Otro día experimenté con el pollo al ajillo. Hay muchas recetas por ahí, y todas ricas. Yo lo hago a mi aire tras los consejos de algunos amigos cocinillas. Escojo los muslitos o los jamoncitos de pollo, les quito la piel pacientemente hasta dejarlos perfectamente limpios, los pongo bajo el grifo, los seco un poco en papel absorbente y los coloco sobre una bandeja. Sal y pimienta negra molida.
Mientras va salpimentándose, corto varios ajos en laminas finas, y unos tres, aproximadamente, los dejo enteros. Frío en una sartén una rebanada de pan y los aparto. En un mortero de madera machaco el pan y los ajos enteros, añadiendo una cucharadita de nuez moscada, una de finas hiervas y un poco de romero. Cuando el perol está caliente, añado un pelín de cebolla muy triturada y el ajo laminado hasta que quede dorado sin quemarse. A continuación añado los muslitos y los voy dorando lentamente, dándoles vueltas con una cuchara de palo. Seguidamente, con un punto más fuerte de calor, una copa de fino, media de brandy y un tercio de Pedro Ximénez. Cuando elimina los vapores, bajo el fuego a temperatura media y los acompaño con un vaso de caldo de pollo. Cuando notamos con el tenedor que están tiernos, sólo hay que añadirles abundante perejil fresco y dejar reposar. Una delicia.
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