martes, 30 de julio de 2013

DESDE MI TORRE: AÑO Y MEDIO SIN ELLA


El tiempo corre y vuela sin darnos cuenta, o somos nosotros los que corremos y volamos hacia no sabemos dónde. Quince años nos separan de esta felicidad al día de hoy, cuando se cumple el año y medio justo de la ausencia de Lola. Quiero suplir ese drama del 30 de enero del 2012 con mi continuo ramo de flores ante su fotografía, con las avemarías que le dedico por lo bajini, con el recuerdo de momentos inolvidables, con las risas repetidas de cuando nos hemos reído juntos en multitud de ocasiones, con el amor a duermevela, con los besos... Pero la verdad es que nada llena mi ausencia, aunque estoy rodeado de amigos, hijos y nietos. En casa no tengo con nadie a quien hablar, no tengo a nadie a quien contarle mis pensamientos, mis sueños, mis fragilidades... Sólo la soledad habita este espacio amplio que se ha quedado vacío.

Cuando amanece me pregunto que por qué y para qué. Hubiese sido mejor un mal sueño, o un buen sueño, que nunca se sabe. Dormir para despertar en el infinito, libre de estas ataduras -¿parece mentira?- de sentirse sólo, sin una mano que agarrar, sin un abrazo que ofrecer, sin la oportunidad de libar el beso diario, sin la conversación cotidiana, sin...

Hace año y medio, su mano dejó de latir entre mi mano derecha. Fue la primera vez en mi vida que contemplé la agonía de un ser querido. En esa mirada vaída, que buscaba los ojos de los demás, se me fue la mía, y no sé adónde...

Los hijos quieren hacerse presenciales, pero sus llamadas son más discontinuas. Tienen que hacer su vida, vivirla. Esta debe ser su obligación. Tú, por mucho que en algunos momentos quieran ayudarte, te encuentras solo, solo ante todo: ante una estúpida caída de quien ya no tiene los reflejos de la juventud, ante un infarto que no avisa, ante una fiebre que te deja en cama sin qué sepas a quién tienes que llamar. Solo...

Cuando una mujer se te va cuando más la necesitas, y ella a ti, el rompimiento es algo muy brusco. A esta edad no se puede recomponer tan fácilmente la vida. La suya arrastró a la mía, con su muerte, a la mayor de las soledades. Y, miren por dónde, aún sigo creyendo en Dios.

Un abrazo, mamá, allí donde te encuentres.

6 comentarios:

  1. ¿Qué se puede comentar, medianamente sensato, ante estas palabras? Poco. Muy poco. Quizá, se me ocurre, que todos tenemos una única vida y la obligación, pese a todo, de vivirla, lo mejor posible, hasta el final.
    Un abrazo, Emilio.

    ResponderEliminar
  2. Saca lo que llevas dentro, Emilio; tú vida es muy rica, y ten confianza en Ese en el aún crees.

    ResponderEliminar
  3. Esto es muy difícil, Ángel, más de lo que imaginas. Cuando te falta esa "máquina de reñir" no sabes bien qué es la soledad. Que nunca te falte Saluqui.

    ¡Y el pesao ese....!

    Un abrazo:
    Emilio

    ResponderEliminar
  4. Coge el petate y vente para Mazagón, hoy empieza la feria. Un abrazo hermano.

    ResponderEliminar
  5. Es lo que más quisiera, pero tengo todavía muchas cosas que atender aquí: mi cangrejilla Lola, mis compras y algunas cosas más. Me ha invitado José Luis este fin de semana al "Gazpacho de Morón" y no sé qué hacer. Estoy demasiado pasivo.
    De todas formas, te lo agradezco. Si me animo, te llamo.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar