Ayer, tristemente, desde primeras horas de la mañana, había una inusitada animación en Córdoba por los aledaños de la avenida Conde de Vallellano y la del Aeropuerto, donde se sitúa la Audencia Provincial. Llegó el día en el que comenzaba el juicio contra José Bretón, el presunto asesino de sus hijos, Ruth y José, cuya noticia de la desaparición de ambos corrió de boca en boca el inolvidable 8 de octubre de 2011, y de la que dimos puntualmente cuenta en esta torre ceramizada. No nos lo creíamos. Sentíamos el dolor de ese hombre menudo al que, en un despiste demasiado habitual, le habían desaparecido sus dos hijos en uno de los más hermosos parques infantiles de nuestro país: la llamada "Ciudad de los Niños", parque al que, con mucha frecuencia, cuando vienen a visitarme, tengo la obligación de llevar a mis nietos. Es de las zonas de Córdoba más hermosas, en la que se dan cita el Botánico, el Parque Zoológico -totalmente remodelado-, y esta ciudad, en lo más alto de su otero, desde la que se admira Córdoba a los pies, la frescura del río y la lejana sierra -entre violetas y verdes claros- de la Subbética.
Allí José Bretón, desde su primera declaración, dijo que desaparecieron sus hijos. Cosa que aún mantiene. Las pesquizas policiales, tras largos días de declaraciones, acentuaban que él era el culpable de aquella desaparición. No encajaba el puzzle, y así lo demostraron las cámaras de seguridad del parque y sus torpes declaraciones. Todos creíamos que el padre, ya al parecer separado o en proceso de separación de su pareja, se había vengado dejando a los hijos de ambos en manos de algún amigo para dar escarmiento de ahogo a su compañera...
Y ya empezó lo de siempre, lo de esta España cainista y vergonzosa, la del cirio en la mano acompañando a la procesión al lado del cura o detrás de él deseando aporrearlo. Una de las dos España -nos dijo el gran Antonio- seguía helándonos el corazón. Los "realitys show", espectáculos de tristístisima charanga general y populachera de cadenas de televisión totalmente indecentes, se volcaron, entre tertulias vacías y llenas de gritos, en buscar la culpabilidad de un hombre. Ni un solo programa serio dedicó un debate serio a un tema que verdaderamente lo era y lo es. Nadie atendió a la posibilidad de la locura de un hombre desesperado por lo que fuese. Nadie avistó cuánto estaban sufriendo despiadadamente sus padres y hermanos. Nadie, ningún medio de comunicación, incluyendo a las "figuras" de estos medios, quiso o supo ponerse al lado del hombre atormentado...
Ni mucho menos estoy defendiendo la culpabilidad de José Bretón. Pero no tengo los suficientes elementos para creer en lo contrario. La sociedad ya lo había condenado de antemano. Antes, la historia se perdía en la nebulosa de los tiempos pero, hoy, las hemerotecas y las grabaciones nos ponen al día de las acusaciones y los silencios. En esta España tristísima, se guarda silencio ante situaciones muy graves; se sigue teniendo especial interés en ocultar bajo mantas de lana nombres que para todos nos son conocidos. ¿Es igual la justicia para todos?
Seguro que a José Bretón le está quemando la hoguera bajo sus pies ante cada acusación de la fiscal; seguro que la imagen de sus hijos, Ruth y José, le pasan miles de veces por su cabeza, no sé si enferma, casi seguro que muy enferma. Sánchez de Puerta, su abogado, hará lo posible e imposible para evitar su condena, ya que esa es su labor, a pesar de que sepa toda la verdad... Pero el pueblo, los medios de comunicación ya tomaron su decisión sin que antes hiciese Pilatos la pregunta: ¿Barrabás o Jesús...? Se equivocó el pueblo, y Jesús, hoy tan querido y seguido por millones de personas en el mundo, fue condenado a muerte.
El Jurado Popular que, sin experiencia alguna, tiene que dar el veredicto en esta caso tan macabro, no podrá dormir ni esta noche, ni estos días, ni dentro de muchos años... ¿Y si se equivoca?
Me ha dado pena esta animación hoy de Córdoba -una ciudad que sólo se mueve si dan algo gratis-, para estar como relleno de figurantes en una historia tan penosa como las películas sagradas de nuestras vidas de niños. Yo he preferido estar en casa viendo ese espectáculo grotesco desde las televisiones y escuchando los diversos comentarios, la mayoría vergonzantes, en las diversas emisoras. Me he limitado a rezar por el pobre de Bretón, por la tremenda amargura de Ruht, por esos hermosos niños desaparecidos, y por la igualdad de la Justicia. No me gustaría estar en el papel protagonista de los que llevan este proceso bien difícil. Pero que Dios salve al Jurado.
¿Es igual la justicia para todos? Sinceramente, creo que en absoluto, y no lo `digo solo por este caso, que también, pero fíjese solo en otro parecido "Marta del Castillo" donde es de risa la implicación del hermano del "confeso" y la novia de este.
ResponderEliminarY es que en este País, ante todo prevalece el dinero y quién eres.
A mí el miedo que me da en estos casos son los juicios mediáticos y paralelos de las televisiones basuras y de diversos medios de comunicación. Todo apunta a que es Bretón el pobre asesino de sus hijos. ¡Qué gran locura! Pero ya estaba condenado de antemano antes del juicio. Sin embargo el tema del duque y la infanta se está mareando más que a una perdiz. ¡Triste país este que no ha aprendido de sus errores desde hace siglos!
ResponderEliminarComo simple información, aunque creo que Ud. D. Emilio aunque resida en Cordobita La Llana estará al tanto de las noticias que se publican en la prensa diaria de la Ciudad del Betis, y es que hoy un columnista de ABC concretamente García Barbeito, hace referencia a este tema en los mismos términos que los expone Ud. en este su blog.
ResponderEliminarPuede ser que mi antiguo amigo Antonio me haya copiado, o los dos tengamos el mismo sentimiento que ambos compartíamos en la juventud.
ResponderEliminarSé, evidentemente, que Bretón ha hecho desaparecer a sus hijos, pero también sé que los juicios paralelos y mediáticos de los medios de comunicación deben estar castigados por la Judicatura. ¿Cuántas y cuántas vueltas se le está dando al caso "Urdangarín, cuando todos sabemos que es tan culpable como Bretón, aunque por distinto delito, tan ignominioso uno como otro?