MARCANDO EL SON DE LA BIENAL
Cada dos años, y por estas fechas, Sevilla se lanza a
la aventura flamenca de la Bienal llenándose algunos espacios significativos de
la ciudad de ayes, falsetas y desplantes que, con las nuevas tendencias, al
menos en el baile, hacen vibrar a los muchos turistas que no se pierden la
programación, y nos hacen meditar a los que creemos que este Arte es otra cosa.
Pero no van por ahí los tiros…
No me voy a remontar a los tiempos de Estébanez cuando los citaba a El Planeta y El Fillo por nuestro arrabal, junto a otras notabilidades. No nos vamos a detener en Los Caganchos ni en El Pelao,
ni en Ramoncillo El Ollero, ni en Pinea, ni en El Pancho, ni en el Goro, el de la Matrona, Rosalía, El Titi, El Sordillo, Abadía, Oliver, El Arenero…, y en
cuantos formaron, desde la segunda mitad del XIX la pulpa que haría de nuestro
arrabal, sin hipérbole alguna, el barrio más flamenco del mundo y con más
artistas por metro cuadrado, muy especialmente en el cante y en ese baile
telúrico que no tiene parangón en el mundo.
Es lógico que cuando llega esta muestra que se ha
convertido en cita universal, algunos de los actuales artistas de Triana tengan
su amplio eco en las programaciones, pero no todos, desgraciadamente. Se trae
todo lo que puede ofrecer Jerez o Málaga y a artistas desubicados en una
geografía flamenca concreta, pero a nadie se le ha ocurrido que en una Bienal
pueda haber una programación completa trianera durante todo el ciclo: ¡Esta es
Triana!, podría ser el lema, convocando todos los días, en el único espacio del
Hotel Triana, a un elenco genuinamente trianero que llamaría la atención de
todos nuestros visitantes y, por supuesto, de nosotros mismos.
Si en distintos escenarios ha estado presente parte de
esa trianera del Arte: Manuela Carrasco,
Antonio Canales, Angelita Montoya, María Pagés, Paco Taranto, La Susi, Raimundo
Amador, Remedios Amaya, Bobote, El Eléctrico, El Vareta, Joselito Fernández,
Pepa y Ricardo, Esperanza Fernández, y otros muchos, ofreciendo la dignidad
de ese Arte con sello y marchamo propio, aún son más los que se han quedado
fuera, y siendo Bienal dedicada al baile no comprendo la ausencia de muchas
bailaoras trianeras de talla con la insignia como bandera de Milagros Mengíbar,
ese milagro de una escuela totalmente irrepetible. ¿Tan difícil sería programar
lo que propongo para que ningún artista trianero se quede sin poder expresarse?
A Rosalía Gómez, directora de la Bienal –que ignoro lo
que pueda saber o no del tema flamenco-, sólo ha parecido interesarle el
taquillaje de los espectáculos y que Sara Baras no faltase en su programa,
cediendo a todas las pretensiones de la bailaora gaditana. De Triana ha pasado
casi de puntillas, con la excepción de que Manuela Carrasco abriese las puertas
de esta XVII Edición. Ha hecho falta Dios y ayuda para que atendiera a la
llamada de “Triana Crónica” al objeto de realizarle una entrevista. Por fin ha
entendido que Triana es algo más que un nombre pegado a la orilla derecha del
Guadalquivir. ¿Tanto miedo da el nombre de nuestro arrabal a los políticos
cuando no hay duda de que en materia flamenca es lo máximo? No tendría que
tener ningún miedo si es ella la directora de la Bienal. Los posibles miedos de
las preguntas, ya van integrados en el cargo. ¡Cosas!
Tiempo han tenido los diversos ayuntamientos que han
pasado en estos últimos treinta años para construir el más que demandado
auditorio del arrabal en el corazón urbano del solar del antiguo cuartel de la
Guardia Civil. Cuando había dinero que se tiraba a mansalva nadie se preocupó.
Ahora, que sólo hay telarañas en las arcas municipales, qué menos que, aunque
sea en el Hotel Triana, se programe en una Bienal un ciclo completo con
artistas del arrabal.
Espero que en la próxima edición todos los artistas del
barrio tengan su cita, para demostrarle al mundo quién pone el compás y el son,
en calidad y cantidad, del Arte Flamenco.
(Triana Crónica. Nº 19. Septiembre de 2012)
Estos últimos directores de la Bienal todavía creen que el Tardón y Triana son dos barrios distintos, o que todo el valor de esta orilla flamenca es lo que hoy anda por Las Tres Mil. Y con esta capacidad de conocimiento jamás situarán a nuestro barrio en su justo lugar. Para que ocurriera el milagro tendrían que empezar por aprenderse de memoria este artículo tuyo.
ResponderEliminarJerez, por ejemplo, siempre ha tenido apoyo oficial, Triana nunca. ¿Recuerdas la idea del Ateneo Flamenco y la cuenta que le echaron?
No es que lo creen, Ángel, es que están absolutamente convencidos. No tienen ni idea, ni de ésto ni de muchas cosas, pero el que tiene el Poder manda y cartucho al cañón.
ResponderEliminarHay un desconocimiento tremendo de nuestro barrio por parte de los que están obligados, como políticos, a conocerlo de pe a pa.
Al Ateneo le echaron la misma cuenta que a ese auditorio que tantos años llevamos reclamando. En nuestra ciudad -y siento decirlo- sólo se toma en cuenta a las cofradías.
No incluir el enorme patrimonio Cultural-Artístico de nuestra querida Triana en su debida participación, me parece de un anafalbetismo y completa miopía artística enormes, dicho sea con todos mis respetos, pero nadie podrá entender algo así...
ResponderEliminar¿Pero a quiénes tenemos al frente de esto?
Mi apoyo y reivindicación hacia Triana ¡Faltaría más!
No os canséis, muchachos, que estáis haciendo una labor muy digna y buena: Ángel y Emilio...y miles más.
Un abrazo
Se hace lo que se puede y más, pero pocas veces somos escuchados en estas peticiones tan sencillas de realización.
ResponderEliminarSobre todo, es de necesidad y justicia. Los que hacen oídos sordos a estas peticiones se ponen en su "sitio" al obrar así, esto lo comprende cualquiera que tenga sensibilidad y conocimiento de causa. Bueno, tenemos un blog que sirve para compartir y este asunto puede ser mucho más divulgado, a ver si, al menos, por la presión ciudadana, saben rectificar a tiempo, en cuyo caso, la primera en reconocerlo sería una múa, y en su haber lo tendrían...los políticos están como para no prestar atención debida a los ciudadanos ¡Que espabilen!
ResponderEliminarEstaré pendiente.