jueves, 12 de agosto de 2010

UNAS GOTAS DE EROTISMO Y HUMOR (28)


Hoy vamos a empezar un poco con la pata torcida por aquello de iniciar nuestra página con el tema manido de las suegras, esas santas mujeres a las que nueras y yernos desprecian si no hay dineros de por medio. ¿Tenéis que mandar algún recado para las calderas de Pedro Botero?:

Si alguno quiere mandar
recuerdos para el infierno,
ahora tiene la ocasión:
mi suegra se está muriendo.

Pasa normalmente en el caso de ellos, de los yernos, con los que las suegras suelen ser muy meticulosas a la hora de dar el visto bueno; pero también con ellas, las nueras, porque las suegras suelen decir que ellas se llevan al príncipe de sus casas, a su hijo mejor y al más guapo de la comarca. Ganas de estropearlo todo. Con razón ellas también se enfrentan:

Si mi suegra no me quiere
que se vaya a hacer puñetas,
que teniendo yo el clavel
¿pa qué quiero la maceta?

¡Toma ya, eso está bien! Como está muy bien la promesa de este yerno:

Anda diciendo tu madre
que yo soy un tío muy feo,
como lo vuelva a decir
cojo el botijo y la meo.

Y es que algunos yernos le tienen verdadero pánico. Se lo decía este muchacho a la novia:

Cómo quieres que vaya
de noche a verte
si le temo a tu madre
más que a la muerte.

¡Ojo, también hay sus excepciones!:

El sol que sale es mi suegro,
y la luna mi cuñá,
el lucerillo es mi novio.
¡Vaya una familia honrá!

¡Así deberían ser todas y se acaban los conflictos! Fijaros lo que varía de ésta:

Es mi suegra un estandarte
y mi suegro un cebollino
y la prenda de su hijo
el reculo de un pepino.

¡Qué poca vergüenza! Cambiamos de tema para ver cómo se comportan los hombres en la madurez ante la perspectiva de una aventura:

Pero los hombres sensatos
que ni son viejos ni pollos,
derechos se van al grano,
derechos se van al coño.
Donde el pensamiento ponen,
procuran poner los ojos,
donde los ojos, la mano,
y donde la mano, el gordo.

¡Qué cantidad de sabios consejos en la almendra de una copla! Por cierto, que no se nos olvide anotar "gordo" como atributo sexual masculino. Es una desgracia tener que ver lo que uno no quiere y cuenta la copla anotada por Manuel Garrido Palacios en su libro "Alosno, palabra cantada":

Qué pena tiene que dar
ver a la mujer que uno estima
tendía en un muladar
con un hijoputa encima
sin podérselo quitar.
Y el tío lima que lima
y uno sin poder limar,
venga rempujones fuertes,
la otra venga a chillar,
¡qué penita estar presente!

¡Y más si es uno quien no lima, no te fastidia! Aunque a algunos, con tal de joder, les da igual la carne que el pescado:

¿Quién me compra este condón?
¿Quién me tocará la pera?
¿Quién mi carajo lamiera?
¿No hay por aquí un maricón?

¡Qué vicioso el tío, qué vicioso! Y hay mujeres a las que también les va la marcha. Nos lo decía "Galerín" en su "Sevilla en broma" (1919):

La mocita tempranera,
la de carita de niño,
la que está pidiendo a voces
más tela para el corpiño.

Y de nuevo la manía con la comparación de la mujer con los animales:
La mujer y el perro dogo
son de la misma manera,
que cuando sienten halagos
se van detrás de cualquiera.

Hay que tener mucho cuidado de ir con las viudas a escuchar un concierto, y es que suelen emocionarse demasiado:

La orquesta estaba tocando
el bolero de Ravel
y la viuda viciosa
me tocaba el churumbel.

¡No se puede uno fiar de nadie! Ah, anotemos "churumbel" como atributo sexual masculino. Mucho cuidado también con la publicidad que se hace y también cómo se interpreta:

Largo como una cuarta,
gordo como es menester,
con pelos en un extremo
y muchachos puede hacer.
Cuando todos en tropel
indignados se me acercan
para arrancarme la piel,
digo yo: -Ruego se fijen,
es del pintor el pincel.

¡Qué cantidad de malintencionados hay! Mucho cuidado deben tener las muchachas al bañarse en ciertos sitios, y más si se reafirman en decir que es verdad lo que han visto:

Las chavalas de mi pueblo
ya no van a la piscina,
porque dicen que allí han visto
una picha submarina.

Lo primero es lo primero: anotar "picha submarina" como misterioso atributo sexual masculino. Y las muchachas, más a fregar y menos a lo "otro":

Las mocitas de hoy en día
no saben fregar un plato,
pero sí saben llevar
en la barriga un muchacho.

¡Eso no está nada de bien! Pero eso pasa por lo que pasa: por traer a casa elementos de lujuria y perversión:

Las muchachas de mi pueblo
se han comprado un coche viejo
para traer por las noches
hierba para sus conejos.

Y es que ellas saben muy bien cómo tratar a la hierba:

Las mujeres son el diablo
pariente del enemigo,
porque estiran a los hombres
lo que tienen encogido.

Las hijas es que no paran de quejarse a las madres por una calenturilla del tres a cuarto:

Madre, la mi madre,
que me come el quiquiriquí.
-Ráscatelo, hija, y calla,
que también me come a mí.

Anotemos "quiquiriquí" como atributo sexual femenino, aunque puede también apuntarse como calentura vaginal. Quizás una calentura como esta que anota "Galerín" en su "Sevilla en broma" (1930), página 51:

Me acuesto de noche
y el fuego me abrasa.
¿Quiere usted decirme
qué es lo que me pasa?

Pues entre tanto fuego estoy ardiendo. Así que voy a recurrir a una cervecita fresquita para ver si me calmo un poco.

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