Se ha ido unos meses a la cercana Cartuja y Triana ya la estaba echando de menos. Su Estrella no podía faltar de allí, cerca de todos los que se acercan a rezarle, a darle las gracias por alguna cosa, o a pedirle, como siempre, salud, y ahora, en estos tiempos que corren, trabajo, que el pan no falte en sus mesas.
Ella siempre ha sido y es la Estrella del firmamento de los trianeros; la Estrella luminosa para los muchos problemas de la vida; la Estrella caminante por los difíciles senderos de un laicismo galopante que está iniciando su andadura. Pero Ella está ahí siempre, con su valentía de Madre Dolorosa, como en aquel Jueves Santo trágico de 1932, cuando la mano impía aún quiso poner más lirios en sus sienes, más tristeza en sus ojos y más dolor en su corazón, ganándose a pulso el clamor de esta histórica saeta: Se ha dicho en el banco azul/ que España ya no es cristiana,/ aunque sea republicana/ aquí quien manda eres Tú,/ Estrella de la mañana.
Nos dicen los expertos que ya su autoría parece que no es de Martínez Montañés y que se acerca más a Luisa "La Roldana". Aún siendo interesante este dato para los estudiosos y para el archivo histórico de la hermandad, a Triana le da igual porque siempre ha entendido que fue la mano de Dios quien la puso en el alma del arrabal. Prefiero que la pregunta la haga y la conteste el gran poeta que fue -y sigue siendo en su lectura-Juan Sierra:
A LA VIRGEN DE LA ESTRELLA
¿Quién aromó de nardo tu belleza
con la sangre más limpia de Triana?
¿Quién doró tu dolor, quién hizo humana
esa pálida piel, esa tristeza?
¿Quién al sol de la tarde, fortaleza
de nácar vivo, de inocencia llana,
en la mejilla niña y luz de grana
de tu boca, bordó tanta pureza?
¿Quién por la gloria azul de la corriente,
enjoyada de amor, tierna Doncella,
es del aire la más serena fuente?
El río, el cielo, el barrio, ¡todo es Ella!
alabastro de Gracia reluciente,
Madre Divina, Virgen de la Estrella!
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