
Han terminado de bailar las artistas que componen el cuadro flamenco, y no suena una palma ni por galantería a las mujeres que lo forman. No agrada el número a la gente nueva, pero nadie puede negar la belleza del conjunto del cuadro, que sigue gustando y gustará siempre a los extranjeros que nos visitan. La pandereta es bonita, y no lo es más porque las muchachas sevillanas aprenden otros bailes y otras musiquillas, y hoy apenas si hay media docena de sevillanas que toquen la guitarra. ¡Tan bonita como es la guitarra!. Hoy en Sevilla no hubiera podido el poeta escribir esta copla:
No toques más la guitarra
que ya me está dando celos
de verla siempre en tu falda.
Hoy tocan la guitarra muy pocas mujeres, y acaso no sepan bailar cosas típicas más que las profesionales.El "fox", el "tuesten" o el "paso del camello" han arrinconado el "jaleo", las "bulerías" o el "tango", que con tanto salero bailaban las madres de las niñas de hoy antes de llegar a los ochenta kilos, y algunas con los ochenta kilos. ¡Con qué gracia le quitaban el sombrero ancho al mocito de su predilección y se daban "dos pataítas" marcando con los pies las notas de la guitarra!.
De otros tiempos y de otras aficiones hablábamos con la veterana artista Juana la Macarrona, que bailó en el Burrero, que conoció a Silverio, y que estamos por decir que le bailó a Colón cuando el "raid" a vela Palos-Buenos Aires y fue novia del Rada de aquel tiempo.
La Macarrona nos da una noticia que no queremos pase desapercibida. Juana se retira "de las tablas".
- Pregúntame por lo que tú quieras menos por la edad. ¿A quién le interesa eso?.
- ¿No te acuerdas de los años que tienes?.
- Ni quiero. Empecé a bailar siendo una niña. Bailaoras han sido todas las de mi familia, y hoy ya no queda más que una sobrina joven, que ahora no baila, pero que bailará mañana... ¡Los "queleres", hijo!...
- ¿Y por qué abandonas "la escena"?.
- ¿Er qué?.
- El escenario, mujer.
- ¡Ah!. El tablao. Porque no voy pudiendo ya, hijo. Tengo que faltar muchas noches porque estas piernas mías que han sido de bronce, van siendo ya de alambre. Aquella Macarrona que se llevaba una semana de juerga, bailando, cantando y bebiendo, pasó a la historia. ¡Una ruina, hijo!.
- ¿Y te pasará lo que a la cigarra, que no has hecho más que cantar?...
- ¿Por qué preguntas eso?. ¿Por si tengo ahorrao algo?. Ni un gordo. Si eso es ser cigarra, yo lo he sido toda mi vida... ¡Y mira que he gabao "parné"!.
- ¿Tú has salido fuera de España?.
- Yo, sí. He recorrido medio mundo. He estado en Londón, en París de Francia y en la tierra esa de donde son los alemanes. De uno de esos viajes me traje "pa l'Alameda" quince veces 4.000 reales. Y he bailado en Madrid, en Barcelona, en Valencia y en las principales capitales. Gustaba mucho por ahí el baile de nosotros. Y gusta todavía, sino que ya no hay mujeres como pasaba entonces. ¡Qué baraja de mujeres había en el cuadro del Burrero hace más de treinta años!... Las Coquineras, La Sorda, Malena, La Melliza, Las Serranas, Lola la Roteña, La Rita... ¡Pa qué contarte!. Hoy bailan hasta media docena de mujeres jóvenes, y por eso no gusta tanto el cuadro. ¡Se ha perdido el "paladá" en el pollerío, hijo, y no quieren bailar más que esos bailes, "entablillás" con el "chavó"...! Con el salero que tiene una bulería y la gracia que tiene ese tanguillo mío de:
Caballero, Caballero...
¡Mi mare fue una gitana!
y mi pare un caballero...
de los que pelan borricos
enfrente del Matadero...
- Y ahora, al retirarte, ¿qué piensas hacer?.
- Voy a poner una academia de baile flamenco y a dar "lerciones a domicilio". ¡Veremos qué pasa!. Quiero que no se acabe "nuestro arte", y quiero vivir yo, que ya no estoy para aguantar juergas ni el cuerpo soporta el vino y se va resistiendo a estar d pie "por las madrugás"... Esto es para la gente joven. Y ahora no existe el peligro que había en mis tiempos. Hoy, con los vinos caros y los gustos de la gente, que no bebe más que perfumería, "cotes", "viskis", "yemas", "cuatró", "permin", "agua de sé" y "nieve molía" no hay "cuidao". ¡Antes, antes! ¡Aquellas reuniones del vino por cajas y las juergas de tres días sin salir del Café, comiendo a pulso y durmiendo sobre la silla, se acabaron!. Yo no sé si eran otros hombres aquéllos u otras mujeres nosotras. Lo cierto es que hoy, cuando una "juerga" llega al día, ya está el "señorito" levantando el campo y armando garata a la hora de la "dolorosa". Antiguamente se gastaban cien duros en vino y duraba la juerga tres días. Hoy, con las cosas caras que se beben y se comen, se gasta ese dinero en tres o cuatro horas, y ya está la juerga de luto. Hay menos afición a las juergas que antes, pero con una colección de artistas jóvenes, guapas, bailando con estilo y echándole salero al baile, lo que se fue vuelve. ¡Mira que el encanto que tenga estar seis horas al lado de una señorita con un sombrerillo, escuchándole decir, "no rico", "amos, ande", "¡que te crees tú eso!". En una juerga se canta, se baila, se oye a Javier, al Nióño de Huelva o a Currito hacer filigranas con la guitarra, se bebe una copa a gusto o se acaba a farolazos, pero se hace algo. ¿Tú no opinas lo mismo?.
Y Juana la Macarrona, la bailaora flamenca que no sabe la edad que tiene y que se pasó la vida bailando, sigue su amena charla, cantando las excelencias de "su arte", de su tiempo y de aquellos "gachós" que se llevaban de juerga una semana gastando el "parné" a manos llenas, porque... lo heredarían, seguramente, Juana. Hoy, al precio que está el duro, el que se mete en juerga un día se lleva luego haciendo vida de ermitaño una semana. Han "cambaito" los tiempos.
(Publicado por Galerín el 3 de Marzo de 1926)
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