viernes, 3 de septiembre de 2010

ENTRE COPAS Y COPLAS (2)


En la hora del Ángelus es cuando el vino en verdad se saborea y se convierte en oro de felicidad para la bamba de las horas dichosas:

Bebamos en la copa
de los amores
el vino que al anciano
convierte en joven.
Bebamos, niña,
¡ser felices en sueños!
¿qué mayor dicha? (8)

Vino de la filosofía más sentenciosa en los labios de Fernando Pérez Camacho:

Beber vino y torear
son dos cosas que hay que hacer
a contravelocidad. (9)

El vino, de nuevo, como consuelo, como apoyo para el triste, como báculo para aquel que no puede caminar sin el amor perdido:

Busco consuelo en el vino
y la bebía no es buena,
porque borracho perdío
se me olvían toas las penas
pero de tó no me olvío.

Y nuevamente:

¡Cuantas vece' he visto al hombre
bebé' vino sin pará!
O de la verdá' se esconde
o es porque quiere olvidá'
la pena que se lo come. (10)

Cante y vino son buenos aliados para erradicar la pena, aunque a veces no se logre:

Chiquilla, dame otra caña
y canta por alegrías
pa que las penas se vayan.

Esto remedio no tiene:
dame otra caña, chiquilla,
y venga lo que viniere. (11)

Besos y vino, también:

Dame un buchito de vino,
pero dámelo en tu boca
que no hay mejor catavino. (12)

El vino en compañía de una mujer lo arregla todo, aunque hoy, con la peseta del marisco de la copla, poco se puede arreglar:

Dice que no congeníamos
y hemos de hacer mejor liga
que una peseta de gambas
y un litro de manzanilla. (13)

Cuando otro paga, fuera de esta hora del Ángelus, no hay reparo en pedir vino:

Echa vino, montañés,
que lo paga Luis de Vargas,
el que a los pobres socorre
y a los ricos avasalla. (14)

Los aguaciles, como siempre, también se apuntan a que los inviten:

Estuvo aquí el aguacil
a cobrar no sé qué impuesto,
le dije yo no sé qué,
y él me contestó: -Por cierto,
¿aquí no hay ná que bebé?

Algunas veces, son pocas las tres copas se la serenidad, la reflexión y la paz con uno mismo:

Dame un vaso, dame otro,
los dos me voy a beber,
y cuando los dos se acaben,
llénamelos otra vez.

De todas las propiedades organolépticas del vino, la más completa es la de la compañía, la del consuelo, la de la amistad que te ofrece sin pedir nada a cambio:

De la uva sale el vino,
y el vino a mí me consuela;
que no hay nada como el vino
en esta pícara tierra.

El vino de la más sabia filosofía popular se cuela de rondón por entre las coplas y copas de la vida:

Déjame que beba vino,
no digas que no lo beba,
que puede ser que algún día
quiera beberlo y no pueda
porque me falte alegría.

Vino como medicina, trago justo para paladear la vida en la vejez:

Déjame tomar un trago,
mi garganta está sedienta,
pues el viejo, como el horno,
por la boca se calienta.

El vino, también como prueba de sacrificio a la mujer amada en la voz de Manuel Machado:

Dejaré a los amigos,
no beberé una caña,
sangre.
Me casaré contigo
cuando te dé la gana. (15)

El vino como renuncia:

Dejarme solo, dejarme,
no quiero juerga ni vino,
yo tengo una enfermedad:
que cuando bebo me acuerdo
de lo que quiero olvidar.

El vino, el caballo y yo qué sé para llevarse al huerto a cualquier mujer enamoradiza. Lo dice Juan Pedro Domecq:

Para caballo, mi jaca;
para garrochista, yo;
pa vinos los de Jerez,
tú para mujeres guapas;
y pa verdad, mi querer. (16)


(8) Del Palacio, Manuel. Ob. cit. Pág-202
(9) Pérez Camacho, Fernando. "Vino y toros". Consejo Regulador de la D.O. Montilla-Moriles y Ayuntamiento de Córdoba. 1997. Pág-18.
(10) Tomasa, José el de la. Ob. cit. Pág-128. Copla-388.
(11) Machado, Manuel. Ob. cit. Pág-186.
(12) Murciano, Antonio. "Pregón de la Feria del Caballo de Jerez". Caja de Ahorros de Jerez. 1989. Pág-54
(13) Alcala Venceslada, Antonio. "De la solera fina". Caja Rural Provincial de Jaén. 1982. Pág-46.
(14) Villalón, Fernando. "Cantares del 900". Recopilación de Manuel Barrios. Caja Rural Provincial de Sevilla. 1981. Pág-60.
(15) Machado, Manuel. Ob. cit. del libro "Sevilla". Pág-236.
(16) Domecq y Díez, Juan Pfero. "Poesías camperas". Seix Barral Hmnos. Barcelona. 1972. Pág-48.

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