudad, al barrio de Alfama.
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