En esta hora señalada del Ángelus, dentro de la taberna, el pensamiento se eleva a la mística con una profunda reflexión sobre la vida:
La vida es como un borracho,
te lleva donde no quieres
entre tumbos y bandazos. (27)
La vía me voy a quitá
de contínua borrachera;
yo no bebería más
si ella volviera a mi vera. (28)
Cuando al hombre se le avinagran los placeres, hasta el sol de la mañana se le convierte en crepúsculo:
Lo condenaron en vía,
le quitaron las mujeres,
el tabaco y la bebía. (29)
Mala comía comas;
mar vino bebas;
mala puñalaíta
te den, que mueras.
Mala hora de Dios coja
a una olla sin tocino,
a una bolsa sin dinero,
a una botella sin vino:
Para subir a la sierra
no hace falta llevar costo,
una mujer de bandera
y dos garrafas de mosto
por si una se rompiera.
Me ayuda a andar mi camino.
Le hago honores a diario.
¡Vino que del cielo vino! (30)
Me critican porque bebo
y me gustan las mujeres,
y lo mismo te critican
si no te gustan ni bebes.
De nuevo el vino como protagonista inmortal para hacer olvidar los desamores o los amores imposibles. Por lo que se aprecia, puede más el licor embriagador de las mujeres:
Ni con juergas ni con vino
he conseguido olvidarte,
está visto que mi sino
tan solamente es amarte
aunque sea un desatino.
No tengo vicio ninguno
si no el de fumar tabaco,
jugar a las treinta y una,
sin contar que soy borracho.
No te asomes a la ventana,
no me seas ventanera,
que botita que gasta buen vino
no necesita solera.
Para beber a gusto,
beber en jarro;
y para arrastrar coche,
nacer caballo. (31)
Vuelve el vino como imposible aguzanieves para los olvidos:
¿Para qué me sirve el vino,
si no logro aborrecerte?
Todo se me va en quererte:
¡qué maldito es mi destino!
Y vuelve el consejo, la suprema sabiduría filosofal en esta materia de Fernando Pérez Camacho:
Para saber torear
y para saber beber,
se necesita tener
un punto de sobriedad. (32)
Porque su ciclo completo
con paciencia y con respeto
pide esperar y esperar,
más que hijo, el vino es nieto
del que lo sabe criar. (33)
Qué lentitud en tu copa,
mientras bebías pensaba
en una media verónica. (34)
Según a mí me han contao
tú eres barco sin bandera,
tú eres un vino mezclao
que le falta la solera
porque nadie se la ha dao.
Seis cosas ha de tener
quien dichoso quiera ser:
leña vieja que quemar,
vino viejo que beber,
casa vieja que habitar,
viejo libro que leer,
oro viejo que gastar
y hembra joven que querer. (35)
Tal se va echando a perder
en España el zumo de uva,
que de las ciento de ayer
conservamos una Cuba
y no se puede beber. (36)
Tengo una copa en la mano,
y en los labios un cantar,
y en mi corazón más penas
que gotas de agua en el mar
y en los desiertos arena. (37)
Copla para el piropo hermoso y solitario junto al filo de una copa:
Tiene la viña que quiero
de viña virgen los labios,
los ojos color de cielo. (38)
Tú, como nunca has bebío,
eres tierra de secano,
yo tierra de regadío
mi media copa en la mano. (39)
(27) Peña, Juan. Ob. cit. Pág-64.
(28) Tomasa, José el de la. Ob. cit. Pág-188. Copla-282.
(29) Murciano, Antonio. Ob. cit. Pág-54.
(30) Murciano, Antonio y Carlos. Ob. cit. Pág-49
(31) Del Palacio, Manuel. Ob. cit. Pág-139.
(32) Pérez Camacho, Fernando. Ob. cit. Pág-18.
(33) Pemán, José María.
(34) Pérez Camacho, Fernando. Ob. cit. Pág-18.
(35) Del Palacio, Manuel. Ob. cit. Pág-146.
(36) Del Palacio, Manuel. Ob. cit. Pág-173
(37) Machado, Manuel. Ob. cit. Pág-219.
(38) Murciano, Carlos y Antonio. Ob. cit. Pág-71.
(39) Murciano, Antonio. Ob. cit. Pág-55.
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