viernes, 22 de enero de 2010

TRIANA PUNTO Y APARTE: ¿QUÉ HACEN LAS HERMANDADES?

Jamás se asemejó más un barrio universal como Triana al Cristo que lo define: El Cachorro. Por una parte, la leyenda, probablemente sabia. Por otra, la propia cruz latina que forman su espina dorsal de San Jacinto con los dos brazos de sus cavas. Pero el dolor -¡ay, el dolor!-, ese sí que es simétrico. Se encierran las hermandades en sí mismas, acicalan con primor los "pasos" de sus titulares, cumplen sus reglas con tartas de "pescaíto frito" y salen a la calle para lucir -que no es otra la expresión verbal-, la pasión de Cristo y la tristeza de María en un barroquismo de oro de un palio y un manto que se convierten en auténticas obras de arte. Mas poco o nada importa el templo grande en el que nacieron y que las cobija desde siglos y que tiene por nombre sonoro el de Triana.

¿Dónde las hermandades para acelerar aquellas obras eternas de la aduana del arrabal, que es la capillita marinera del Carmen? ¿Dónde esas instituciones prepotentes y fácticas del barrio para pedir a gritos el remozar de San Jacinto, en el que tantas hermandades tuvieron sitio y altar? ¿Dónde la voz de las hermandades trianeras para denunciar que la torre de la O se nos caía a trozos por la medianía de Castilla? ¿Dónde la denuncia reclamando que la catedral alfonsina de Santa Ana, en la que tantas veces se han cobijado sus imágenes, se venía abajo con las venas de su fachada sangrando por Vázquez de Leca? ¿Dónde el "no", rotundo y amplio, para que a la vera de ese Cristo expirante, pared con pared de la antigua ermita, en la propia entrada de la Expo'92, se permitiese una licencia para expender churros, chocolate y patatas fritas, cual si la pasión de Cristo, y de Triana, fuese una verbena engordada siempre por el tópico? ¿Para qué, entonces, las hermandades si no son aldabón de la conciencia colectiva de un barrio que se muere lentamente? ¿Para qué, si no se convierten en voces acaudaladas en pro de su templo mayor, que sólo llenan de músicas, ceras y capirotes una vez al año?

No son palabras de un anarquista ni de un ateo ni de un anticlerical ni de un antisemanasantero ni de un anticapillita ni de un antinada. Son palabras de un trianero de a pie: las mías, pronunciadas con fe y con marcada esperanza, ante cientos de personas, en el teatro de los salesianos de Triana el 6 de marzo de 1994 en el Pregón de la Semana Santa de Triana. Son palabras que están publicadas desde ese mismo día, en un librillo hermoso, por la Asociación de Padres de Alumnos y el patrocinio de la Junta Munipal, es decir, del propio ayuntamiento de Sevilla.
Lo escrito, escrito está, y no borraría ni una coma de aquello porque fue mi corazón quien escribió el texto, y el corazón nunca engaña.

Hoy, cuando las hermandades no han cambiado nada desde aquel verbo, o cuando han cambiado todo para que nada cambie -que es base de un pensamiento político-, y cuando he recibido un comentario sobre este tema al hablar de mi calle Pureza, os quiero presentar un sonetillo de urgencia, escrito sobre la marcha en un papel mil veces tachado, con lágrimas de aceite, que feché, curiosamente, el 15 de octubre del pasado año, celebración de Santa Teresa, aquella santa abulense que, miren ustedes por dónde, tenía la "austeridad" como lema. Sé, bien lo sé, de las bolsas de caridad de las hermandades de mi barrio, de sus inquietudes según sus reglas..., pero, coño -y perdonen por expresión tan cotidiana como innecesaria-, ¿Es que no es hacer caridad preocuparse por los problemas del barrio? ¿Es que al final vamos a tener que creernos aquello de que las prebendas tapan no sólo la boca sino los sentidos? ¿Es que el patrimonio humano y monumental de Triana sólo tienen que defenderlo los trianeros de a pie, a los que, además, se nos dividen entre trianeros positivos y negativos? ¿Cuántos hermanos mayores de las hermandades trianeras estaban presentes en aquella portada de ABC -donde yo, que soy un mindundi, estaba- para salvar de una vez la capilla carmelitana? Obras son amores, como dice el refrán.

Si las hermandades de este arrabal de mi nacencia piensan que hacen lo suficiente entre tríduos a sus titulares, quinarios, besamanos, bolsas de caridad y estrenos, y que todo tiene que basarse en los días de Pasión sin que les importe señalarse, aunque sólo sea un vez, dando un grito de aviso sobre esta Triana en la que nacieron los gremios que las hicieron posibles, que no se asusten si alguna vez esa Madre, bastante más antigua que sus corporaciones, les da la espalda, porque, desgraciadamente, es lo que ellas practican: ni ven, ni oyen, ni sienten..., pero mucho me temo que reciben subvenciones.

Cuando murió el glorioso Joselito
dijo alguien con dolor: Este año estrena
lágrimas de verdad La Macarena.
Fue unánime la voz, sentido el grito.

En Triana se muere nuestro brío,
emigra hacia otro sitio nuestra gente,
nos dan la puñalada por el vientre...,
las hermandades, mudas como el frío.

Metidas están siempre en sus capillas.
Ni una lágrima corre en sus mejillas.
Los estrenos son sus necesidades.

Viven de espaldas al barrio y sus problemas.
En un día resumen sus teoremas.
¿Hermanos de quién son las hermandades?




3 comentarios:

  1. Va siendo hora de que se hable así de claro; cuánta razón llevas, amigo Emilio, y a ver si llega el día del milagro en que las hermandades miren el entorno que las acoge; miren la historia de Triana y se miren por dentro... El ejemplo -uno solo- de la Capillita, sagrada para los trianeros de raíz, es evidencia de lo que les importa: más de tres años con un toldo encima, con el famoso 92 por medio, y ni una sola queja en sus potentes altavoces. Recuerdo que por aquellas fechas aparecieron unas grietas en el techo del Arco de la Macarena: en seguida la hermandad exigió que se repararan avisando de que, de seguir así, sus pasos no pasarían por debajo el siguiente Viernes Santo. Al poco estaba arreglado... Y el caso del alquitranado de Pureza es la penúltima muestra de que tenemos que seguir esperando el milagro...

    ResponderEliminar
  2. Querido Emilio,gracias por deleitarnos con tu escritura y por tu defensa del barrio.
    Las hermandades solo quieren recibir subvenciones
    y y darles las varas de las hermandades a los políticos, muchos de los cuales abogan por quitar los crucifijos y el aborto a las niñas de 16 años.
    un fuerte abrazo de tu amigo Angel Bautista.
    He puesto un enlace en mí blog para que entren en el tuyo

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar