Disfrutando la concesión otorgada por real orden de Mayo de 1929, sobre el establecimiento de un ferrocarril secundario desde Gelves a Puebla del Río, la Compañía de Tranvías inauguró a "bombo y platillo", el 21 de Mayo de 1932, este nuevo servicio, que enlazaría -con la línea ya establecida de Sevilla a Gelves- a nuestra capital con el cercano pueblo ribereño.
Toda la prensa sevillana -ignoro si con artículos pagados-, que sería lo más seguro, ofreció la noticia con grandes caracteres y con amplios y sabrosos comentarios. No todo iba a ser nefasto para la empresa tranviaria en este fatídico año. La Compañía, siempre meditando en cómo llenar las arcas, lograba todas las concesiones habidas y por haber: esas "inexplicables concesiones" a las que se oponía rotundamente aquel honrado concejal citado páginas atrás: el señor Jiménez Tirado. El monopolio era el monopolio, y sólo de esta forma se podía jugar con ventaja y ganar todas las partidas, tanto en lo comercial como en lo laboral. Las líneas interurbanas, pues, significaban un preciado pellizco para la mina tranviaria y, tal como dijo en varias ocasiones el director gerente de la misma, estaban llamadas a tener gran importancia por el índice demográfico que iban adquiriendo las localidades ribereñas. La suerte estaba echada. Sólo se necesitaba que la suerte acompañase a estos intentos de desarrollos comerciales.
Con buen pie, como todas las inauguraciones, comenzó esta nueva línea, única en su tipo de "ferrocarril secundario", ya que la pretendida hasta Castilleja de la Cuesta no pudo montarse por inconvenientes técnicos, a pesar de estar comprado el material viario. Más tarde, pasaría lo de siempre: abusos por parte de la empresa, mal servicio, coches en pésimas condiciones higiénicas, tarifas abusivas de billetaje y, también, como siempre, quejas y más quejas por parte de los nuevos usuarios.
Veamos ahora lo que en las páginas de "El Liberal" nos comentaba un periodista referente a la aparatosa inauguración de este "ferrocarril". Con grandes titulares se destaca: "La nueva línea de tranvías a Puebla del Río se inauguró ayer con gran entusiasmo por parte de los vecinos de Gelves, Coria y Puebla". A continuación, con carácter casi novelesco, refería el episodio:
"Ayer tarde quedó inaugurada oficialmente la nueva línea de tranvías desde Sevilla-Plaza de la Magdalena-Puebla del Río, cerca ya de las marismas del Guadalquivir, donde en plazo no lejano llegará este utilísimo medio de transporte y locomoción.
Asistieron a este acto las autoridades sevillanas, el alto personal de la Compañía, entre el que figura el señor Combet (don Antonio), llegado ex profeso de Barcelona, distinguidas damas y bellas señoritas.
A las cuatro y media en punto salió el tranvía de la estación de Triana. Van los tranvías, con sus jardineras, engalanados con banderas republicanas.
El vecindario del Barrio León, interesado en este servicio, presencia el paso de los tranvías. Se escuchan los primeros elogios.
El tranvía, hasta San Juan de Aznalfarache, funciona con el "trolley" corriente. Al salir de San Juan, el conductor eleva la "suspensión de catenaria alabeada" -un arco de acero que se ve en el techo del coche- y el vehículo se dispara.
A los cinco minutos Gelves a la vista, y la mayoría de sus vecinos esperan el espléndido coche, saludándolo con una salva de aplausos. Gelves, estación. Una estación sevillanísima. Sigue ahora una recta que acaba en Coria. El coche vuela y no se siente el menor vaivén. Marcha el tren-tranvía por este trayecto a ochenta por hora.
Llegamos a Coria. Una calle que era un erial es ahora una vía de primer orden. En la estación, tan graciosa como la anterior, nos aguarda la banda de música de Coria, formada por jóvenes del pueblo. La banda suena muy bien. Unos momentos de emoción por parte de los vecinos y de nuevo en marcha.
Ahora es cuesta arriba, hasta alcanzar los trescientos metros que Puebla del Río está sobre Sevilla. Se suceden los campos ubérrimos y los naranjales frondosos. El panorama es encantador. Este será el paseo obligado este verano.
¡Puebla! El pueblecito ribereño, casi olvidado, será muy pronto conocido por todos. Allí la animación es extraordinaria, y la ovación a la llegada del primer coche de los tres que han hecho el recorrido es apoteósica. Puebla es el final del trayecto. Aquí está la parte más interesante de la línea, como verá el lector por los datos que se insertan al final.
Aquí han obsequiado a los excursionistas con un "lunch", admirablemente servido por "La Española", y con unos puros de La Habana. El ágape llegó hasta los obreros de la Compañía".
Mañana haremos el camino de vuelta con este novelesco periodista que tan emocionado estaba, tanto que le subió en su crónica 280 metros más a la altura en que Puebla del Río se encuentra, añadió un mucho de velocidad más al tranvía, y se emocionó porque el ágape incluyera "hasta" a los obreros de la Compañía.
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