sábado, 13 de febrero de 2010

LA FERIA Y EL TRANVÍA EN 1930

A pesar de las pésimas previsiones de "Don Cecilio", la Feria, en el nuevo emplazamiento, se inauguró con gran brillantez y su provisonial sitio no desmereció en nada al habitual de El Prado. En esta ocasión, los reyes Alfonso XIII y doña Victoria Eugenia, acompañados por las infantas, visitaron el ferial.

Esto de la brillantez y alegría habituales en nuestra ciudad, no agradaba demasiado a cierto sector de la prensa. Decía un periodista de "La Unión" en este año de 1930: "Las cosas son como son. Y nosotrosn cuando se van nuestros visitantes de siempre, otra vez la Sevilla de siempre. Somos una ciudad sin agua, con travías inservibles, con más taxis que ganas de tomarlos, con verduras y carnes más caras que en ninguna otra región, con vivienda inhabitable y cara. En contraposición y para consuelo, somo una ciudad con cronistas que cantan constantemente su "hermoso cielo azul", con sevillanos que, aunque ya no se ponen el sombrero de ala ancha, le pegan a uno si dice que el tipismo va desapareciendo con la crisis del trabajo... Porque ¿por qué citar lo que verdaderamente de bueno tiene Sevilla? Eso, cada uno lo capta silenciosamente, amorosamente y a su modo..."

A poco de terminar la Feria -una de las de más éxito de cuantas se conocían-, los tranvías volvieron a hacerse viejos, descuidados, con poquísima higiene, tal como decía el periodista de "La Unión". Y, para afirmarlo, tomemos como ejemplo un anuncio cargado de ironía que, remedando a los habituales de la Compañía, se encargó de insertar en sus páginas el "Sevilla Independiente". Decía así: "Anuncio. La Empresa de Tranvías ruega a los viajeros y "rateros" que utilicen los tranvías por la mañana, usen trajes afelpados, o sea, que quiten bien el polvo del día anterior al sentarse cándidamente. Desde luego, el polvo y la basura quedarán a beneficio del viajero, si los llamados a cuidar de la higiene no disponen otra cosa".

1930 lo aprovecha la compañía para expander su red: se hacen muchas reformas tranviarias en localidades cercanas; se terminaron de construir, en Puebla del Río, las cocheras para la línea de pronta explotación que uniría a Sevilla con esta localidad; el 13 de Marzo, una nueva concesión vino a favorecer, otra vez, a la polémica empresa, al serle concedida una línea desde la Puerta de la Carne al Barrio de Nervión; la compañía, al compás de los tiempos, y a pesar de las críticas ácidas, se afana, en lo posible, en contentar al nuevo usuario sevillano comprando coches nuevos, alargando algunas líneas ya establecidas y creándolas nuevas, tan necesarias para la expansión que estaba gozando -o sufriendo- la ciudad.

Como siempre, "Don Cecilio", que atacó cientos de veces las anomalías de la empresa, defendió en esta ocasión, con su buen humor, las mejoras que ésta incorporó al servicio, pero no así a sus servidores y al trato grosero que recibían los usuarios por parte de espe personal; un personal resabiado por lo exiguo del jornal diario que recibían que, con primas, puntos y demás emolumentos, sólo alcanzaba la cifra de 9,25 pesetas después de un montón de horas de servicios.

Titulándolo "El progreso rodado", se quejaba de esta forma en las páginas de "El Noticiero" del 2 de Abril de 1930:

Limpios y bien presentados/ hay unos tranvías nuevos,/ un poco más alargados/ que los otros, y pintados/ también con yemás de huevo./ El público, complacido, los elogia y los admira,/ porque gran mejora ha sido/ ponerlos al recorrido:/ Eritaña y Guadaira./ La Compañía se afana/ porque la red sevillana/ de mejoras vaya en pos;/ mas, ay, que aún por Triana/ va el tranvía número dos./ Pero no importa; que al pelo/ todo estará a la ligera/ -como es del público anhelo-./ Una remesa se espera/ de coches nuevos, modelos;/ y entonces, en beneficio/ del público y maravilla/ ha de ser, a nuestro juicio,/ algo estupendo el servicio/ de Tranvías de Sevilla;/ pues teniendo un material/ que es de perfección derroche,/ un servicio puntual/ y unos novísimos coches/ y un experto personal,/ sólo hace falta que se haga/ saber a los conductores/ y a no pocos cobradores,/ que el público es el que paga/ y ellos son sus servidores;/ que se le debe tratar/ con la consideración/ que con é se debe usar,/ y donde es su obligación/ y se hace seña, parar./ No arrancar cuqando el viajero/ no puso en el suelo el pie;/ no ser con nadie grosero,/ como a diario se ve./ Cuando esto que refiero/ se encuentre, al fin, implantado,/ con material renovado/ y lleno de mejorías.../ ¡Será un perfecto dechado/ el servicio de tranvías!

Aparte de este "progreso rodado", como lo definía José García Rufino, las quejas continuaban, unas veces por lo mal atendido del servicio y, otras, como en el caso de las líneas de Triana y San Juan de Aznalfarache, por las anormalidades en los precios y distribución de trayectos y, además, por el trato indignate de conductores y cobradores, que desafiaban a los usuarios con broncas y el lenguaje más bajo. Por si estas protestas del público sevullano fuesen pocas y dieran poco dolor de cabeza a la empresa, el 1 de junio de este año un rayo destroza parte del edificio e instalaciones de la compañía en la sede de Gonzalo Bilbao, por el que hubo de suspenderse todo el servicio. No, no comenzó ni terminó bien este año de tantos cambios que parecía anticiparse a los sucesos preparatorios de la República.

Y comienzan huelgas y más huelgas, pero eso lo dejaremos para mañana..., si Dios quiere.

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