que muda y quieta estás,
pero ya es hora de que te dé las gracias
porque vives en mi mismo aposento
y estás, tu sólo estás para aguantarme.
Me soportas, me acoges como a un niño
Me soportas, me acoges como a un niño
cuando vengo cansado,
alivias mis desdichas y cumples tu trabajo
en donde yo te ponga, sin pedir nada a cambio.
Sé que allí en el pinar te cantaban los pájaros
Sé que allí en el pinar te cantaban los pájaros
sentados por tus ramas,
que el viento te mecía tus brazos de esmeraldas
y que veías el mar, tu mar Atlántico.
Hoy ya estás en mi casa, fragmento de ese árbol
Hoy ya estás en mi casa, fragmento de ese árbol
hecho silla por la rudez anónima de cualquier artesano.
Y estás para tenerme,
Y estás para tenerme,
para darme descanso
y, muda, oír un gozo,
y escuchar diez fracasos,
y saber de mi vida más que nadie
y, acaso, en tu mudez de siempre
recoger el postrero adiós de entre mis labios.
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