jueves, 30 de agosto de 2012

DESDE MI TORRE: SIETE MESES CONTIGO


Y ya han pasado siete meses, siete, veintiocho semanas, desde que cerraste tus ojos y labios a la vida: a la tuya y a la mía. Hoy te sigo abrazando como entonces, como cuando hace diez años nos dieron la noticia de que éramos poseedores de nuestro primer nieto, Daniel. No nos dijimos nada. Nos miramos con lágrimas en los ojos y nos hicimos un mismo cuerpo entre los dos a la puerta del maternal del Virgen del Rocío, esa Señora de Almonte a la que tantas veces hemos visitado para pedir por la solución de lo que los dos sabíamos que nos podía talar el gran árbol de nuestras ilusiones.

Cada día te sueño abrazándote como entonces, dejándome la piel entre tus manos, mis lágrimas sobre tus hombros, mis labios sobre la aduana hermosa y sonriente de tu boca, siempre dispuesta para el amor y el gozo. Dios, hace siete meses, me quiso cambiar ese abrazo para que me helara en el intento, para que todo cambiase, para que dejara de tenerte... Y aún le pregunto por qué, qué necesidad tenía, qué daño le hicimos a Él, amo del Universo...

Te recreo, te sueño, recuerdo en cada viaje los perfiles por donde anduvimos, donde tomamos una copa, donde nos dimos un beso furtivo en medio de los amigos, las calles que atravesamos de todos los paisajes, las conversaciones sobre los hijos, sobre nuestro porvenir, sobre el trabajo..., y todo llegó menos ese futuro que pensábamos vivir intensamente, a nuestro aire, sin necesidad de que nadie nos hiciera una hoja de ruta.

No me importa que nos hayan fallado muchos amigos, porque es cierto que no lo serían tanto. Ya no los necesito, no los necesitamos. Estamos tú y yo solos, como al principio, como cuando quisimos construir una vida con nuestro propio esfuerzo. Nadie nos dio nada: nos lo dimos nosotros. Nos dimos la niñez que levanta la mirada a la belleza, y la juventud que todo lo convierte en milagro. Nos dimos en una cruz de carne para que nuestra sangre corriera en tres hijos maravillosos: Myriam, Pablo y Emilito, y ellos la destilaran en cuatro nietos geniales por los que camina la "guasa" genética que siempre nos ha definido.

He estado con todos pasando unos días en Isla Antilla y en Isla Cristina, y no hay momento en que tu nombre no suene por el espacio, ni ojos que no señalen un punto en ese mar en el que ya reposas para siempre. Siempre estás con nosotros en nuestras conversaciones y, muchas veces, en el sabor salobre de una lágrima furtiva que queremos contener para que los niños no sufran.

Si vieras lo mal que lo paso cuando llega este día..., el trabajo que me cuesta serenarme sabiendo que en aquella hora de hoy, a las dos y cuarto de la tarde, tu muerte se llevaba gran parte de mi vida. Intento superarme, pero todo es en vano. Me animan algunos amigos -ya sabes, los clásicos-, pero ninguno puede comprender el dolor de tu ausencia...

Nadie me hace falta, Lola. Nadie nos hace falta para seguir juntos. Hoy, cuando he vuelto de estar dos días en Marbella en una reunión, me acuerdo de aquellas calles que pisábamos junto en busca de un restaurante indio que se obstinó en encontrar José Luis Navarro, lo que nos divertimos hasta encontrarlo, lo bien que lo pasamos... Y es que tú y yo siempre lo pasábamos bien en cualquier lado..., sólo nos faltaba estar juntos.

Ahora, dentro de unos días, llega la entrega del "Compás del Cante", que este año se hace en el Alcázar por primera vez, pero me parece que ni siquiera voy a ser capaz de leer el acta. Le pediré el favor a Julio. No puedo, no me sale la voz, no tengo ganas de ir, aunque no tengo más remedio que estar allí, sintiendo tu silla vacía, tu esplendidez hermosa y sencilla en noches de fiestas, en las que siempre destacabas por tu belleza sin caros abalorios.

La vida se me está haciendo tan difícil que sólo quiero espacio libre para seguir pensando en ti, para estar contigo siempre. Te fuiste el día 30 de Enero de este año nefasto para todo y para todos, pero bien sabes que siempre vas conmigo, que estás con nosotros: en el recuerdo amoroso de tus hijos y nietos, y en los de aquellos pocos amigos que tuvieron la suerte infinita de conocerte.

11 comentarios:

  1. No es fácil decirte algo que te acompañe y sé que nada alivia un desgarro del alma tan reciente. Sólo que, sin conocerte en persona, estoy contigo y que quisieras que lo sintieras. Sé que es ínútil.
    A las pocas semanas de morir mi madre de un infarto fulminante tuve que leer mi tesina. La voz sale, con un nudo eso sí, pero sale. Perdona si me he entrometido, se indulgente pues ha sido con la mejor intención.
    Un abrazo

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  2. No, al contrario, Joaquín: tengo que agradecerte tu apoyo y tu ánimo. Ya he dicho que, salvo excepciones, mi teléfono está mudo. Habría que recordar la copla hermosa de Juan Manuel Flores que cantaba Lole: To el mundo cuenta sus penas / pidiendo la comprensión, / quien cuenta sus alegrías / no comprende al que sufrió.
    No, no es inútil tu ánimo, ni mucho menos.

    Gracias y un abrazo.

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  3. Precioso y desgarrador recuerdo a su compañera, Emilio. Me siento afortunado, al leerle, de contar aún con la mía. No sé si podría soportarlo. Pido al cielo que me recoja antes, pero Dios escribe derecho... ya sabe. Un abrazo.

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  4. Espero, querido José Luis, que siempre te dure y que sobreviva a tu Destino. Cuando vivimos, todos tenemos nuestras bronquillas familiares que acaban en el tálamo en una generosidad de besos. Cuando todo se acaba, uno jamás sabe si ha hecho bien sus deberes, si ha procurado lo necesario, si se ha volcado al máximo. Cuando muere tu pareja se hace un silencio infinito. Jamás he entendido el por qué...
    Disfruta de tu mujer, José Luis, bésala a cada instante, llénala de piropos... Cuando todo se acaba en la cama de un hospital, toda tu vida se va con la de ella.

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  5. Emilio, ánimo, un abrazo
    Manolo Damas-

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  6. Ayer no te leí, Emilio; creí que la hermosa luz de esta torre no volvería a encenderse hasta el comienzo de septiembre... Bueno, pues ya sabes, amigo, lo de siempre... Aquí estamos.

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  7. Me alegra verte de nuevo por aquí. Me vine de vacaciones unos días antes porque tenía una reunión en Marbella.

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  8. Querido hermano, hasta hoy no me he metido en la torre, estoy muy fastidiada con el pie, ya sabes, esperando que me quiten pronto la escayola pues, como dice mi amigo David, me van a llamar spiderwoman, ya que estoy todo el dia "que me subo por las paredes". Se muy bien como te sientes, como no saberlo si unos meses antes que tú yo perdí a mi amor, mi cómplice y todo, como diría Benedetti. Siempre los recordamos pero hay fechas en las que el recuerdo se hace más hondo, más triste y doloroso. Hoy por ejemplo es nuestro aniversario de boda y el día está siendo extraño, con las lágrimas a flor de piel. No puedo más que envolverte en un gran abrazo y decirte que no estás solo, primero porque Lola siempre estará contigo y segundo porque somos muchos los que te queremos. Un beso con achuchón.

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  9. Por mucho que intentáis ayudarme, querida hermana, estoy terriblemente solo. Esta soledad diaria me está combatiendo y ganando la batalla.

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  10. Pues venta para acá y disfrutemos unos días. Podemos ir a la sierra, acercarnos por Sevilla, pasear por nuestra querida Triana... Pasado mañana me quitan la escayola y tengo vacaciones. No dejemos que la soledad nos alcance. Ellos no lo quieren tampoco. Ellos libraron una dura batalla, lo sabemos, y no se dejaron abatir. Intentémoslo nosotros. Y te lo estoy diciendo desde el dolor, sabes que te entiendo, porque he pasado por lo mismo y solo el que lo ha hecho puede comprender lo que sentimos. También me puedo acercar a Córdoba, en fin...

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