Recordarán en este blog al poeta Juan Cervera, que compartió sus poemas con nosotros durante 375 días en una serie que tuvo su inicio el 13 de noviembre de 2010. Nacido en la población sevillana de Lora del Río, y exiliado en México desde 1968 por propia decisión, Juan ha vuelto hace unos días a su pueblo natal tras el fallecimiento en la capital federal de su querida esposa Axaí. Aunque le ataban allí muchas cosas, muchos recuerdos y muchos amigos, ha decidido regresar a esa localidad que siempre llevó en la retina, en el corazón y en sus poemas...
Sueño que estoy soñando.
Sueño que no he
nacido.
Sueño que ya me he muerto.
Sueño que naceré,
que volveré a nacer
en un pueblo del Sur
con torres, con campanas,
con nidos de cigüeñas.
Sueño y sueño y no dejo de soñar.
Hablo en sueños con sueños ya soñados
y con sueños que aún no sé si soñaré.
Vivo y no vivo.
Canto y no canto.
Escribo en la arena y el aire
y, sin saber por qué,
creo que me leerán los aerolitos ciegos
y las nubes
sonámbulas.
Sé que soy un fantasma
sin nombre ni
apellido.
Sé que soy quien no
soy.
Sé que tú te imaginas que eres yo.
Converso con los nardos
y con las margaritas.
Soy el amigo íntimo
de todo lo invisible
y mantengo un secreto
pacto con los caminos.
Sé lo que nadie sabe
del cristal y del vino
y converso en la
noche
con los días que se fueron
y nunca volverán.
Cántaro de agua dulce
refresco mi memoria.
Me acuerdo de mi
madre,
de sus grandes y
bellos ojos negros
y, la palabra hijo, me devuelve
la flor de la esperanza
al brotar suavemente de sus labios.
¿Sueño que estoy soñando?
La verdad no lo sé.
Entreveo entre sueños
una bruñida alfombra de esmeralda.
Son los trigales verdes.
Un clamor de amapolas
incendia las alturas de apasionantes rojos.
Mi cielo, si, mi
cielo añil de Andalucía.
Yo, como siempre, yo,
sueño que estoy soñando.
Sueño que estoy de
vuelta
en aquel pueblo
blanco del Sur
donde fui niño y amé siendo muchacho
a una muchacha que nunca imaginó
que yo la amaba y la soñaba
amándome en mis sueños.
Sí, claro que sí, por supuesto que sí
sueño y sueño y no
dejo de soñar
mientras la vida
sigue
borda que borda
sueños,
con hilos de colores doloridos,
en el pañuelo del perpetuo adiós.
Estamos en comunicación constante a través del correo electrónico, pero dentro de unos días, cuando él se haga a su viejo y nuevo entorno, tendremos la oportunidad de conocernos, de darnos un abrazo y de charlar de miles de cosas. Mientras tanto, bienvenido a casa, Juan.
Siempre es una valiente decisión volver a los orígenes después de una larga ausencia. El tiempo y los años pasan tanto para él que se va como para los que se quedan... los edificios, la gente y los valores van cambiando. Bienvenido sea a su nueva casa.
ResponderEliminarSaludos,
Ia
A Juan, Ia, se le quedó en México lo que más quería: su mujer Axaí. Lógico es tomar esa decisión para estar al final entre los suyos. Ha notado mucho a la vuelta -según me dijo por correo- estas tremendas calores que ya no recordaba. Estoy deseando verlo para darle un abrazo y conocerlo en persona. Ya os contaré.
ResponderEliminarSaludos.