jueves, 23 de septiembre de 2010

POEMARIO TRIANERO: MANUEL PACHECO SEGURA

MARTINETE

Hubo un silencio que llevó a la noche
un preludio de anhelos contenidos.
En el aire quedaron
fijamente los trémulos jazmines,
las miradas,
las manos encendidas por la luna,
el amarillo aroma de los vinos,
el frío de la madrugada abierta
-como una inmensa flor en la penumbra-
y un descenso de estrellas
hermosas e implacables.
El río, melancólico y sereno,
camino de horizontes de esmeraldas.
Un óvalo de fiebre y de azabache
va envolviendo las horas.
Desnuda las palabras
y desnuda de sueños,
la noche se quedó terrible y quieta.
Hasta el cielo las sombras se elevaron.
El tiempo agonizaba
ante los ojos llenos de misterio,
perdiéndose en auroras imposibles.
De pronto, como el rayo
-inevitable y límpido-,
hubo un grito perfecto, claro, hiriente,
que taladró la noche, el cielo, ¡todo!

Y se murió el silencio
al borde de la fragua.
Alguien cantó, en el barrio de Triana,
un martinete.
Dios bajó a la tierra.

2 comentarios:

  1. Cuando he terminado de leer este poema me ha sido fácil imaginar una fragua junto al rio y una voz desgarradora y gitana cantando un martinete.
    ¡Cuanta belleza y sentimiento derrocha este poeta!

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  2. Manuel Pacheco era mucho Manuel. ¡Ojalá y un día pudiésemos ver su obra entera en un libro!

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