EL 210 POR LA ESTRECHÍSIMA CALLE IMAGEN
Junto a la fama notoria del tranvía de la Puerta Real, su conductor "Vinagre" y el señor Anula, hubo una calle en Sevilla, hoy cambiada de estructura y fisonomía, que gozó, por los múltiples atropellos que se cometieron en ella, de una fama perdurable aunque triste. ¿Recuerdan algunos de los lectores la primitiva calle Imagen? Estrecha donde las había, era una calle de muchísimo tránsito, ya que unía, como hoy, la Puerta Osario o ronda exterior con el centro de la ciudad, y estaba siempre atiborrada de público a causa de los pequeños comercios y especierías que radicaban en ella. Muchos peatones resultaron en esta calle con las piernas cortadas por un simple resbalón en la mínima acera, cuyo bordillo, que era casi su ancho total, estaba pegado a los raíles. Si a esto unimos las continuas obras que se realizan en la misma, porque los adoquines se levantaban con frecuencia por culpa del peso diario que gravitaba sobre ella, encontraremos sin dificultad la razón de tan mala fama. Poder o no poder pasar por la calle Imagen siempre era una incógnita.
Como una ilustración poética más de estos apuntes, recogemos ésta, sin firma, aparecida en el diario "La Unión" con el título cachondo de ¿A Osario... o a la marisma?:
Ayer, el tranvía de Puerta Osario/ que va por San Pedro, tuve que tomar,/ y... ¡válgame el cielo! ¡cuántas peripecias/ en pocos minutos tuve que pasar!/ Subí en la Campana, cuando más llovía,/ las botas mojadas y el traje calado;/ cuando iba tomando el gusto al tranvía,/ y me iba secando... se queda parado./ ¡Quizas sea que el trole se le haya salido!/ pensé en el momento, pero el cobrador/ me saca de dudas, diciendo: ¡Transbordo!/ ¡Aquí hay que apearse! ¡Hagan el favor!/ Allá vamos todos como en caravana,/ aguantando el agua por el Coliseo,/ buscando otro coche que dicen que estaba/ parado en San Pedro. ¡Valiente paseo!/ Ya frente a la iglesia nos dicen... ¡Pararse!/ ¡Aquí el otro coche tiene que venir! Allí nos paramos, y al cuarto de hora/ teníamos más agua que el Guadalquivir./ Al fin llega el coche. Trato de subirme,/ y al verme calado, dice el conductor.../ ¡Parece que llueve! Y yo le contesto:/ ¡Mas no en el despacho de tu director!/ Si la calle Imagen está interceptada,/ levantado el suelo, cortada la vía,/ y existen motivos más que suficientes/ para que por ella no pase el tranvía,/ creo que la Empresa debiera avisarlo/ mandando un aviso en que el viajero,/ ya que medio tiempo tiene que ir nadando,/ al menos, que pueda ahorrarse el dinero./ Y no que lo dicen cuando ya han cobrado,/ y aunque el viajero quiera protestar,/ de nada le sirve, pues quiera o no quiera,/ ese paseíto lo tiene que dar./ Si ha de tardar mucho la grande reforma/ que a la calle Imagen le vienen haciendo,/ pensarse debiera por la Compañía/ cambiar el servicio de un modo estupendo./ Quiten el tranvía; pongan autobuses,/ que harán el servicio de un modo mejor,/ y así se ahorrarían de oir los piropos/ que cada viajero echa al director...
Creemos que la calle Imagen -hoy, amplia y moderna, aunque con muchos adefesios arquitectónicos-, también formó parte importante en la vida tranviaria, y su nombre gozó, en la negra lista de sucesos, de una fama superior a las restantes calles sevillanas. Por lo que significó de sobresaltos con su maldita estrechez, por tantas piernas cortadas por su culpa y por la cantidad de accidentes ocurridos en su angostura, hemos querido traerla a estos sencillos recuerdos tranviarios.
Como una ilustración poética más de estos apuntes, recogemos ésta, sin firma, aparecida en el diario "La Unión" con el título cachondo de ¿A Osario... o a la marisma?:
Ayer, el tranvía de Puerta Osario/ que va por San Pedro, tuve que tomar,/ y... ¡válgame el cielo! ¡cuántas peripecias/ en pocos minutos tuve que pasar!/ Subí en la Campana, cuando más llovía,/ las botas mojadas y el traje calado;/ cuando iba tomando el gusto al tranvía,/ y me iba secando... se queda parado./ ¡Quizas sea que el trole se le haya salido!/ pensé en el momento, pero el cobrador/ me saca de dudas, diciendo: ¡Transbordo!/ ¡Aquí hay que apearse! ¡Hagan el favor!/ Allá vamos todos como en caravana,/ aguantando el agua por el Coliseo,/ buscando otro coche que dicen que estaba/ parado en San Pedro. ¡Valiente paseo!/ Ya frente a la iglesia nos dicen... ¡Pararse!/ ¡Aquí el otro coche tiene que venir! Allí nos paramos, y al cuarto de hora/ teníamos más agua que el Guadalquivir./ Al fin llega el coche. Trato de subirme,/ y al verme calado, dice el conductor.../ ¡Parece que llueve! Y yo le contesto:/ ¡Mas no en el despacho de tu director!/ Si la calle Imagen está interceptada,/ levantado el suelo, cortada la vía,/ y existen motivos más que suficientes/ para que por ella no pase el tranvía,/ creo que la Empresa debiera avisarlo/ mandando un aviso en que el viajero,/ ya que medio tiempo tiene que ir nadando,/ al menos, que pueda ahorrarse el dinero./ Y no que lo dicen cuando ya han cobrado,/ y aunque el viajero quiera protestar,/ de nada le sirve, pues quiera o no quiera,/ ese paseíto lo tiene que dar./ Si ha de tardar mucho la grande reforma/ que a la calle Imagen le vienen haciendo,/ pensarse debiera por la Compañía/ cambiar el servicio de un modo estupendo./ Quiten el tranvía; pongan autobuses,/ que harán el servicio de un modo mejor,/ y así se ahorrarían de oir los piropos/ que cada viajero echa al director...
Creemos que la calle Imagen -hoy, amplia y moderna, aunque con muchos adefesios arquitectónicos-, también formó parte importante en la vida tranviaria, y su nombre gozó, en la negra lista de sucesos, de una fama superior a las restantes calles sevillanas. Por lo que significó de sobresaltos con su maldita estrechez, por tantas piernas cortadas por su culpa y por la cantidad de accidentes ocurridos en su angostura, hemos querido traerla a estos sencillos recuerdos tranviarios.
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